Una ciudad, dos personas y una grieta enorme: así se vive en la India, el nuevo país más poblado del mundo

La ciudad templo de Ayodhya se ha convertido en un microcosmos religioso del país, donde un pasado diverso y multicultural se ha visto gradualmente superado por la ruptura de las relaciones entre hindúes y musulmanes

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En este combo de dos imágenes, a la izquierda, el sacerdote hindú Swami Ram Da expresa sus opiniones sentado en su ashram y a la derecha, el líder de la comunidad musulmana Syed Mohammad Munir Abidi, habla sentado en una mezquita en Ayodya, India. (AP/Manish Swarup)
En este combo de dos imágenes, a la izquierda, el sacerdote hindú Swami Ram Da expresa sus opiniones sentado en su ashram y a la derecha, el líder de la comunidad musulmana Syed Mohammad Munir Abidi, habla sentado en una mezquita en Ayodya, India. (AP/Manish Swarup)

Syed Mohammad Munir Abidi dice que India es un país cambiado, que ya no reconoce.

Es un país, dice este hombre de 68 años, donde se ignora a los musulmanes, donde se fomenta el aumento de los ataques contra ellos y donde un gobierno mayoritario hindú envalentonado está aprovechando su oportunidad para poner a la comunidad minoritaria en su lugar.

Swami Ram Das piensa lo contrario, haciéndose eco de un sistema de creencias fundamental para el nacionalismo hindú.

Este sacerdote hindú de 48 años afirma que la India busca redimir su pasado religioso y que el país es fundamentalmente una nación hindú en la que las minorías, especialmente los musulmanes, deben suscribir la primacía hindú.

Los devotos cantan y bailan mientras celebran el festival Ramnavi, el cumpleaños del dios hindú Ram, en Ayodhya, India, el 30 de marzo de 202 (AP/Manish Swarup)
Los devotos cantan y bailan mientras celebran el festival Ramnavi, el cumpleaños del dios hindú Ram, en Ayodhya, India, el 30 de marzo de 202 (AP/Manish Swarup)

Abidi y Das son dos ciudadanos corrientes que viven en una ciudad de un país de más de 1.400 millones de habitantes que se convirtió en la nación más poblada del mundo. Juntos encarnan los lados opuestos de una división religiosa profundamente arraigada que plantea a la India uno de sus mayores retos: salvaguardar las libertades de su minoría musulmana en un momento en que una marea creciente de nacionalismo hindú está erosionando los fundamentos laicos del país.

Musulmanes ofrecen oraciones vespertinas antes de romper su ayuno de Ramadán en una mezquita, en Ayodhya. (AP/Manish Swarup)
Musulmanes ofrecen oraciones vespertinas antes de romper su ayuno de Ramadán en una mezquita, en Ayodhya. (AP/Manish Swarup)

En India viven unos 200 millones de musulmanes, que constituyen la minoría más numerosa del país, predominantemente hindú. Están dispersos por casi toda la India, donde se ha desatado una furia antimusulmana sistémica desde que el primer ministro Narendra Modi asumió el poder por primera vez en 2014.

Un musulmán en motocicleta se dirige a una mezquita para rezar en Ayodhya, (AP/Manish Swarup)
Un musulmán en motocicleta se dirige a una mezquita para rezar en Ayodhya, (AP/Manish Swarup)

Aunque las fracturas comunales de la India se remontan a su sangrienta partición en 1947, la mayoría de los indios remontan las raíces de las últimas fallas religiosas a una pequeña ciudad templo en el norte de la India, donde el movimiento nacionalista hindú se galvanizó en 1992 después de que turbas hindúes demolieran una mezquita histórica para dar paso a un templo.

