Seis alcaldes en menos de dos años: Johannesburgo, la ciudad en la que los cargos políticos se miden en semanas

Mientras los políticos hacen y deshacen sus alianzas a pura conveniencia, los 5,6 millones de habitantes conviven con escasez de recursos, creciente violencia y montañas de basura

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Seis alcaldes en menos de
Seis alcaldes en menos de dos años: Johannesburgo, la ciudad en la que los cargos políticos se miden en semanas y meses (REUTERS)

Johannesburgo es famosa por varias cuestiones. Es la ciudad más grande de Sudáfrica, supo ser una mina de oro que seducía a exploradores de todo el mundo, fue sede de la Copa del Mundo de la FIFA en 2010 y, ahora, también se la conoce por sus cargos políticos express.

En los últimos 22 meses, la ciudad ha cambiado seis veces de alcalde, en una clara lucha entre funcionarios que se disputan el poder a costa del bienestar y correcto desarrollo de sus 5,6 millones de ciudadanos.

El último de estos cambios se concretó días atrás, en mayo, con la asunción de Kabelo Gwamanda al cargo del Ejecutivo local. Su llegada, sin embargo, no fue sencilla. Por el contrario, se dio tras varios días de negociaciones y tensiones ya que pertenece a un partido muy débil. En las últimas elecciones no consiguió más del 1% de los votos.

Kabelo Gwamanda asumió en mayo
Kabelo Gwamanda asumió en mayo como el sexto alcalde en 22 meses de Joburg

Pero, en medio de esta especie de chiste político y como consecuencia de un vacío que ha desorientado a la población, Gwamanda obtuvo la mayoría de los votos de los 270 concejales electos de la ciudad.

El gran interrogante ahora es si logrará mantenerse en su cargo durante un tiempo prolongado y pondrá, así, fin a este capítulo de recambios constantes o si seguirá la tendencia de sus predecesores y verá su salida en unas pocas semanas.

Este caos municipal que deriva de la pelea por el poder entre los políticos y su incapacidad por mantenerse fieles a un sólo líder, repercute en los habitantes de Johannesburgo, que quedan rehenes de esta situación.

“Nosotros, como Gobierno, tenemos que ofrecer servicios por los que -al menos- valga la pena contribuir. Colaboremos para que vuelva a latir el corazón de la ciudad de Johannesburgo”, dijo Gwamanda en su investidura, con aires de esperanza y cambio, al igual que lo hicieron los alcaldes anteriores.

Mientras tanto, grifos secos, montañas de basura, edificios en ruina, días sin electricidad y calles destrozadas y sin pavimentar son algunas de las postales que se pueden apreciar a menudo en esta ciudad. Casi la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y las obras y mejoras en infraestructura son casi inexistentes.

Casi la mitad de la
Casi la mitad de la población de Johannesburgo, de 5,6 millones de personas, vive por debajo del umbral de la pobreza (REUTERS)

“Una ciudad africana de primera clase”, vende el eslogan municipal que sólo hace referencia a las zonas mineras ricas y los escasos centros comerciales de lujo y comunidades aburguesadas, mientras hay trabajadores que no logran acceder a una vivienda digna y viven en bungalows y robustos albergues.

Y, aunque resulte difícil de creer, el escenario todavía puede ser peor.

Sudáfrica celebrará el año entrante sus elecciones presidenciales, lo que significa que los partidos comenzarán a formar coaliciones que les permitan romper el umbral del 50% -dado que ninguno logra obtener más de la mitad de los votos de forma independiente- y, así, hacerse con el control del ayuntamiento y elegir a un nuevo alcalde.

Este escenario se ve desde hace dos años en la ciudad donde las propias coaliciones gobernantes se enfrentan entre sí y dan lugar a nuevas alianzas, puramente con intereses electorales.

Desde hace años, las coaliciones
Desde hace años, las coaliciones gobernantes se enfrentan entre sí y dan lugar a nuevas alianzas, puramente con intereses electorales (Getty Images)

“Esto es infantil. Ya no podemos confiar en esta gente”, lamentó Junior Manyama, miembro del Congreso Nacional Africano -mayor partido político de la ciudad-, que no dudó en expresar su descontento al conocer que su organización -con 91 escaños- aceptó un acuerdo de reparto de poder. Ello permite a algún miembro de un partido de tan sólo tres escaños dirigir la ciudad más grande del país.

Hubo, sin embargo, un momento en el que los sudafricanos no debieron preocuparse por el debilitamiento de la política en el país. Esta estabilidad se remonta a las dos décadas posteriores a las primeras elecciones democráticas que se celebraron en 1994, cuando el partido Congreso Nacional Africano dominaba las urnas, tanto a nivel nacional como municipal.

Esa primavera parecía eterna pero, con el correr de los años, el A.N.C ha ido perdiendo el control de varios municipios importantes y, de cara a los comicios de 2024, los analistas estiman que su adhesión podría -inclusive- situarse por primera vez por debajo del 50 por ciento.

En los comicios de 2024,
En los comicios de 2024, el A.N.C podría no contar con el 50% de los votantes y verse obligado a aliarse con otras facciones (AFP)

Como consecuencia, nuevamente el Presidente y otros altos dirigentes deberán ser elegidos por medio de estas alianzas express, oportunistas y -claramente- inestables.

Michael Beaumont, presidente nacional del partido ActionSA, el tercero más grande de Joburg -como se conoce coloquialmente a la ciudad-, comentó que “el A.N.C va a hacer campaña activamente diciendo: ‘Más vale malo conocido que este lío de coalición’”.

Pero no todo parece estar perdido. Los habitantes de Johannesburgo, decididos a vivir felices a pesar de estos obstáculos, inundan las calles de música, festivales y comida local. Los visitantes se pasean entre exposiciones de arte y obras de teatro, jardines con flora autóctona y mercados de moda y piezas artesanales que aportan luz, incluso en los días de escasez de suministro.

Los habitantes de Johannesburgo no
Los habitantes de Johannesburgo no pierden las esperanzas y depositan su alegría en las calles plasmadas de arte y vida (EFE)

Habrá que esperar, entonces, a que el país elija a sus nuevas autoridades el año que viene y ver qué pudo más: si la puja del poder de la política o la fuerza de los habitantes, que no pierden la esperanza de que las cosas puedan cambiar.

Habrá que ver, también, si Gwamanda verá esto desde su cargo o si será él también un inquilino temporario del cargo Ejecutivo.

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