Estados Unidos dijo este lunes que confía en el funcionamiento de las autoridades electorales de Turquía pese a las acusaciones de manipulación y negó que tenga un favorito de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que se celebrará el 28 de mayo.
El presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, quien lleva 20 años en el poder, se enfrentará con su rival, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, tras ganar el domingo en la primera vuelta.
“Turquía tiene una larga tradición democrática y confiamos en que las autoridades turcas llevarán a cabo esta próxima fase de las elecciones presidenciales de acuerdo con las leyes del país y con sus compromisos” internacionales, dijo en una rueda de prensa el portavoz del Departamento de Estado Vedant Patel.
La Administración de Joe Biden en Estados Unidos no tiene a ningún favorito en la segunda vuelta y quiere trabajar con “cualquier Gobierno turco que salga elegido por el pueblo de Turquía”, agregó el funcionario.
“Felicitamos al pueblo de Turquía por expresar pacíficamente su voluntad en las urnas y también felicitamos al Parlamento recién elegido”, dijo Patel, quien recordó que Ankara es “un aliado de largo recorrido” de Washington, además de un miembro de la OTAN.
La Comisión Electoral de Turquía indicó este lunes que con el recuento prácticamente terminado, ninguno de los candidatos logrará superar el 50 %, teniendo Erdogan un 49,5 % y Kiliçdaroglu un 45 % de las papeletas.
Pese a que Erdogan ha perdido con este resultado la mayoría absoluta que obtuvo en 2014 y que revalidó en 2018, los apoyos recibidos están muy por encima de lo que preveían los sondeos.
Ese triunfo sin mayoría le obligará a concurrir por primera vez a una segunda vuelta, para la que parte con ventaja y frente a una oposición que ha recibido la inesperada derrota con desilusión.
Las presidenciales y parlamentarias celebradas el domingo han sido un plebiscito sobre la popularidad del presidente y sobre la polarización de la sociedad turca alrededor de él.
En esta campaña, el presidente de 69 años de edad planteó las elecciones como una prueba de supervivencia del país, advirtiendo de que, si él perdía, la oposición pactaría con terroristas kurdos, Turquía se hundiría en el caos y quedaría a merced de intereses económicos y políticos de Occidente.
La oposición, por su parte, ha presentado a Erdogan como origen de todos los problemas de Turquía y ha prometido revertir la pérdida de derechos y libertades, y sanear una economía muy afectada por la depreciación de la lira y la elevada inflación.
Al final, ni el desgaste de 20 años de creciente autoritarismo, ni las crisis económica, ni las críticas por la mala gestión de los devastadores terremotos del pasado febrero han pasado suficiente factura al presidente.
De cara a la segunda vuelta del 28 de mayo, Erdogan parte con una ventaja de 2,5 millones de votos sobre Kiliçdaroglu.
La misión de observadores internacionales de la OSCE ha señalado que las elecciones estuvieron marcadas por la vulneración de algunos derechos y por las ventajas de que disfrutaron los candidatos gubernamentales.
(Con información de EFE)
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