Miles de devotos hindúes se dan un baño sagrado y rezan con motivo del festival Ramnavi, que se celebra con motivo del cumpleaños del dios hindú Ram, en Ayodhya (India). (AP/Manish Swarup)
Miles de devotos hindúes se dan un baño sagrado y rezan con motivo del festival Ramnavi, que se celebra con motivo del cumpleaños del dios hindú Ram, en Ayodhya (India). (AP/Manish Swarup)

Desde entonces, la ciudad de Ayodhya se ha convertido, en muchos sentidos, en un microcosmos religioso de la India, donde un pasado diverso y multicultural se ha visto gradualmente superado por la ruptura de las relaciones entre hindúes y musulmanes.

También es una ciudad que Abidi y Das consideran su hogar.

Transeúntes caminan y conducen por el círculo principal de la ciudad, de Ayodhya, (AP/Manish Swarup)
Transeúntes caminan y conducen por el círculo principal de la ciudad, de Ayodhya, (AP/Manish Swarup)

Han deambulado por sus estrechas y sinuosas calles invadidas por monos de los templos y monjes hindúes que piden limosna a los transeúntes a cambio de bendiciones. Han pasado por sus rebosantes bazares, donde se venden ídolos en miniatura de Ram a los peregrinos que llegan de las vastas tierras del interior de la India. Han comenzado sus mañanas con las llamadas a la oración que salen de los altavoces de las mezquitas y los himnos védicos que se entonan en los templos.

El altavoz de una mezquita se ve mientras miles de devotos hindúes llegan para celebrar el festival Ramnavi. (AP /Manish Swarup)
El altavoz de una mezquita se ve mientras miles de devotos hindúes llegan para celebrar el festival Ramnavi. (AP /Manish Swarup)
Un mono camina sobre un puente que cruza el río Saryu mientras miles de devotos hindúes se dan un baño sagrado con motivo del festival hindú Ramnavi. (AP Photo/Manish Swarup)
Un mono camina sobre un puente que cruza el río Saryu mientras miles de devotos hindúes se dan un baño sagrado con motivo del festival hindú Ramnavi. (AP Photo/Manish Swarup)

Más allá de estas experiencias compartidas, existen marcadas diferencias.

Para Das, un hombre de hombros anchos y complexión robusta, Ayodhya es el lugar de nacimiento de Ram, la deidad más venerada del hinduismo. La ciudad también alberga uno de los lugares más sagrados del hinduismo, el gran templo de Ram, que se abrirá a los peregrinos el año que viene. Es imperativo que la ciudad se aferre a su carácter hindú, afirma Das.

“Nuestros antepasados han luchado por este templo y han sacrificado vidas por él. Hoy se cumple su sueño”, dice, rodeado por un grupo de devotos.

Los devotos celebran el festival Ramnavi, el cumpleaños del dios hindú Ram, en Ayodhya, India, el 30 de marzo de 2023 (AP/Manish Swarup)
Los devotos celebran el festival Ramnavi, el cumpleaños del dios hindú Ram, en Ayodhya, India, el 30 de marzo de 2023 (AP/Manish Swarup)

El templo se está construyendo en el lugar donde la mezquita Babri, del siglo XVI, fue demolida por los hinduistas de línea dura, que afirman que los gobernantes musulmanes la construyeron en el lugar exacto donde nació Ram. Cuando fue arrasada el 6 de diciembre de 1992, Das estaba allí, viendo cómo una frenética turba hindú trepaba por sus cúpulas redondeadas y la derribaba con picos y palancas.

Un sacerdote hindú aplica bermellón en la frente de una joven a orillas del río Saryu en Ayodhya. (AP/Manish Swarup)
Un sacerdote hindú aplica bermellón en la frente de una joven a orillas del río Saryu en Ayodhya. (AP/Manish Swarup)

“Había tanta excitación por destruir aquella desgraciada estructura que nadie se preocupó por los escombros que caían”, recuerda, lo que llevó a sus discípulos a cantar “Jai Sri Ram”, o “Dios salve a Lord Ram”, un lema que se ha convertido en un grito de guerra para los nacionalistas hindúes.

