El juicio por la tragedia de Air France de 2009, en la que murieron 228 personas del trayecto Río-París, y que llegó a su veredicto este lunes, ha permitido conocer las últimas palabras de los pilotos del fatídico vuelo.
En el accidente perdieron la vida los 216 pasajeros y 12 tripulantes, entre ellos un bebé y siete niños. Las víctimas eran de 33 nacionalidades diferentes, en particular 73 franceses y 58 brasileños.
La investigación oficial concluyó que múltiples factores contribuyeron al accidente, entre ellos un error del piloto y la congelación de unos sensores externos llamados tubos pitot.
Según las conclusiones de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA) francesa, el accidente ocurrió después de que el hielo bloquease las sondas de medición de la velocidad del avión, lo que hizo que los pilotos desconocieran ese dato cuando atravesaban una zona de turbulencias. Por ello, no aplicaron el protocolo adecuado y elevaron la posición del aparato hasta que este perdió su horizontalidad, dejó de tener sustentación y se colocó en situación de caída libre a 1.150 kilómetros de las costas de Recife (Nordeste de Brasil). Los pilotos creían que estaban ascendiendo cuando en realidad perdían altura.
Marc Dubois, de 58 años, David Robert, de 37, y Pierre-Cedric Bonin, de 32, estaban al mando del aparato cuando cayó del cielo, y su actuación quedó en el ojo de la tormenta.
Durante la investigación de seguimiento, salió a la luz que dos de ellos se quedaron dormidos, uno tras otro, cuando se suponía que estaban pilotando el avión. A Bonin, al que llamaban “Company Baby” (bebé de compañía) por su posición subalterna, le hicieron pilotar el difícil trayecto mientras sus superiores descansaban.
El informe decía: “Con la mayor parte del tiempo aún por delante y un ansioso piloto junior a los mandos, Dubois decidió que era hora de dormir un poco”.
Se tardaron casi dos años en recuperar las “cajas negras” de los registradores de vuelo, que se encontraron a casi 4.000 metros bajo el nivel del mar.
En octubre, abogados y familiares de las víctimas pudieron escuchar por primera vez la escalofriante grabación de voz en vuelo de los últimos minutos de los pilotos.
“Hemos perdido la velocidad”, se oye decir a uno de los pilotos antes de que suene una advertencia grabada - “pérdida, pérdida, pérdida”- y el avión comience a precipitarse hacia el océano Atlántico.
Las conversaciones grabadas en la cabina también revelaron la aterradora conversación final del trío. Cuando comenzó a fallar una pieza clave del equipo de vuelo, cundió el pánico.
“¡Mierda, vamos a estrellarnos! No es verdad... ¿qué está pasando?”, dijo Robert.
Una voz no identificada, que puede ser la de Robert o de Bonin, añade: “Mierda, estamos muertos”.
En el centro de las audiencias en París ha estado el papel de los llamados tubos de Pitot defectuosos, que se utilizan para medir la velocidad de vuelo de los aviones.
El tribunal escuchó cómo un fallo en los tubos, que se bloquearon con cristales de hielo durante una tormenta en mitad del Atlántico, provocó que sonaran alarmas en la cabina del Airbus A330 y que se desconectara el sistema de piloto automático.
Los expertos técnicos destacaron cómo, tras el fallo de los instrumentos, los pilotos pusieron el avión en un ascenso que hizo que el aparato perdiera sustentación por el aire que se movía bajo sus alas, con lo que perdió altitud.
“Para nosotros, lo que llevó a la tripulación a reaccionar de la forma en que lo hizo sigue siendo un misterio en la mayoría de los aspectos”, declaró ante el tribunal el 10 de noviembre Pascal Weil, representante de Air France y antiguo piloto de pruebas.
Airbus también ha culpado a un error del piloto como causa principal del accidente durante el proceso.
Pero los abogados de las familias han insistido en que ambas compañías conocían el problema del tubo de Pitot antes del accidente y en que los pilotos no estaban entrenados para hacer frente a una emergencia de esta naturaleza a gran altitud.
El modelo de tubo de Pitot utilizado en el avión Airbus siniestrado, fabricado por la empresa francesa Thales, fue sustituido en aviones de todo el mundo tras el accidente.
El accidente también provocó una revisión de los protocolos de formación en toda la industria, en particular para preparar a los pilotos a manejar el intenso estrés de circunstancias imprevistas.
Este lunes, la Justicia de Francia absolvió al constructor europeo Airbus y la compañía Air France por el caso.
Al término de una instrucción que se prolongó durante trece años ambas compañías acabaron en el banquillo acusadas de homicidio involuntario en uno los siniestros aéreos más fatales de los últimos veinte años.
El juicio estuvo cargado de emoción. En octubre, cuando se inició el proceso, las familias destrozadas gritaron “¡Vergüenza!” a los presidentes de Airbus y Air France cuando subieron al estrado. Decenas de personas que habían perdido a seres queridos salieron en tromba del tribunal cuando el juicio concluyó con la sorprendente petición de absolución por parte de la fiscalía.
Los fiscales inicialmente retiraron los cargos contra las empresas en 2019 en una decisión que también enfureció a las familias de las víctimas. Un tribunal de apelación de París revocó esta decisión en 2021 y ordenó que el juicio siguiera adelante.
(Con información de AP, AFP)
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