Estos animales también fueron pioneros en los viajes al espacio

El mono Ham, la perra Laika y la gata Félicette se destacan entre las especies que abrieron el camino a la investigación de los vuelos tripulados fuera de la Tierra. En el Día Internacional del Vuelo Espacial recordamos sus historias

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El chimpancé Ham fue el primer primate que sobrevivió a un viaje al espacio. (NASA)

Entre los animales de la Tierra, no sólo el Homo sapiens se ha destacado en los viajes al espacio: también el mono Han, la perra Laika y la gata Félicette fueron pioneros en la exploración exterior. Hubo ratones, tortugas, arañas, ranas y hasta moscas a bordo de naves espaciales, pero ellos tres se destacan por la magnitud y el impacto de su trabajo; en el caso de Laika, además, por su sacrificio, ya que no sobrevivió a la misión.

La Agencia Aeroespacial de los Estados Unidos (NASA) detalló algunas de las particularidades de la vida animal a bordo de sus naves: las jaulitas de los ratones, por ejemplo, no llevan virutas de madera, ya que flotarían. Las botellas de agua deben funcionar a presión y el alimento debe ir en barras comprimidas: en condiciones de gravedad cero, nada se queda en un cuenco.

“Asombrosamente, los animales se adaptan muy rápidamente”, dijo Laura Lewis, del Comité Institucional sobre el Cuidado y el Empleo de los Animales de la NASA. “En cinco minutos los ratones flotan en sus espacios vitales, se limpian y comen, tal como lo harían en la Tierra”.

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La perra Laika fue el primer animal que orbitó la Tierra, en el Sputnik 2. (Sebastian Carrasco/Europa Press)

Un aspecto particular del viaje de los animales al espacio es que no pueden dar consentimiento como los humanos, por lo cual “las regulaciones para la investigación con animales son más intensas que las de las que se hacen con gente”, detalló Lewis. “Los animales no se pueden negar, así que las personas tenemos que trabajar por ellos”.

El sitio de la NASA les rinde tributo: “Estos animales han enseñado a los científicos mucho más de lo que podrían haber aprendido sin ellos. Sin las pruebas con animales en los primeros días del programa espacial, los programas soviético y estadounidense podrían haber sufrido grandes pérdidas de vidas humanas. Estos animales prestaron un servicio a sus respectivos países”.

El comandante Ham

Antes que Yuri Gagarin, otro homínido salió al espacio: el astrochimpancé Ham, entrenado para pilotear la nave del Proyecto Mercurio en la base de la Fuerza Aérea Holloman, en Nuevo México. Allí él —Número 65, se llamaba— y otros chimpancés aprendieron a accionar una palanca cada vez que se encendía una luz azul.

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Ham fue parte del Proyecto Mercurio y voló en el Mercury-Redstone 2; el comandante Ralph A. Brackett lo rescató a bordo del USS Donner luego de su misión. (NASA/Getty Images)

Ham les pareció “particularmente luchador y de buen humor” a sus entrenadores, por lo cual resultó elegido entre todos los monos que habían aprendido a hacer el ejercicio. Así fue como el 31 de enero de 1961 Ham salió al espacio desde las instalaciones de la NASA en Cabo Cañaveral.

Un error en el lanzamiento hizo que llegara más alto y mayor velocidad de lo calculado; la Tierra quedó a 25.000 metros de distancia del módulo Mercurio. Ham, como si nada: dudó pero logró accionar la palanca apenas instantes después de lo esperado.

Luego de 16 minutos y medio, la cápsula se hundió en el océano Atlántico, al sur, cerca de Miami. Ham fue el primer mono que sobrevivió a una misión espacial: sus colegas anteriores —entre ellos los famosos Albert I y Albert II— no pudieron. Lo rescató el barco USS Donner, donde recibió como premio una manzana y media naranja.

Ham fue elegido entre otros
Ham fue elegido entre otros chimpancés entrenados porque se mostraba “particularmente luchador y de buen humor”. (Bettmann)

Ham se convirtió en un mono muy famoso y su silla fue ocupada, tres meses más tarde, por el astronauta Alan Shepard en un vuelo histórico de 15 minutos. Se retiró en un zoo de Carolina del Norte, y vivió allí hasta los 25 años.

Laika en la órbita de la Tierra

Mientras los Estados Unidos usaban monos en la NASA, la Unión Soviética —su competidora, entre otras cosas, en la carrera espacial— prefería trabajar con perros. Dezik y Tsygan fueron los primeros perros enviados fuera de la Tierra en 1951; otros nueve salieron en 1952. Ninguno de esos animales, al igual que los monos Albert, sobrevivieron: no había modo de traerlos de vuelta y morían por falta de oxígeno al cabo de 10 días.

