Giorgia Meloni no logra aplicar su programa y su gobierno se ve frenado en temas accesorios

La primera ministra italiana no puede implementar los cambios más duros prometidos en campaña. Medidas excéntricas encienden las alarmas en Bruselas cuando el margen de maniobra económico es exiguo

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La Presidente del Consejo de Ministros debe domar las presiones de sus socios Matteo Salvini y Silvio Berlusconi. Pero además, Bruselas mira atentamente que su libreto no choque con el de la Unión.
La Presidente del Consejo de Ministros debe domar las presiones de sus socios Matteo Salvini y Silvio Berlusconi. Pero además, Bruselas mira atentamente que su libreto no choque con el de la Unión.

“Todavía está todo en el aire”, se quejaba un miembro del Gobierno en referencia a las urgencias que esperan en la fila de las definiciones. Las demoras, muchas de ellas por internas o burocracia, hacen caer la promesa de Giorgia Meloni, que antes de llegar a la Presidencia del Consejo de Ministros, aseguró que no se iban a dilapidar los tiempos para darle vida a sus políticas de shock para Italia.

Encerrada por estas horas en su despacho para resolver las trabas, horas donde se presenta la hoja de ruta del Ejecutivo, la líder de extrema derecha está lidiando con serios retrasos en la implementación del programa de ayuda que llega desde Bruselas. Cierta impericia en la administración, agrega una serie de decisiones excéntricas que parecieran intentar tapar las torpezas de gestión. Desde que asumió en octubre pasado, no hay rastros de las grandes transformaciones.

La recuperación económica, tras la pandemia del Covid-19, se ha frenado. Luego de dos años con un crecimiento del 11%, las previsiones para 2023 apenas alcanzan el punto porcentual. Según las previsiones, un aumento ligeramente superior a las estimaciones del 0,6% adelantadas el pasado otoño por el ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti.

La continuidad de la guerra en Ucrania, la inflación y las subidas de tipos del Banco Central Europeo (BCE) pueden complicar el panorama. Como si esto fuera poco, el impulso con normas para reprimir las fiestas raves, luego, la prohibición chatbot Chat GPT, el primero tomado por un gobierno en el mundo, y hace menos, multar el uso de palabras en inglés en la comunicación oficial, han hecho que varios se cuestionen cuales son realmente las prioridades de su administración.

Es que mientras todo esto pasa, la llegada de tasas más altas a Europa suben en riesgo crediticio del país, ya expuesto por el enorme sobreendeudamiento, situación que presiona el déficit y el gasto público. Según el Documento Económico y Financiero para el trienio 2024-2026, aprobado el martes en Consejo de Ministros, el producto interior bruto crecerá un 1% de forma programática este año y un 1,5% en 2024 .

El Ministerio de Economía confirma los objetivos de deuda neta establecidos en el documento de noviembre pasado: 4,5% en 2023, 3,7 en 2024, 3 en 2025, hasta 2,5 en 2026. La tendencia deficitaria estimada para el año en curso es igual al 4,35% del PBI confirma que el margen de maniobra es exiguo.

Con esta estrechez presupuestaria, llama la atención como propuestas legislativas de poca monta han sido impulsadas desde el Palacio Chigi, muchas de ellas que han terminado por lograr que se ridiculice a un gobierno que, pareciera tener las prioridades en temas accesorios.

De hecho, el plan nacional para la recuperación y la resiliencia (PNRR) de casi 200 mil millones de euros que podría ser un propulsor de un despegue económico para el país está en medio de indefiniciones y diferencias profundas entre la coalición gobernante. De hecho, el primer desafío real dentro de la alianza parece recién haber terminado, luego de meses, con una estrecha reunión Meloni, Matteo Salvini y Antonio Tajani, finalmente decididos en los nombres de los directores de las grandes empresas estatales.

Definir los nombres de los ejecutivos que asumirán el control de las empresas públicas, un tema que parece ahora cerrado, pero ha sido parte de duras internas entre los socios de la coalición: Giorgia Meloni, Matteo Salvini y Silvio Berlusconi.
Definir los nombres de los ejecutivos que asumirán el control de las empresas públicas, un tema que parece ahora cerrado, pero ha sido parte de duras internas entre los socios de la coalición: Giorgia Meloni, Matteo Salvini y Silvio Berlusconi.

La expulsión de migrantes que llegan de forma irregular es otra ida y vuelta del ejecutivo. Anoche, en Consejo de Ministros se ha declarado el estado de emergencia en el país para afrontar esta crisis. Pero, más allá de lo anunciado, las consecuencias de la medida, no han sido explicadas en detalles. Tan solo un esbozo que habilita una partida inicial de fondos para agilizar los procesos de identificación y expulsión.

El tratamiento de los migrantes y el plan de recuperación separan a Meloni de Bruselas. Por un lado, los importantes retrasos en la implementación del PNRR reducen las posibilidades de éxito del plan. En la previa, la Comisión Europea ya ha congelado el desembolso de un tramo de 19.000 millones de euros pidiendo aclaraciones sobre el incumplimiento de objetivos por parte de Roma.

Por otro lado, el anuncio del estado de emergencia migratorio durante seis meses, es un aviso del Palacio Chigi a Bruselas, que el tema de la llegada de “ilegales” debe tener una respuesta comunitaria. Para Italia hay que hablar de una crisis en el mediterráneo no sólo para Italia: desde 2013 han muerto unos 26.000 migrantes de acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones en el Mediterráneo.

Los tirones tienen que ver con la sostenibilidad de Italia, uno de los países con mas alto endeudamiento y vulnerabilidad de Europa. Al mismo tiempo, uno de los motores y fundamentos del proyecto europeísta. No obstante, los principios ultraconservadores de Meloni, chocan con este espíritu comunitario.

Como si fuera poco, la prohibición de Italia sobre la carne sintética, es vista por muchos como otra forma de que Italia reclame la soberanía sobre la UE en asuntos relacionados con sus alimentos. La Unión Europea había dado luz verde a la carne cultivada en laboratorio en el bloque.

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