Noruega asumió este jueves hasta 2025 la presidencia rotatoria del Consejo Ártico con el compromiso de reactivar su trabajo pero sin levantar el aislamiento a Rusia decretado el año pasado por el resto de los miembros a raíz de la invasión militar a Ucrania.
“Nuestro objetivo es que el Consejo Ártico reanude su importante trabajo durante la presidencia noruega. Exploraremos con el resto de estados miembros cómo se puede lograr esto en la práctica. El contacto político con Rusia no es posible pero seguiremos siendo predecibles en nuestro trato con Rusia”, señaló en un comunicado la ministra de Exteriores noruega, Annika Huitfeldt.
Las reuniones oficiales del consejo fueron suspendidas en febrero de 2022, aunque en junio se reanudaron los proyectos que no incluían la participación directa de Rusia. Los países -Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia- dijeron que no enviarían representantes a las reuniones del Consejo en Rusia -el mayor Estado ártico del mundo-, aunque seguían convencidos del valor de la cooperación ártica.
Noruega asumió la presidencia precisamente a manos de Rusia en una reunión digital celebrada entre representantes de los ocho países que lo integran -todos miembros de la OTAN salvo Rusia y Suecia, cuyo ingreso en la Alianza fue aprobado en junio pasado y está a la espera de ser formalizado- y de seis organizaciones de pueblos indígenas del Ártico.
Las investigaciones en las que participa Rusia, que van desde los trabajos climáticos hasta la cartografía de los osos polares, han quedado en suspenso, y los científicos han perdido el acceso a importantes instalaciones en el Ártico ruso.
El Consejo Ártico, que abarca una zona en la que viven más de 4 millones de personas, es uno de los únicos lugares en los que Rusia se sienta en la misma mesa que los países occidentales.
Durante los dos años de presidencia rusa, el Consejo Ártico se enfrentó a la mayor amenaza a su existencia desde su creación en 1996.
Ello podría repercutir en el medio ambiente del Ártico, con el deshielo del hielo marino y el interés de los países no árticos por los recursos minerales de la vasta región, en su mayoría sin explotar. La región también podría ver nuevos pasos navales y nuevas oportunidades para el comercio, ya que el tiempo de viaje de los barcos entre Asia y Occidente podría reducirse notablemente.
El Ministro danés de Asuntos Exteriores, Lars Løkke Rasmussen, declaró recientemente que el Consejo “cojea un poco. Pero realmente no hay alternativa”.
“Es un reto enorme para Noruega. Tienen que aislar a Rusia y al mismo tiempo asegurarse de no provocar a Rusia para que disuelva el Consejo”, dijo Rasmus Gjedssø Bertelsen, de la Universidad Ártica de Noruega en Tromsoe.
El Consejo Ártico se ha desempeñado como un foro que funciona por consenso y en el que se discuten todo tipo de cuestiones salvo las militares.
Los países miembros acordaron este jueves una declaración conjunta en la que reconocen el rol “único” e “histórico” de este organismo para impulsar una cooperación constructiva y la estabilidad y el diálogo en la región ártica.
El documento reconoce asimismo el compromiso para trabajar por la protección y la consolidación del consejo, así como los derechos de los pueblos indígenas de la zona y la importancia de la cooperación transfronteriza.
Huitfeldt resaltó que la presidencia noruega tiene como principales prioridades los océanos, el clima y el medio ambiente, el desarrollo económico sostenible y los pueblos del Ártico.
Gjedssø Bertelsen, por su parte, temía que los pueblos indígenas pudieran “perder un foro importante y una plataforma destacada”, y añadió que muchos de los grupos son organizaciones transfronterizas y no siguen las fronteras nacionales.
Varios países como Francia, Alemania, China, Japón, India y Corea asisten a las reuniones del Consejo Ártico en calidad de observadores, lo que significa que la política internacional es otro reto para la presidencia de Noruega, declaró a la agencia de noticias AP.
Un experto en política de seguridad en las regiones polares, Dwayne Ryan Menezes, advirtió que con la llegada de Noruega al poder, los problemas del foro no desaparecerán.
El país escandinavo “reconoce claramente los retos que tiene por delante, especialmente en lo que respecta al futuro de la cooperación ártica a través del Consejo Ártico en un momento en que la cooperación con Rusia sigue suspendida”, dijo.
“Pero hará posible que la mayoría de los Estados miembros vuelvan a tener una estrecha relación de trabajo con la presidencia, lo que ayudará a la labor del foro de promover la cooperación y la coordinación”, afirmó.
“Noruega seguirá centrándose en las cuestiones fundamentales de las que se ocupa el Consejo, incluidos los efectos del cambio climático, el desarrollo sostenible y los esfuerzos por mejorar el bienestar de las personas que viven en la región”, declaró Huitfeldt.
Huitfeldt prometió “reanudar su importante labor durante la Presidencia noruega. Junto con los demás Estados miembros, exploraremos ahora cómo conseguirlo en la práctica”.
Formalmente, la 13ª reunión del Consejo Ártico se celebró en Salekhard (Rusia), pero a diferencia de 2021, cuando el ministro de Asuntos Exteriores islandés entregó un martillo de madera a su homólogo ruso Sergei Lavrov al pasar Islandia el testigo de la presidencia, los asistentes del jueves fueron los embajadores de los países participantes en el Ártico -no los ministros de Asuntos Exteriores-, que se reunieron en un acto en línea.
En esa reunión se emitió una declaración en la que se “reconocía el papel histórico y único del Consejo Ártico para la cooperación constructiva, la estabilidad y el diálogo entre los pueblos de la región ártica”. Pero no se mencionó a Ucrania.
(Con información de EFE y AP)
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