La campaña de 30 años para construir el templo se saldó con violencia religiosa y una amarga batalla legal por el emplazamiento que los hindúes ganaron en 2019. Los musulmanes recibieron un terreno alternativo en las afueras de la ciudad para construir una nueva mezquita. Un año después, Modi asistió a la ceremonia de colocación de la primera piedra del templo.

Musulmanes ofrecen oraciones vespertinas antes de romper su ayuno de Ramadán en una mezquita, en Ayodhya. (AP Photo/Manish Swarup)
Musulmanes ofrecen oraciones vespertinas antes de romper su ayuno de Ramadán en una mezquita, en Ayodhya. (AP Photo/Manish Swarup)

Para Abidi, un hombre alto con ropa que le cuelga de la contextura, marcó un capítulo triste para los musulmanes de la India.

“Los corazones de los musulmanes están rotos. Ningún musulmán se opone a la construcción del templo Ram, pero estos cambios unilaterales están afectando a la cultura de la India”, afirma, argumentando que la antigua mezquita era esencial para la identidad musulmana de la ciudad.

El líder de la comunidad musulmana Syed Mohammad Munir Abidi, de 68 años, reza en su casa, en Ayodhya (AP Photo/Manish Swarup)
El líder de la comunidad musulmana Syed Mohammad Munir Abidi, de 68 años, reza en su casa, en Ayodhya (AP Photo/Manish Swarup)

En cuanto a su ciudad, ya ha sufrido grandes cambios.

Durante décadas, la ciudad de Ayodhya formó parte del distrito de Faizabad, en el estado de Uttar Pradesh. Pero en 2018, las autoridades cambiaron el nombre de todo el distrito de Faizabad a Ayodhya, una medida que reflejaba el patrón del gobierno de Modi de sustituir nombres geográficos musulmanes destacados por otros hindúes.

Un hombre musulmán lleva a su padre enfermo en motocicleta a ver a un médico por las estrechas callejuelas de Ayodhya (AP/Manish Swarup)
Un hombre musulmán lleva a su padre enfermo en motocicleta a ver a un médico por las estrechas callejuelas de Ayodhya (AP/Manish Swarup)

Para Abidi indica una tendencia preocupante: “Borrar todo lo que refleje remotamente la cultura musulmana”.

Hoy, Ayodhya está tomada por la frenética construcción de hoteles, que atraen a decenas de miles de peregrinos hindúes. Los obreros de la construcción se afanan en abrir paso a autopistas más amplias. Se espera que todo ello impulse la economía de la ciudad. Pero a qué precio, calcula Abidi.

“La relación que solían mantener hindúes y musulmanes ya apenas es visible”, afirma.

Devotos caminan junto a una hilera de edificios demolidos para hacer más anchas las carreteras en el marco de la reurbanización de Ayodhya,  (AP/Manish Swarup)
Devotos caminan junto a una hilera de edificios demolidos para hacer más anchas las carreteras en el marco de la reurbanización de Ayodhya, (AP/Manish Swarup)
Hindúes y musulmanes hacen compras frente a una mezquita en Ayodhya (AP/Manish Swarup)
Hindúes y musulmanes hacen compras frente a una mezquita en Ayodhya (AP/Manish Swarup)

Las divisiones religiosas de la India se han acentuado con Modi. Decenas de musulmanes han sido linchados por turbas hindúes acusados de comer carne de vacuno o de contrabando de vacas, un animal considerado sagrado por los hindúes. Se han boicoteado negocios musulmanes, se han arrasado sus localidades y se han incendiado lugares de culto. A veces se ha pedido abiertamente su genocidio.

Los críticos afirman que el llamativo silencio de Modi ante estos ataques ha envalentonado a algunos de sus partidarios más extremistas y ha permitido que aumenten los discursos de odio contra los musulmanes.

