(Desde Ereván).- Entre la ciudad de Gorsi, ubicada al sudeste de Armenia, y el puesto de control local más cercano al corredor de Lachin hay unos 30 kilómetros. En la ruta montañosa solo se observan camiones de carga y militares. Éstos últimos, en su mayoría, pertenecientes a las tropas de paz desplegadas por Rusia. También se trasladan camionetas de la Cruz Roja y la ONU. Una imagen que retrata el momento de tensión que se vive actualmente entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj.
Tensión que se respira apenas uno llega al último puesto de control custodiado por militares armenios. Los uniformados permiten permanecer unos pocos minutos en la ladera del camino, sobre la montaña, pero sin grabar ni tomar fotografías.
Allí explican que la situación es muy tensa por estos días y que el panorama puede cambiar de un momento a otro. Motivo por el cual, después de algunos minutos de gestiones para intentar pasar el control, rechazan esa posibilidad ante el peligro que podría representar por la cercana presencia de las tropas de Azerbaiyán.
Desde allí lo que se puede ver es la bandera de Armenia en la siguiente bajada, y luego árboles vegetación, y la enorme cadena montañosa que se encuentra del lado de Nagorno Karabaj. Pero unos metros más arriba de la montaña, retomando por el mismo camino serpenteante, se puede observar una imagen panorámica que retrata a la perfección el estado actual del conflicto.
En pocos kilómetros hay tres puestos de control. Primero se debe pasar por el armenio, y luego hay un corto trayecto hasta llegar al puente que construyó Ereván tras los acuerdos firmados en 2020 una vez finalizada la guerra de ese año. Del otro lado del puente está el puesto que instaló Azerbaiyán el pasado 3 de abril, luego de haber bloqueado el paso el pasado mes de diciembre con presuntos ecologistas que denunciaban cuestiones ambientales por las obras del puente, pero que en realidad se trataba de agentes de la inteligencia azerí. Y a pocos metros de esa instalación que viola lo pactado entre Armenia y Azerbaiyán, está el puesto de control ruso.
Hasta casi mediados del año pasado los armenios podían llegar hasta Nagorno Karabaj por otro camino que pasa por la misma zona. Una vez finalizado el puente nuevo que se habían comprometido a construir, a los pocos meses Ilham Aliyev envió a sus agentes infiltrados para bloquear el paso.
Desde entonces, no hay forma para los armenios de acceder a Nagorno Karabaj, de mayoría armenia.
Rusia es oficialmente el mediador en este conflicto. Sin embargo, su intervención es prácticamente nula ante la grave situación humanitaria a la que condenó Aliyev a la población de Nagorno. Ejemplo de esto fue la reciente instalación del puesto de control azerí a metros del ruso. Una maniobra que viola lo firmado por la propia Rusia.
Tanto en la ciudad de Ereván como en Gorsi, Infobae dialogó con varios armenios respecto al cumplimiento de Moscú en su papel de mediador. La respuesta fue prácticamente unánime: “No hacen nada. No sabemos para qué están”.
Su aporte se limita, según le confían a este medio, a llevar y traer ciertos productos de necesidad básica entre Nagorno Karabaj y el territorio armenio ante la solicitud de ciertos ciudadanos. Pero en ningún momento utilizó su rol para evitar el bloqueo del corredor de Lachin; una maniobra que, de acuerdo lo denunciado por Ereván, tiene como objetivo asfixiar a la población de Nagorno Karabaj.
Días atrás, durante un encuentro con varios medios, entre ellos Infobae, el vicecanciller de Armenia, Paruyr Hovhannisyan, se pronunció sobre el papel de las fuerzas de paz rusas, y exigió mayor compromiso por parte de Moscú: “Nosotros esperamos que cumplan con las responsabilidades que tienen. Lamentablemente a veces vemos que Rusia está más cautelosa y no está cumpliendo sus obligaciones. Además, por ahora para Rusia son más importantes las relaciones con Turquía, como también con Azerbaiyán, y eso también está vinculado con el gas y el petróleo que están exportando a través de Azerbaiyán. Por ahora no tenemos el cumplimiento suficiente”.
Inflexible ante cualquier negociación, Aliyev dejó clara su postura: o adoptan la ciudadanía azerí, o se retiran de Nagorno Karabaj.
El gobierno de Nikol Pashinian, por su parte, aclaró en reiteradas oportunidades que Armenia no exige el control del territorio de Nagorno Karabaj, sino que la gente que vive allí, en su enorme mayoría de origen armenio, “puedan vivir libremente” y que se respeten sus derechos humanos.
En sintonía con lo que viene denunciando Ereván, el vicecanciller afirmó que Bakú busca llevar a cabo una “limpieza étnica en Nagorno Karabaj, y la completa aniquilación de los armenios” allí. Sin embargo, advirtió que el objetivo de Aliyev no se limita a Nagorno Karabj: “En septiembre pasado entraron en el territorio de Armenia, ocupando más de quince kilómetros de nuestro territorio. Permanecen allí, en esas posiciones. Es evidente que Azerbaiyán pretende ir lo más lejos que pueda. Aliyev declara todo el tiempo que el territorio de Armenia actual es el Azerbaiyán occidental. De acuerdo con esta agenda agresiva, no es sólo Nagorno Karabaj, es también el territorio de Armenia. En primer lugar, nuestra provincia meridional de Sumi, y luego ir más lejos”.
Mientras la tensión aumenta semana a semana, la comunidad internacional permanece poco activa ante lo que ocurre en el Cáucaso Sur. Por el momento el gran foco de atención sigue centrado en la guerra en Ucrania por la invasión rusa.
Asimismo, desde Ereván también seguirán de cerca las próximas elecciones en Turquía, un actor clave en este conflicto ya que no tiene relaciones diplomáticas con Armenia y oficia de socio de Azerbaiyán. Aunque en los últimos tiempos creció el descontento del pueblo turco con el presidente Recep Tayyip Erdogan, es difícil imaginar que el jefe de Estado abandone el poder. Pero un cambio de régimen podría cambiar drásticamente el panorama en la región.
Otro factor que sería importante para contrarrestar la amenaza azerí sería la imposición de sanciones por parte de Occidente, principalmente contra los sectores del gas y petróleo. El vicecanciller Hovhannisyan comentó que Ereván está en conversaciones sobre este tema con Estados Unidos y la Unión Europea, pero todavía sin resultados concretos. Agregó, además, que Bakú utiliza esos recursos “para seguir el chantaje contra Europa”.
Mientras tanto, la población de Nagorno Karabaj sufre las consecuencias del aislamiento a la que la sometió Bakú, una situación que “se volvió crítica” desde el bloqueo impuesto en diciembre pasado. Una población que tuvo que soportar el invierno prácticamente sin gas y energía, y que cada vez sufre más la falta de alimentos, medicinas, y productos básicos. “No los matan a tiros, pero los matan de hambre”, comentó una fuente con conocimiento del tema.
Ante este complejo panorama, el vicecanciller reconoció que “es una alta posibilidad una escalada del conflicto”, pero destacó que “el instinto de supervivencia del pueblo armenio es muy fuerte”.
Tras revelar que el Gobierno ya empezó procesos jurídicos en la Corte Internacional de la Justicia y la Corte de los Derechos Humanos en Europa, y que ahora está discutiendo la posibilidad de hacer una presentación ante la Corte Internacional de Crímenes, el vicecanciller advirtió: “Las personas que están cometiendo crímenes contra la humanidad tienen que saber que tienen que rendir cuentas”.
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