Es imposible para los más de 25 millones de norcoreanos poder acceder a internet, ese es un lujo que sólo se pueden dar unos pocos miles de miembros de la élite de ese reino hermético y ermitaño. Y ni aún así, porque es bien sabido que el libre acceso a la información es prácticamente nulo, por lo que la mayoría de la información que hay en la web, está censurada.
Una nueva investigación de la organización de derechos humanos con sede en Corea del Sur Personas para la Reunificación Exitosa de Corea (Pscore) detalla la realidad de aquellos que, en circunstancias muy limitadas, logran conectarse en Corea del Norte.
La documentación presentada por la ONG en la conferencia de derechos humanos RightsCon demuestra la restricción que el régimen ejerce sobre las libertades de las personas para poder acceder a internet superando incluso a los métodos restrictivos y vigilados de China e Irán.
En pocas palabras, para millones de personas en Corea del Norte, internet simplemente no existe.
“Me enseñaron sobre la World Wide Web, e incluso tuve que memorizarla para un examen, pero solo sabía sobre Internet en teoría”, dijo a los investigadores de Pscore un desertor norcoreano que abandonó el país.
“Sabía que era una especie de red en la que puedes buscar, pero en realidad no sabía qué era”, dijo otra persona que no “conocía el concepto de Wi-Fi”, y mucho menos tenía idea sobre qué era Google.
Los funcionarios de Kim Jong-un, controlan todos los flujos de información y presentan la propaganda estatal al mundo. Los analistas recurren a las personas que logran escapar y desertar del régimen, enfrentando un gran riesgo personal.
El informe de libertad en Internet de Pscore se basa en 24 entrevistas cara a cara con desertores y una encuesta de otros 158. Todos abandonaron Corea del Norte entre 2012 y 2022, según publica el medio Wired.
El informe dice que el investigador norcoreano Kim Suk-Han (todos los nombres de desertores incluidos en la investigación son seudónimos por razones de seguridad) usó internet cinco veces cuando vivía en el país. Habían usado internet durante un viaje a China y tenían grandes expectativas, dijeron a los investigadores. En cambio, enfrentaron acceso limitado y vigilancia constante.
“Un bibliotecario se sienta entre dos usuarios de internet y supervisa continuamente lo que buscan las personas de ambos lados”, dijo Kim en su testimonio a los investigadores.
“Cada cinco minutos, la pantalla se congela automáticamente y el bibliotecario debe realizar una autenticación de huellas dactilares para permitir un mayor uso de Internet”, agregó.
A las personas se les permite usar internet durante una hora, y si alguien quisiera navegar por más tiempo, tendría que obtener un nuevo permiso, dijo Kim.
Pera poder acceder a ese permiso, les tomó casi dos días, una tarea que requería la aprobación de varios funcionarios de la abultada burocracia del régimen. Si llegara a solicitar permisos frecuentemente, tendría que esperar, dijo Kim.
“Todos los sitios web coreanos están bloqueados y solo están disponibles los sitios web en chino o inglés”, dijo.
El número de dispositivos digitales ha aumentado en los últimos años en Corea del Norte. Alrededor del 50 al 80 por ciento de los adultos ahora puede tener teléfonos móviles, lo que les permite enviar mensajes de texto y llamar a sus familiares.
Sin embargo, el uso de estos teléfonos también está controlado, además que la velocidad para el uso de datos es muy lenta, los dispositivos hacen capturas de pantalla cada pocos minutos y los códigos que tienen para acceder a internet sólo les permite ver contenido aprobado por el régimen. Y la penetración de Internet no está ni cerca del mismo nivel.
“Los norcoreanos no pueden usarlo, ni por la infraestructura ni por las malas condiciones del país”, dice Nam Bada, secretario general de Pscore y editor del informe. “Es solo por la política gubernamental”.
En el territorio de Corea del Norte está prohibida toda la información externa, incluidos los programas de televisión y el contenido de Corea del Sur, los cuales se pasan de contrabando a través de la frontera mediante unidades USB, lo que permite a las personas vislumbrar un poco del mundo exterior.
“La nueva ley impone penas severas, que pueden incluir la muerte, a las personas a las que se sorprenda con información extranjera”, dice Martyn Williams, quien es miembro del Centro Stimson y del proyecto 38 North que ha estudiado extensamente la tecnología en Corea del Norte.
En 2021 se dio a conocer que un hombre que introdujo de contrabando copias de la serie de Netflix “Juegos del Calamar” en Corea del Norte fue sentenciado a muerte.
Si bien el acceso estrictamente controlado a internet está disponible para unos pocos miles de “élites”, la “intranet” local es marginalmente más accesible, al menos en teoría. Conocida como Kwangmyong, la intranet ofrece solo un puñado de sitios web.
“Los ciudadanos pueden acceder (a la intranet) desde sus teléfonos o desde sus computadoras”, dijo Williams.
“A lo largo de los años, hemos visto muchos sitios web mostrados y ofrecidos, y parece que muchos sectores importantes del gobierno tienen sus propios sitios con información oficial”, agregó
Pscore reseñó en su informe que algunos desertores le confesaron que los precios de la intranet eran generalmente demasiado altos para la mayoría de las personas, lo que significa que gran parte del acceso ocurre en edificios oficiales, como universidades y bibliotecas, donde los niveles de vigilancia son altos.
“He jugado en secreto el juego ‘Dota´ a través de la intranet con personas en otra región”, dijo un desertor, bajo el seudónimo de Jung Woo-Jin.
“Solo he jugado tres veces. Si juegas más, su IP quedará expuesta al usar más de un tiempo determinado, luego se registrará su lugar”, agregó.
A nivel mundial, 5.300 millones de personas usan Internet con regularidad, o alrededor del 66% de la población de la Tierra. Durante años, los organismos oficiales han declarado que el acceso a internet es un derecho humano, y las Naciones Unidas dicen que debería haber una conectividad total para 2030.
Seguir leyendo: