La hermana Narine es una de las miles de armenias y armenios que se movilizaron este lunes 24 de abril para conmemorar a las víctimas del genocidio. “Es un día que no puede ser olvidado jamás”, asegura a Infobae.
Junto a un grupo de curas y otras hermanas hicieron los 90 kilómetros que separan a la capital Ereván de la ciudad de Gyumri, donde trabajan en un centro para niños. Al igual que Narine, cada persona en el país asegura que “todos tienen una víctima del genocidio o las guerras en Nagorno Karabaj en sus familias o en su círculo cercano”.
Durante los breves minutos que dura la entrevista el grupo de niños a cargo de la religiosa, casi todos con la bandera de Armenia colgada en sus hombros, juega entre sí.
Pasaron pocos minutos de las 12 del mediodía y el flujo de gente que sigue llegando al Memorial de Tsitsernakaberd (“Fortaleza de las Golondrinas”) es incesante. Se trata del día más importante del año para los armenios. No sólo vienen a recordar a las víctimas los habitantes de Ereván; como Narine, muchos también se desplazan desde otras partes del país. Se estima que cada año cerca de un millón de personas pasan por el Memorial desde la noche del 23 de abril, cuando se realiza la Marcha de las Antorchas, hasta la noche del 24.
El monumento está compuesto por 12 losas que representan a las 12 provincias más afectadas durante el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano entre 1915 y 1923. Cada una está separada por unas angostas escaleras que, a casi metro y medio de profundidad, conducen a “la llama eterna”. Alrededor, la gente deposita flores. En la parte exterior también hay decenas de arreglos florales, muchos de los cuales son enviados por aquellos países que reconocen el genocidio armenio.
Entre la multitud se pueden observar familias enteras, adolescentes, niños, hombres, mujeres, y hasta veteranos de guerra vestidos para la ocasión con sus uniformes militares y, en algunos casos, con medallas colgadas en el pecho. Nadie llega con las manos vacías; la enorme mayoría deposita aunque sea una rosa.
El mal clima y la lluvia intermitente no fueron excusa. Los armenios se movilizaron como cada año. Pero este no fue un año más. El drama que vive la población de Nagorno Karabaj por el bloqueo impuesto por Azerbaiyán, y el miedo a un inminente estallido bélico como ocurriera hace dos años, exacerba esa necesidad de la población de reclamar paz. “Para nosotros la situación no es segura hasta ahora. Rezamos constantemente para que haya paz; no queremos más víctimas”, confiesa Narine.
Apenas unas horas antes, a través de un comunicado con motivo del 108 aniversario del genocidio, el gobierno había vuelto a denunciar que Bakú lo que busca es llevar a cabo “una limpieza étnica”: “Lamentablemente, hoy, al igual que hace un siglo, el peligro de la política genocida se hace notar en distintas partes del mundo y los armenios de Nagorno Karabaj enfrentan la amenaza de genocidio y limpieza étnica”.
Mariano Vergara es el embajador argentino en Ereván. En su calidad de máxima autoridad diplomática en el país también se acercó al memorial a dejar una flor y a acompañar al pueblo armenio en este día de “gran significación”. En diálogo con un grupo de periodistas, entre ellos Infobae, calificó de “impactante” esa experiencia: “Eso cala muy profundo en el sentir de la sociedad armenia, porque es un sentimiento que perdura en la diáspora, pero también en los armenios que están acá, que hoy en día realmente están pasando por un momento muy difícil de su historia; yo diría que casi existencial”.
Sobre cómo impacta la situación en Nagorno Karabaj en esta fecha tan especial, comentó: “En cierto sentido, desde 2020 hasta acá, Armenia es un país que sigue viviendo en estado de guerra. Hay un estado latente de guerra que no ha terminado, y eso se siente. El drama de lo que fue para el pueblo armenio la derrota en la guerra de 2020 se sigue sintiendo día a día en los familiares de los caídos. Es una situación de hondo pesar que perdura, y se va agravando a medida que este conflicto no se soluciona. El pueblo armenio lo sufre y en una fecha como esta más todavía. Es una fecha de gran congoja para todo el pueblo”.
Después de pasar por el Memorial, muchas familias también se trasladan hacia el cementerio militar de Yerablur, donde están los restos de los caídos en las guerras de Nagorno Karabaj. Las lápidas se ubican una al lado de la otra, sin distinción de rangos militares. El sector donde están los caídos en la guerra de 2020 se distingue por las banderas armenias colocadas a los costados de las lápidas. Banderas que flamean con fuerza durante la tarde gris por el viento y la lluvia.
Todas las lápidas tienen sus respectivos arreglos florales y las fotos e identificaciones de los soldados caídos. Muchos de ellos nacidos entre 2000 y 2001. Es decir, jóvenes que al momento de ir a la guerra en 2020 no superaban los 20 años. Imágenes que hacen imposible no conectar con el dolor de esos familiares que permanecen estoicos bajo la lluvia recordando a sus seres queridos. Imágenes que por estas horas, en medio de la amenaza azerí, el pueblo armenio clama no tener que repetir en el futuro cercano.
“Es un día para la reflexión y para seguir rezando por la paz”, concluyó Narine, quien amablemente pidió no ser fotografiada, antes de emprender el regreso a Gyumri.
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