Las autoridades de Hong Kong han supuestamente detenido a un estudiante uigur desaparecido desde hace más de dos semanas, después de que éste enviara un mensaje en el que afirmaba que estaba siendo interrogado por la policía china en el aeropuerto de la ciudad, informó el viernes Amnistía Internacional.
El grupo de derechos humanos ha denunciado que Abuduwaili Abudureheman, nacido en la región de Xinjiang, en el oeste de China, se trasladó al centro financiero el pasado 10 de mayo desde Corea del Sur, país en el que estaba cursando estudios de doctorado, para visitar a un amigo.
Al parecer, desde que envió el texto a un amigo informando de que estaba siendo sometido a un interrogatorio tras su llegada, no se ha vuelto a saber nada de él.
“Preocupa profundamente no saber qué suerte ha corrido, teniendo en cuenta el historial de crímenes de lesa humanidad cometidos contra uigures por el gobierno chino en Xinjiang, y su persecución constante del colectivo que viaja al extranjero”, dijo en un comunicado Alkan Akad, investigador de Amnistía Internacional especializado en China.
El investigador urgió a las autoridades hongkonesas a revelar urgentemente el paradero de Abudureheman por considerar que “corre grave peligro de tortura por su etnia y religión” y que, “si está detenido, deben proporcionarle acceso a un abogado y a sus familiares, y protegerlo contra cualquier maltrato”.
La antigua colonia británica de Hong Kong regresó a China en 1997 con la promesa de que conservaría sus libertades y autonomía durante 50 años. Sin embargo, sus detractores afirman que Beijing está aumentando su control sobre el territorio y reduciendo sus libertades.
La Ley de Seguridad Nacional, impuesta por Beijing a la ciudad en 2020, contempla largas sentencias e incluso la cadena perpetua por los delitos de secesión, subversión, terrorismo y “connivencia con un país extranjero o con elementos externos”.
Quienes resulten imputados en virtud de la ley -aplicable tanto a hongkoneses como a extranjeros, incluso a quienes simplemente visiten ese territorio- pueden ser enviados a China continental para ser juzgados.
Según los críticos, la Ley de Seguridad Nacional es excesivamente ambigua, lo que da al régimen un amplio margen de maniobra para detener y acusar a personas por su discurso político o por interacciones banales con ciudadanos de otros países.
De acuerdo con algunos informes de las Naciones Unidas y de grupos de defensa de los derechos humanos, más de un millón de uigures y miembros de otros grupos mayoritariamente musulmanes se encuentran detenidos en campos de concentración en los que, según estas organizaciones, han sido torturados, agredidos sexualmente y obligados a abandonar su lengua y su religión.
China niega categóricamente que en Xinjiang, que cuenta con una superficie superior a la de Perú y con una población de unos 25 millones de habitantes, existan trabajos forzados o centros de internamiento o que se opriman las prácticas religiosas, y considera las informaciones en ese sentido como “acusaciones sin ningún fundamento” que “indignan” a la población de la zona.
Los uigures en el extranjero viven bajo el miedo de la represión china
Un estudio reveló cómo el régimen chino ha extendido su represión sobre los uigures que viven en el extranjero, utilizando tácticas de inteligencia y presión sobre las familias migrantes de esta minoría étnica, que se ven silenciadas e incluso presionadas para espiarse entre ellas.
Los investigadores de la Universidad de Sheffield entrevistaron a más de 120 uigures en Turquía y varios más en el Reino Unido, y obtuvieron notas de la policía china que detallaban sus tácticas. Los resultados indicaron que cuatro de cada cinco encuestados en Turquía habían sido amenazados por teléfono por la policía o los funcionarios de seguridad estatales chinos, a menudo con represalias contra sus familias en China, o con amenazas a sus familias en Xinjiang.
“Te conocemos mejor de lo que te conoces a ti misma”, le dijo un agente de la policía china a Aynür, quien vive en Turquía. A ella le pidieron que recabe información sobre las actividades de sus amigos uigures. Ella había aceptado responder sus preguntas, pero se negó a informar sobre otros. Allí el tono de la policía se volvió más amenazante, diciéndole que “China es cada vez más fuerte” y le recordaron que, aunque era ciudadana turca y estaba a miles de kilómetros del gigante asiático, estaba bajo vigilancia constante.
El reporte señala que esta forma de acoso y vigilancia es una historia cotidiana en la diáspora uigur, con una represión transnacional a gran escala, en medio de los impactos por la violencia estatal, la separación familiar y la infiltración de espías que ya sufren en sus vidas cotidianas mientras intentan construir vidas en nuevas sociedades.
(Con información de EFE y AFP)
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