Laika salió en el Sputnik 2 el 3 de noviembre de 1957 y murió horas más tarde, por el calentamiento excesivo del satélite artificial debido a una falla en los ventiladores. Fue el primer ser vivo que orbitó la Tierra, y también el primero que murió al hacerlo.

La perra Laika, sobreviviente de
La perra Laika, sobreviviente de las calles de Moscú, fue entrenada para orbitar la Tierra en un satélite artificial.

No obstante, las autoridades soviéticas no reconocieron el hecho para no revelar los problemas de sus construcciones. Dijeron que había estado en órbita durante seis días y que, ante la perspectiva del fin del oxígeno, había sido sometida a eutanasia. La verdad sólo se conoció en 2002, cuando la URSS ya no existía, y fue comunicada por las autoridades rusas.

Laika era una perra mestiza de tres años que andaba por las calles de Moscú. Allí había aprendido a sobrevivir a condiciones extremas, como el frío. No obstante las duras situaciones que vivió, nunca perdió la simpatía y la calma y se destacó sobre Algina y Mushka, los otros dos perros entrenados con ella. Vladimir Yazdovsky, a cargo del Programa Soviético de Perros para Vuelos Espaciales dijo que era “tranquila y encantadora”.

Laika pasó por un entrenamiento que incluyó la fuerza centrífuga y los ruidos fuertísimos, y recibió su traje: un arnés que se expone en el Museo de la Cosmonáutica de la capital de Rusia. Así se la ve en las fotos oficiales: vestida y alerta, acostada en el pequeño espacio del que disponía en el Sputnik 2. Tres días antes del despegue, la perra entró en el satélite artificial, ubicado en el cosmódromo de Baikonur.

Sellos, como este de Albania,
Sellos, como este de Albania, recuerdan a Laika, al igual que un monumento en Moscú y, sobre todo, una zona de Marte. (Blank Archives/Getty Images)

Durante el ascenso el estrés de Laika fue visible en los sensores que llevaba: su ritmo cardíaco se alzó a más del doble. Se estima que murió poco después, mientras que el Sputnik 2 hizo 2.570 vueltas a la Tierra y se desintegró al ingresar a la atmósfera el 14 de abril de 1958. Hoy una zona de Marte lleva el nombre de Laika.

Maullidos en el espacio

Si hay una especie difícil de imaginarse en una nave espacial son los gatos. Es difícil entrenarlos —ni siquiera hacen caso a los humanos— y cualquier cambio en su territorio habitual es problemático. Sin embargo, la gatita francesa Félicette pasó 15 minutos en el espacio. Si bien regresó con vida, fue sometida a eutanasia para que los científicos estudiaran cómo había afectado su cuerpo esa aventura extraterrestre.

Félicette llevó sus ronroneos al
Félicette llevó sus ronroneos al programa espacial francés, el tercero del mundo.

En 1961 Francia lanzó el tercer programa espacial del mundo, luego de los Estados Unidos y la Unión Soviética. Desde su base en el Sahara había lanzado ratas, pero en 1963 el Centre d’Enseignement et de Recherches de Médecine Aéronautique (CERMA) comenzó a entrenar gatos en cápsulas centrífugas y cámaras de compresión.

Félicette había vivido en las calles de París. Era de raza mezclada, de color blanco y negro, con un carácter muy dócil y mimoso. Como sus otros colegas, tenía electrodos implantados quirúrgicamente para evaluar su actividad neurológica. Pero a medida que se acercaba el lanzamiento se distinguió por algo: era la única que no tenía sobrepeso.

Salió al espacio el 18 de octubre de 1963 desde el centro francés en Argelia, en un cohete sonda Véronique AGI 47. Hizo un vuelo suborbital de 13 minutos, de los cuales pasó cinco sin gravedad. Logrado el experimento, la cápsula volvió a la Tierra en paracaídas, y dentro de ella Félicette estaba sana y salva, aunque no muy ronroneante.

Tras 13 minutos en el
Tras 13 minutos en el espacio —cinco con gravedad cero—, Félicette regresó a la Tierra.

Dos meses más tarde la muerte programada de la gata permitió estudiar el impacto de la gravedad cero en el cuerpo de un mamífero. Si bien ningún lugar de la Luna o Marte llevan su nombre, Félicette es recordada en la Universidad Espacial Internacional en Estrasburgo con un monumento.

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