El sacerdote hindú Swami Ram Das, de 48 años, en el centro, habla con santos ancianos durante una fiesta religiosa para celebrar el Ramvami. (AP/Manish Swarup)
El sacerdote hindú Swami Ram Das, de 48 años, en el centro, habla con santos ancianos durante una fiesta religiosa para celebrar el Ramvami. (AP/Manish Swarup)

Se ha acusado falsamente a los musulmanes de manipular a las mujeres hindúes para que se casen y tengan más hijos con el fin de dominarlas. Los datos del gobierno demuestran lo contrario: La composición religiosa de la India se ha mantenido prácticamente estable desde 1947 y la tasa de fertilidad de los musulmanes ha descendido del 4,4 en 1992 al 2,3 en 2020.

“Nunca va a ser posible si nos fijamos en los datos. Deberíamos olvidar e ignorar esta retórica”, afirma Poonam Muttreja, directora de la Fundación de Población de la India.

Los musulmanes también tienen la tasa de alfabetización más baja de todas las principales comunidades religiosas indias. Han sufrido discriminación en el empleo y la vivienda y ocupan algo menos del 5% de los escaños del Parlamento, su porcentaje más bajo hasta la fecha.

Un grupo de personas vende banderas con imágenes del dios mono hindú Hanuman al borde de una carretera en Ayodhya (AP/Manish Swarup)
Un grupo de personas vende banderas con imágenes del dios mono hindú Hanuman al borde de una carretera en Ayodhya (AP/Manish Swarup)

Para Abidi, todo esto representa un futuro sombrío, en el que el carácter laico de la India sólo vive en la memoria de la gente.

“Todos los musulmanes de la India actual se sienten inseguros”, afirma.

Musulmanes ofrecen oraciones vespertinas antes de romper su ayuno de Ramadán en una mezquita, en Ayodhya (AP/Manish Swarup)
Musulmanes ofrecen oraciones vespertinas antes de romper su ayuno de Ramadán en una mezquita, en Ayodhya (AP/Manish Swarup)

Das discrepa y afirma que los musulmanes siguen siendo libres de rezar y practicar su religión. “Pero corregiremos los errores cometidos por sus antepasados”.

Das se refiere a los mogoles que gobernaron la India antes de que los británicos la convirtieran en su colonia.

Varios transeúntes atraviesan una antigua zona musulmana de Ayodhya (AP/Manish Swarup)
Varios transeúntes atraviesan una antigua zona musulmana de Ayodhya (AP/Manish Swarup)

El desprecio por los gobernantes mogoles, que no son antepasados de los musulmanes indios y sólo compartían una fe similar, es característico de los nacionalistas hindúes de la India, que afirman que los mogoles destruyeron la cultura hindú. Esto ha llevado a los nacionalistas hindúes a reclamar la propiedad de cientos de mezquitas históricas que, según ellos, están construidas sobre templos demolidos.

Un sacerdote hindú reza a orillas del río Saryu con motivo del festival Ramnav (AP/Manish Swarup)
Un sacerdote hindú reza a orillas del río Saryu con motivo del festival Ramnav (AP/Manish Swarup)

En Ayodhya, los musulmanes de toda la vida han hecho concesiones para evitar tensiones con los vecinos hindúes.

El año pasado, cuando la procesión de Muharram coincidió con un festival hindú, los líderes musulmanes cambiaron el horario de su marcha para evitar enfrentamientos. Este año, los musulmanes de la ciudad tuvieron que renunciar a vender y consumir carne durante otra fiesta hindú que coincidió con los primeros días del Ramadán.

Un hombre musulmán descansa en su casa tras romper el ayuno del Ramadán en Ayodhya (AP/Manish Swarup)
Un hombre musulmán descansa en su casa tras romper el ayuno del Ramadán en Ayodhya (AP/Manish Swarup)

En un ambiente así, dice Abidi, sólo la tolerancia religiosa puede impedir que empeoren las fracturas comunales de la India.

“India sólo sobrevivirá si reparamos los corazones y no los rompemos”, afirma.

(© copyright 2023 Associated Press)

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