La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) ha adelantado un pronóstico poco amigable para el verano boreal. La certeza de vacaciones con temperaturas ardientes, fenómenos extremos, riadas, sequías e incendios es una realidad que hará necesaria decisiones con medidas excepcionales para la adaptabilidad.
Ya el verano de 2022 fue asfixiante, con temperaturas agobiantes y severa deficiencia hídrica. El recuerdo de un mercurio que llegó a marcar grados con récords se volvió “normalidad”. La temporada de vacaciones pasada tuvo semanas con varias olas de calor, una sequía que no se veía en 500 años, con niveles de agua por debajo de la media. A este escenario se sumaron incendios forestales que llegaron a devorar miles de hectáreas, provocando además trombas de humo que amplificaron los fenómenos extremos.
Junio fue la antesala. Samantha Burgess, subdirectora del Servicio Europeo de Cambio Climático de Copernicus, precisó que “el mundo acaba de tener su comienzo durante el mes seis del año, uno de los más cálidos registrados, después de un mes de mayo que fue solo 0,1 °C más frío que el récord”.
Este aviso se realiza cuando el fenómeno meteorológico “El Niño”, asociado al aumento en las temperaturas globales, ha comenzado oficialmente, destaca el documento de Copernicus. Y agregó que la superficie de los océanos ha experimentado el mes de mayo más cálido de los que tienen registro.
Por otro lado, el documento difundido el 14 de junio pasado por AEMA podría presentarse como una “advertencia” para que el continente se prepare. El organismo europeo ha detallado las adversidades que se avecinan: calores extremos, inundaciones, sequías, tormentas eléctricas, temporales e incendios, al tiempo de la llegada de enfermedades asociadas a climas cálidos como el dengue o el retorno de la malaria al continente.
Aleksandra Kazmierczak, experta de la AEMA, explicó que el objetivo es concientizar a los tomadores de decisiones y al público en general que el verano no deberá sólo vincularse con las vacaciones y el sol. Para estar anticipado la institución elaboró el documento “Tiempo de verano extremo en un clima cambiante, ¿Está preparada Europa?”.
Según sostiene este informe, AEMA explica que “a medida que nuestro clima cambia, se vuelve más extremo”. La Agencia Europea de Medio Ambiente analiza lo que podría suceder este verano; el impacto de eventos meteorológicos pasados y lo que se puede esperar a largo plazo, enfocado a preparar a la sociedad.
Incluso, con los límites de temperatura traspasados en junio, como lo indica Copérnico a partir de los parámetros establecidos por el Acuerdo de París, la sequía se agravará. No sólo hay que recordar un verano 2022 en el hemisferio norte con estrechez hídrica. El invierno reciente fue radicalmente seco. Esto ha provocado en los Alpes una baja humedad del suelo, que derivaron en caudales fluviales disminuidos y bajas reservas de agua. En algunas regiones europeas con niveles desesperantes.
El umbral de 2022 era ya alarmante con respecto al número de fallecidos sólo por las altísimas temperaturas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que al menos 15.000 personas morían específicamente por calor en 2022 en Europa.
Entre estos fallecimientos, las autoridades sanitarias informaban de casi 4.000 muertes en España, más de 1.000 en Portugal, más de 3.200 en Reino Unido y alrededor de 4.500 en Alemania durante los tres meses de verano.
Las altas temperaturas en poblaciones cada vez mas envejecidas y urbanizaciones en aumento terminan siendo un panorama mortífero.
Las perspectivas son pesimistas tambien para el sector agrícola. El clima seco y cálido, sobre todo para el sur y centro de Europa, tiene ya consecuencias devastadoras para la producción. Por ejemplo, los tradicionales olivares españoles se ahogan y ya está en jaque la producción de aceite.
Las previsiones de los expertos adelantan un aumento de tormentas de lluvia fuertes en toda Europa, con incidencia creciente de riadas, sobre todo en el noroeste y Europa central, como pasó en julio de 2021 en Alemania y Bélgica. Se recuerda que los daños causados por esta severas precipitaciones costaron casi 258 mil millones de euros entre 1980 y 2021, y aumentan de media un 2% anual.
El trabajo de Copérnico termina destacando que los episodios de calor “tienen como resultado incendios forestales, el derretimiento del hielo en los polos o un aumento en la demanda de electricidad para el aire acondicionado, todo lo cual solo se suma al calentamiento”.
Mientras esto sucede la regulación de la Unión Europea (UE) frente al cambio climático es insuficiente. Es declarativa pero no vinculante. Por eso, la Agencia Europea de Medio Ambiente considera “urgente intensificar” medidas, como planes para limitar el impacto del calor en la salud, aumentar el número de espacios verdes y azules (árboles y agua) en las ciudades o la adaptación de variedades de cultivo, riego y nuevos métodos para la agricultura.
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