El régimen de Corea del Norte lleva más de una década esforzándose por mantener el control sobre cada aspecto de lo que se habla o se conoce del país. Sin embargo, las maniobras de Kim Jong-un no son suficientes cuando sus propios funcionarios utilizan la inteligencia a su favor para huir del país y revelar desde el exilio los más acallados temas.
Kim Hyun-woo es un ex empleado de la principal agencia de inteligencia de Corea del Norte que trabajó durante 17 años para proteger al dictador y a su familia. Entre sus funciones se encontraban el análisis de datos de todo tipo y hasta el monitoreo desde sedes en el exterior.
Acceder a estos puestos sólo es posible entre quienes integran la élite del país y cuentan con antecedentes sociales y familiares creíbles.
En 2014, a pesar de su fidelidad a los líderes, se vio obligado a huir tras los cambios turbulentos que trajo consigo la transición de la llegada de Kim Jong-un al poder y su inseguridad frente al inmenso poder del Ministerio de Seguridad.
Luego de que compañeros suyos fueran perseguidos por los recién nombrados funcionarios, Hyun-woo decidió valerse de toda la información que durante años recopiló para atravesar la frontera y asentarse en Corea del Sur.
“No sé qué ha sido de mis familiares”, lamentó al comentar que no pudo salir del país con todo su entorno.
Ahora, trabajando en el Instituto de Estrategia de Seguridad Nacional en Seúl y en su primera visita a Estados Unidos, concedió una entrevista a Mary Louise Kelly, de NPR, y reveló detalles sobre la vida en Pyongyang y su trabajo en uno de los países más represivos de todo el mundo.
Una de las principales cuestiones abordadas es el exhaustivo control del régimen sobre la población y su conocimiento absoluto de todo lo que ocurre al interior de sus fronteras.
Según narró el propio Hyun-woo, su trabajo en el Ministerio consistía en “rastrear, identificar y atrapar lo que el régimen considera agentes hostiles o actividades hostiles dentro del Estado”.
Para ello, Pyongyang ha montado una extensa red de agentes que monitorean las actividades de la gente, no sólo de la población sino, también, de altos mandos del Ejército y hasta al interior del Gobierno.
Sin embargo, para el régimen, actos tan simples como ver un programa de televisión surcoreano pueden ser considerados “hostiles” y conllevar graves consecuencias -inclusive, años de cárcel-.
Estos mismos empleados que se encargan de vigilar a la gente participan a su vez de la gestión de campos de prisioneros políticos, en los que la organización de derechos humanos Korea Future constató torturas, ejecuciones extrajudiciales, violaciones y abortos forzados.
Es por ello que el Ministerio de Seguridad cumple un rol fundamental en el país y en las transiciones de líderes, como ocurrió en 2011 con la llegada de Kim Jong-un.
El Servicio Nacional de Inteligencia surcoreano informó que decenas de altos funcionarios de Pyongyang fueron ejecutados durante sus primeros años en el poder. Uno de los casos más resonantes fue el de Jang Song Thaek, tío del dictador, a quien el Ministerio ordenó ejecutar en un juicio militar especial en 2013.
Otro de los pilares del régimen de Pyongyang se basa en la prohibición de salida y el ingreso de terceros al país, contando con una de las fronteras más peligrosas del mundo.
Si de por sí la situación era compleja, la irrupción de la pandemia del coronavirus sólo la empeoró. Con la excusa de protegerse ante esta enfermedad, Kim Jong-un dispuso el cierre del país tanto para personas como para mercancías, lo que obligó a la mayoría de las pocas organizaciones internacionales y diplomáticos extranjeros a abandonar el territorio.
Lo mismo ocurrió en 2010 con el surgimiento de la gripe H1N1, recordó el ex agente.
Esto derivó en un proceso de sustitución de importaciones para lo que el país no estaba preparado y que, sumados a condiciones climáticas adversas, acabaron en una escasez aguda de alimentos.
Según estimaciones del NIS y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, cerca del 42% de la población se encuentra desnutrida, ya se han producido las primeras muertes por inanición y, los afortunados que logran acceder a comida, lo hacen a precios muy altos.
De todas formas, a pesar de esta situación, el país sostiene que la decisión fue la acertada ya que recién en mayo de 2022 Corea del Norte reportó su primer brote de COVID-19 y tres meses más tarde declaró la “exterminación” de la enfermedad.
Afirman que en este período fueron 4.7 millones las personas que “experimentaron fiebre” pero se recuperaron sin mayores complicaciones, lo que llama la atención en un país en el que escasean los recursos de salud pública y el sistema se encuentra completamente debilitado.
“Corea del Norte sufrió la pandemia incluso más que otros países , fundamentalmente porque la infraestructura sanitaria del país es muy deficiente”, explicó Hyun-woo que precisó, por ejemplo, que carecen de los kits empleados en la detección del virus.
El régimen “no puede permitirse ser transparente en todos los datos del impacto de la pandemia”, sentenció a continuación, ya que ello podría debilitar su poder político y social.
No obstante, muy lentamente Pyongyang ha comenzado a considerar una sutil reapertura, mientras el mundo levanta los aislamientos obligatorios y disminuyen los riesgos de la enfermedad.
Hyun-woo aseguró que en 2022 se registraron los primeros ingresos de mercancías chinas a través de trenes de carga transfronterizos, aunque con una frecuencia mucho menor que la pre pandémica.
“Por poner un ejemplo, el verano pasado -junio y julio concretamente- recopilamos datos que muestran que se han enviado materiales de construcción de China a Corea del Norte”, dijo.
Sorprendió, sin embargo, que los primeros ingresos no sean alimentos o medicamentos sino insumos para la construcción aunque para el ex agente no lo fue tanto. Según explicó, Kim Jong-un tiene en marcha un proyecto clave de su gestión que promete una mega obra de 50.000 nuevas viviendas en la capital.
Este anuncio data de 2021 y contempla la inauguración de 10.000 de estos inmuebles por año, durante cinco años, con el fin de mejorar la calidad de vida de los habitantes.
La importancia del proyecto radica no tanto en los planes en sí sino en que actúa como una manera de ocultar otras iniciativas de alto perfil -como un nuevo hospital general en Pyongyang o un amplio complejo turístico costero en Wonsan-Kalma- que no han podido finalizarse por las sanciones internacionales que pesan sobre el régimen.
La sucesión de Kim Jong-un es otro de los temas que más se han debatido en los últimos meses luego de que, sorpresivamente, el dictador comenzara a mostrarse junto a su hija Kim Ju Ae en actos oficiales y en sus tan preciados lanzamientos de misiles.
Esta irrupción de la niña en la escena política del país y el trato deferente que recibió en los medios estatales ha llevado a muchos a verla como la sucesora del régimen -sobre todo, considerando que se desconoce si, oficialmente, la familia tiene más hijos que pudieran asumir el cargo-.
Hyun-woo, que conoce el manejo desde adentro, tiene sus dudas.
“Basándonos en lo que sabemos sobre los protocolos y las tradiciones que hay detrás de la sucesión en el liderazgo de Corea del Norte, no hay pruebas concretas que nos permitan sostener que Kim Ju Ae, la hija, vaya a ser la siguiente en la línea de sucesión”, dijo y sumó que la designación de una niña tan pequeña como heredera generaría dudas sobre la salud de Kim Jong-un y desestabilizaría su mandato.
Inclusive, esto podría sugerir una situación de emergencia que requiera de un traspaso urgente del poder del dictador que lleva 12 años en el cargo.
No obstante, considerando que “en la política norcoreana se han producido decisiones aparentemente ilógicas e irracionales” puede que se desbaraten las expectativas y que Ju Ae sea “una posibilidad lejana que no voy a descartar por completo”, continuó.
Por último, el empeño del dictador por mejorar su programa nuclear y sus cada vez más frecuentes lanzamientos de misiles balísticos han expuesto la necesidad de retomar las vías diplomáticas y conseguir que el país se siente en la mesa de negociaciones nuevamente.
El último intento de Estados Unidos por conseguir la desnuclearización del país remite a 2019 cuando el entonces presidente Donald Trump se reunió con su homólogo en Hanoi con la esperanza de lograr algún avance en el tema, pero el encuentro concluyó sin éxito.
Desde entonces, la comunicación ha sido casi nula y, por el contrario, la retórica de Washington sólo se endurece con el desarrollo y las provocaciones de Pyongyang, e intensifica sus maniobras conjuntas con Seúl para reforzar la defensa.
Es por ello que la posibilidad de conseguir avances diplomáticos en este momento parece muy baja, admitió Hyun-woo pero no pierde las esperanzas.
“Especialmente ahora, cuando hay un estancamiento diplomático en los canales oficiales, lo que necesitamos para crear un avance es una diplomacia de doble vía… ampliar las oportunidades para los canales privados informales e indirectos de diplomacia”, comentó y destacó el nombramiento del nuevo ministro de Asuntos Exteriores Choe Son Hui quien, a diferencia de su antecesor Ri Son Gwon, es un diplomático de carrera que lleva años tratando con la Casa Blanca.
“Desgraciadamente yo no puedo participar en los canales informales porque Corea del Norte me considera un traidor”, confesó y, si bien se niega a utilizar esa etiqueta para sí mismo, reconoce que sabe que es la empleada por todos en su país y que ello “abre una herida en mi corazón”.
“Aunque vivo en Corea del Sur y disfruto de la libertad que he deseado, en mi corazón aún siento tristeza por los familiares que tuve que dejar atrás”, concluyó.
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