Faltan trabajadores en ciertas áreas y los que pueden ocuparse exigen nuevas condiciones. Esto podría ser un rápido resumen de las paradojas sobre el mundo del trabajo que muchos reconocen ha acelerado la pandemia del coronavirus. Luego del trabajo remoto, ahora la idea de reducir, no el tiempo de trabajo, sino la cantidad de días en los que se realiza está ganando terreno en toda Europa.
En una reciente charla que el presidente Emmanuel Macron, que convocó a cuatro investigadores, quienes le pidieron proyectar al país hacia una “civilización ecológica”, Jérôme Fourquet, director del departamento de opinión de IFOP, ensayaba los nuevos parámetros culturales que reclama la sociedad, al menos francesa. Para el investigador la aspiración personal pasa por recuperar el control de la vida: “El tiempo pertenecía a Dios, luego pertenecía al trabajo. Hoy pertenece al individuo”, explicaba.
En España, el Reino Unido o Bélgica ya hay pruebas a gran escala de la semana laboral de cuatro días. Pero para llevarlo mas allá, el comisario europeo de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit, sugirió hace días desde Bruselas que desplegar este modelo puede atraer mano de obra especialmente en sectores con dificultades.
En una entrevista con la agencia de noticias portuguesa Lusa, el funcionario comunitario considera que “el mayor problema en la Unión Europea no es tanto el desempleo” sino la falta de mano de obra. “Muchas industrias están desesperadas por encontrar empleados y no pueden encontrarlos porque la gente no quiere trabajar allí o no tiene las habilidades adecuadas”, dice.
El Reino Unido, Alemania y Francia han recurrido a distintas alternativas de contratación y flexibilización del visado para atraer extranjeros para desarrollar tareas que no encuentran candidatos. Sin embargo, este panorama no es suficiente y en algunos casos revisten a situaciones muy complejas como la falta en servicios esenciales.
El comisario europeo cree necesario que las empresas a ponga en marcha medidas más atractivas en el mercado de trabajo, sosteniendo tambien que “las nuevas generaciones tienen una cierta visión del equilibrio entre el trabajo y la vida personal”.
Según Schmit, “negociaciones entre los interlocutores sociales”, y en la nota al medio portugués destaca el ejemplo de Alemania, donde el sindicato más grande del país, IG-Metall, ha negociado durante varios años por una generalización de los cuatro días a la semana en el sector metalúrgico.
En febrero del 2022, los empleados belgas ganaron el derecho de una semana laboral de cuatro días, en lugar de los cinco, y fundamentalmente sin pérdida de salario. Otros ensayos que se hicieron con reducción de pagas fue rechazado.
La legislación entrada en vigor el 21 de noviembre en Bélgica, da la opción a los empleados entre trabajar 4 o 5 días, aunque de elegir por la primera posibilidad debe condensar las horas en esas jornadas laborales. “El objetivo es dar más libertad a las personas y a las empresas para organizar su tiempo de trabajo”, sostuvo el Primer Ministro, Alexander de Croo, al defender la medida.
Mientras el Gobierno de Emmanuel Macron se enfrenta al rechazo contra la reforma de las jubilaciones, la alternativa de encontrar un nuevo modelo de trabajo parece ser un premio para los franceses desencantados. Aunque se espera una reforma que pueda generalizar este sistema, algunas empresas pioneras permiten a sus empleados trabajar sus treinta y cinco horas en cuatro días.
Portugal va a lanzar un proyecto de prueba, de forma voluntaria y sin pérdida de ingresos. Cuarenta y seis empresas ya han expresado interés en implementar este proyecto, la mayoría con hasta diez empleados. Cinco de ellas emplean a más de 1.000 personas y operan en los sectores de consultoría, actividades y técnicas científicas o información y comunicación.
Siendo que faltan desde enfermeras, carniceros o camioneros, Reino Unido ha hecho de esta reforma un ensayo pionero y exitoso. Las empresas británicas que han probado durante 6 meses la semana laboral de cuatro días van a extender el modelo.
Decenas de empresas han participado durante seis meses de este ensayo, considerado el mayor de este tipo, que desde el 6 de junio pasado observa el comportamiento de trabajadores, empresas, productividad, diferencia entre los géneros y bienestar, incluso el impacto sobre el medio ambiente.
También España lleva esta iniciativa adelante. El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a través de la Fundación Pública EOI, dirige un programa para pymes industriales. Un total de 41 empresas han presentado su solicitud para las ayudas al impulso de la mejora de la productividad a través de proyectos piloto de reducción de la jornada laboral.
El economista Pedro Gomes se ha convertido en uno de los principales gurús de la semana de 4 días desde que publicó su libro “Viernes es el nuevo sábado”, publicado en el Reino Unido, Portugal y Corea del Sur. La obra ha recibido críticas destacadas Financial Times, The Wall Street Journal y el Nobel de Economía Christopher Pissarides.
Gomes, quien conversó con Infobae desde Londres, destacó que de todos los estudios sobre pruebas pilotos, los trabajadores se mostraron entusiasmados, motivados, aumentó la productividad y la creatividad en sus puestos de trabajo.
Además, se redujo el ausentismo, la rotación de plantillas, las faltas por enfermedades, incluso viendo las empresas mejoras en la calidad de los servicios o productos ofrecidos, hasta la reducción de costes vinculados a su negocio.
Aunque el modelo viene ganando adeptos, la convergencia, al menos en la Unión Europea, deberá comprometer a los 27, debiendo cada gobierno adaptar su legislación para llegar luego a un modelo comunitario.
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