La economía rusa está perdiendo a sus mejores y más brillantes trabajadores debido a la emigración masiva de jóvenes que se produjo tras la decisión de Vladimir Putin de invadir Ucrania en febrero del año pasado, algo que podría dañar la economía del país durante generaciones.
“No creo que las autoridades rusas lo admitan, pero hemos asistido a una fuga masiva de cerebros”, declaró Alexandra Prokopenko, ex asesora del Banco Central de Rusia, a la estadounidense NPR.
La propia Prokopenko forma parte de una oleada masiva de jóvenes rusos que han huido de su país. Ahora se desempeña en el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores. Su trabajo sigue centrándose en la economía rusa, con la publicación de nuevos análisis y datos cada semana.
Según una estimación citada por la ex funcionaria, más de 1,3 millones de rusos menores de 35 años abandonaron la población activa rusa sólo el año pasado.
Esta pérdida masiva de talento parece ser una de las mayores consecuencias económicas de la invasión rusa a Ucrania. Y supone un enorme problema para la economía del país: sin trabajadores, muchas empresas y negocios tienen que reducir su plantilla o incluso cerrar por completo.
Entre los que han abandonado el país se encuentran trabajadores formados con conocimientos muy demandados, como ingeniería o programación informática.
Aunque incluso antes de la invasión Rusia sufría escasez de mano de obra, el problema se profundizó a partir de ella.
Ahora, hay una generación de trabajadores cualificados que han huido del país o luchan en el frente: alrededor de 200.000 soldados rusos han muerto o han resultado heridos mientras luchaban en Ucrania, con algunas estimaciones que cifran las pérdidas en 500 soldados al día. El ejército movilizó además 300.000 soldados el año pasado y tiene previsto movilizar cientos de miles más este año.
“Ahora es una crisis demográfica en toda regla”, dijo Oleg Itskhoki, economista de la Universidad de California en Los Ángeles, a NPR.
Impacto en la economía
En 2022, la economía rusa se mantuvo fuerte a pesar de las duras sanciones, gracias sobre todo a que Rusia pudo vender su petróleo a China e India, entre otros.
Pero 2023 es un año muy diferente para la economía rusa. Las sanciones europeas han entrado en vigor, por lo que los ingresos del petróleo han bajado mucho y ahora la guerra le cuesta a Rusia cientos de millones de dólares al día.
También empieza a sentirse en impacto de la escasez de trabajadores: el mes pasado la producción industrial de Rusia se desplomó un 5% respecto al mes anterior.
“2023 es el año de las decisiones difíciles para Rusia”, dijo Itskhoki.
Según Itskhoki, en estos momentos Rusia necesita dinero, lo que significa que Vladimir Putin tendrá que subir los impuestos (probablemente a las empresas) u obligar a la gente a comprar bonos de guerra, o ambas cosas.
Eso podría erosionar el apoyo a la guerra, que Putin necesita desesperadamente.
Prokopenko dijo que está en contacto con muchos compatriotas rusos que se han marchado, la mayoría jóvenes trabajadores cualificados como ella. Dice que el consenso es que mientras Putin dirija el país, no hay vuelta atrás.
“Me encantaría volver, pero no creo que sea seguro para mí”, afirma. “En Rusia la gente puede convertirse en prisionera por nada”.
Y eso, coinciden Prokopenko e Itskhoki, es un gran problema para Rusia, tanto en el corto como en el largo plazo.
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