El 9 de mayo, el soldado ruso Ruslan Anitin sufría la persecución de drones ucranianos que lanzaban pequeñas bombas. Desesperado, en ningún momento se avergonzó en suplicar a la cámara del dron que terminara con los bombardeos.
Las imágenes de la cámara fueron retransmitidas en un puesto de mando de la 92ª Brigada Mecanizada de Ucrania a pocos kilómetros de distancia, cerca de la ciudad oriental de Bakhmut. El coronel Pavlo Fedosenko consultó con otros oficiales y ordenó a los pilotos de drones que capturaran vivo a Anitin.
Una línea telefónica ucraniana para rusos que quieren rendirse ha recibido más de 17.000 solicitudes desde septiembre pasado, de acuerdo a información proporcionada por funcionarios ucranianos citada por The Wall Street Journal.
En las redes sociales inundan quejas de soldados que exigen mejores equipamientos para combatir, mientras sus esposas denuncian que les fueron prometidos puestos de trabajo en la retaguardia que luego no se cumplieron.
El relato de Ruslan Anitin a The Wall Street Journal revela la difícil situación que enfrentan muchos soldados rusos en el conflicto con Ucrania. El hombre de 30 años que anteriormente trabajaba como alguacil en una prisión fue movilizado por Rusia y enviado a luchar en Ucrania.
Inicialmente, apoyaba la guerra y pensaba que solo los soldados profesionales participarían en el conflicto. Sin embargo, en septiembre, Rusia movilizó a civiles para unirse al ejército debido a una serie de derrotas en el campo de batalla. Anitin fue reclutado y se encontró en una situación que nunca creyó que viviría.
Un domingo, al terminar su turno en una licorería en la que trabajaba en Idritsa, recibió un llamado que le exigía presentarse en la oficina de reclutamiento de su localidad. Le dijeron que se presentara el lunes listo para salir. De lo contrario, se enfrentaría a penas de cárcel por evasión.
Se despidió de su esposa el domingo por la noche y no la despertó ni a ella ni a su hija de 3 años antes de marcharse. “No le veía sentido”, revela a The Wall Street Journal.
Después de un breve entrenamiento, Anitin y otros reclutas fueron enviados a Ucrania para reforzar la frontera. Durante meses, su unidad se dedicó a tareas de vigilancia y construcción de posiciones fortificadas, sin presenciar combates. Sin embargo, a principios de mayo, recibieron órdenes de trasladarse a Bakhmut para cubrir a los equipos de asalto en retirada.
El fundador del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, acababa de amenazar con retirar a sus mercenarios después de que sufrieran decenas de miles de bajas en su intento por capturar la ciudad.
“Comprendimos que querían meternos en esa picadora de carne”, dijo Anitin a The Wall Street Journal.
El día de la rendición
Anitin y dos compañeros fueron enviados a una trinchera cerca de las líneas ucranianas. Durante una noche de mayo, sufrieron un intenso bombardeo de morteros y drones. Los pequeños drones chinos modificados lanzaban proyectiles explosivos hacia la trinchera.
En medio del caos y los ataques constantes, Anitin resultó herido en la mañana siguiente y perdió contacto con sus superiores. Se encontraba solo y agotado.
Los ucranianos que manejaban los drones observaban todos los movimientos de los soldados rusos. Anitin se trasladó a otra posición. Su amigo y compañero Dmitri Ivanov, de 21 años, sacó el pasador de una granada de mano y la detonó junto a su cabeza. El tercer hombre de su grupo resultó gravemente herido. Más tarde se disparó con su propio rifle, dijeron los ucranianos, según The Wall Street Journal.
Anitin continuaba en soledad y los ataques con drones y morteros persistían. Alrededor de las 5 pm, estaba prácticamente entregado. “Pensé que acabaría quedándome en esa trinchera para siempre”, declaró al medio estadounidense.
Y en un momento se dio cuenta. Era la última idea, pero no tenía otra alternativa: rendirse a los drones.
Los pilotos ucranianos de los drones creyeron en un principio que se trataba de una trampa, pero al observar el lenguaje corporal de Anitin y utilizar las luces de los drones para comunicarse, decidieron darle una oportunidad. Finalmente, los drones comenzaron a alejarse y Anitin decidió seguirlos, en busca de la rendición y la supervivencia.
Un dron de asalto ya tenía decidido matar a Anitin, según su piloto, que se identifica como Boxer. Pero tras ver las imágenes en alta definición de Anitin suplicando por su vida, el joven de 26 años abortó su misión.
“A pesar de que es un enemigo, a pesar de que ha matado a nuestros chicos, me dio pena”, dijo a The Wall Street Journal.
Los ucranianos le pidieron a Boxer que estableciera contacto con el Anitin. Escribió en ruso en un envoltorio de sus raciones de comida: “Ríndanse sigan al dron”.
El dron voló durante cuatro minutos y dejó caer la nota sobre Anitin, que trepó por la pared de la trinchera para tomarla. Ahí finalmente comprendió que el rescate era en serio. “Hicieron saber su voluntad, y les demostré que estaba de acuerdo”, precisó a The Wall Street Journal.
El relato de Anitin expone la difícil situación de muchos soldados rusos que se encuentran en el frente. Los reclutas, en su mayoría civiles sin experiencia militar, se enfrentan a un enemigo mejor preparado y equipado. Muchos de ellos se sienten mal equipados y abandonados por sus superiores. La moral entre los reclutas rusos parece estar debilitándose, y se han registrado miles de solicitudes de rendición de soldados rusos desde septiembre, de acuerdo a The Wall Street Journal.
La historia de Anitin revela la efectividad de los drones en el conflicto. Los vehículos voladores ucranianos han utilizado su capacidad de observación y ataque para infligir bajas a las tropas rusas, especialmente a los reclutas menos experimentados. Estas tecnologías de drones están cambiando el panorama del conflicto y representan un desafío significativo para las tropas de Putin.
Anitin podría enfrentarse a la cárcel si es devuelto a Rusia en un canje de prisioneros. Aseguró que eso es todo lo que quiere ahora.
“Que me encierren”, declaró a The Wall Street Journal. “Me gustaría volver a casa con mi familia y no volver a experimentar el tipo de cosas que he visto aquí”, concluyó.
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