Un grupo de orcas embistió reiteradamente un yate en el Estrecho de Gibraltar esta semana, y le causó tantos daños que los socorristas españoles tuvieron que acudir en ayuda de sus cuatro tripulantes.
Fue el episodio más reciente de una desconcertante tendencia en el comportamiento de las orcas que habitan la costa atlántica de la península Ibérica que ha obligado a los investigadores a buscar una causa.
El servicio de Salvamento Marítimo español declaró que las orcas chocaron repetidamente contra el Mustique, un buque de 20 metros (65 pies) que navegaba bajo bandera de Gran Bretaña, a última hora del miércoles, inutilizando su timón y agrietando su casco. Los rescatistas españoles tuvieron que bombear el agua del mar antes de remolcarlo a un lugar seguro.
La alerta llegó al servicio español a través de sus homólogos británicos, que habían retransmitido la llamada de socorro, informó el servicio español. Se desplegaron un helicóptero y un bote de rescate para ayudar a la embarcación averiada a atracar en Barbate.
Se trata del 24° incidente de este tipo registrado por el servicio este año. El servicio no facilitó datos del año pasado.
Pero el Grupo de Trabajo de Orcas del Atlántico, un equipo de investigadores españoles y portugueses de la vida marina que estudian las orcas cerca de la península Ibérica, afirmó que estos incidentes se registraron por primera vez hace tres años. En 2020, el grupo registró 52 incidentes de este tipo, algunos de los cuales dieron como resultado timones dañados. La cifra aumentó a 197 en 2021 y a 207 en 2022.
Las orcas parecen estar atacando embarcaciones en un amplio arco que cubre la costa occidental de la península Ibérica, desde las aguas cercanas al Estrecho de Gibraltar hasta Galicia en el noroeste de España.
Según el grupo, estas orcas son un pequeño grupo de unas 35 ballenas que pasan la mayor parte del año cerca de la costa ibérica persiguiendo al atún rojo. Las llamadas orcas ibéricas tienen una longitud media de cinco a 6,5 metros (16-21 pies), en comparación con las orcas de la Antártida, que pueden alcanzar los nueve metros (29,5 pies).
No se han registrado ataques a nadadores. Las interacciones en los barcos parecen cesar una vez que la embarcación queda inmovilizada.
(Con información de AP)
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