El Kremlin informó este sábado a periodistas de “países hostiles” -entre ellos a los miembros de la oficina rusa de la agencia Reuters- que no les será permitido el ingreso al Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF), que tendrá lugar entre el 14 y el 17 de junio.
“En efecto, esta vez se ha decidido no acreditar en el SPIEF a publicaciones de países hostiles”, declaró a la agencia de noticias TASS el portavoz oficial Dmitry Peskov a la vez que aseguró que “el interés por el SPIEF es siempre grande y todos los demás periodistas trabajarán en él”.
El Foro de San Petersburgo, antigua capital imperial construida por el zar Pedro el Grande hace unos 300 años como “ventana” a Europa, se celebra cada año desde 1997. A los ojos de Vladimir Putin, se trata del momento ideal para mostrar la economía de su país a los inversores mundiales mientras que muchos funcionarios lo consideran una respuesta al Foro Económico Mundial de Davos.
En 2021, Putin había destacado este encuentro y aseguró que “este tipo de grandes acontecimientos y foros realmente unen y acercan a personas de distintos países”.
“Rusia facilitará estos encuentros en la mayor medida posible y, de igual modo, facilitará el intercambio de experiencias y la demostración de logros pioneros en ciencia y tecnología”, sumó entonces.
Este año, sin embargo, será la primera vez desde su creación que periodistas occidentales -señalados por Moscú como “no amigos” por condenar la ofensiva en Ucrania- no cubrirán el mega evento.
En la década de los 2000 el SPIEF tuvo su auge y atraía en masa a los principales inversores y banqueros de occidente, que viajaban con el anhelo de beneficiarse del fuerte crecimiento que se vio durante la primera década del gobierno de Putin.
Pero, con el correr de los años, este interés fue decayendo y los roces del líder del Kremlin con los países opositores a su ideología se fueron intensificando. Putin, que considera que los aliados han desatado una guerra económica e híbrida con el objetivo de desgarrar a su país, lleva años intentando sustituir estas inversiones por adinerados chinos y árabes, que apuestan por una profundización de las relaciones bilaterales.
Inclusive, en foro de 2021, el ministro de Energía saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, mantuvo conversaciones con el viceprimer ministro ruso, Alexander Novak.
Sin embargo, las perspectivas del foro de este año podrían verse teñidas por los indicadores negativos de la economía del país.
Más allá del apoyo de los países amigos de Moscú, las sanciones y presiones por la guerra han llevado a que las principales exportaciones del país -de gas y petróleo- perdieran importantes clientes. A la par, las finanzas públicas están cada vez bajo una presión mayor y, desde noviembre de 2022, el rublo se devaluó más de un 20% frente al dólar.
La mano de obra, por su parte, se vio afectada ya que la mayoría de los jóvenes que antes se dedicaban a estas tareas, ahora son enviados al campo de batalla o, inclusive, escapan del país.
“La economía rusa está entrando en una regresión a largo plazo”, aseguró la antigua funcionaria del Banco Central de Rusia, Alexandra Prokopenko mientras que la investigadora del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, Maria Shagina, coincidió con su visión y comentó que “a pesar de la resistencia de Rusia a corto plazo, el panorama a largo plazo es sombrío: Moscú se encerrará mucho más en sí misma y dependerá excesivamente de China”.
(Con información de Reuters)
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