El presidente ruso Vladimir Putin protagonizó el último miércoles un momento incómodo ante 17 embajadores extranjeros que asistieron al Kremlin a presentar sus credenciales diplomáticas.
Preso de la paranoia -por el COVID-19 y el temor a posibles ataques-, el ruso se ubicó a 70 metros de distancia de los diplomáticos y, en una imagen que recordó a la interminable mesa que lo separaba del francés Emmanuel Macron antes de la invasión a Ucrania, evitó todo tipo de contacto.
En medio de su discurso hizo una pausa esperando signos de aprobación de sus interlocutores que nunca llegaron. El silencio premeditado buscaba un aplauso, que tampoco sucedió.
El desaire no es el primero que recibe en estos años pero sí fue el primero televisado. Medios independientes rusos explicaron que sucedió lo mismo un año atrás, pero el Kremlin cortó la transmisión del evento de inmediato.
El momento ya se viralizó y ha sido compartido en redes sociales por sus detractores.
“Es un momento delicioso. Está claro que Putin esperaba un aplauso cortés, pero no lo recibió. Los embajadores -algunos regañados- esperaban al menos un apretón de manos, y no lo recibieron”, escribió en Twitter el economista sueco Anders Åslund. “Esto demuestra que no hay necesidad de mantener embajadas o embajadores en Moscú. Váyanse a casa”.
“Ese incómodo momento en el que el fugitivo criminal de guerra termina su discurso para guardar silencio”, tuiteó Olga Lautman, periodista y miembro del Centro de Análisis de Políticas Europeas (CEPA).
“Nadie aplaudió a Putin cuando terminó su discurso en la ceremonia de presentación de credenciales de los embajadores en el Kremlin”, escribió Anton Gerashchenko, asesor del ministro del Interior ucraniano, en un tuit. “Putin esperó aplausos al terminar de hablar, pero no llegó ninguno”, agregó.
El incómodo momento era esperable, teniendo en cuenta el tono de su discurso. Putin reseñó brevemente la relación de su país con cada una de las naciones que presentaba embajador y no ahorró en recriminaciones.
Por ejemplo, en la audiencia estaba la nueva embajadora norteameriana, Lynne T. Tracy, que escuchó cómo, seguían el jefe del Kremlin, EEUU era el responsable de la invasión rusa a Ucrania: “Señora embajadora, no deseo alterar el ambiente positivo de la ceremonia de presentación de las cartas credenciales y sé que probablemente no compartirá mi opinión, pero debo decir que el uso por parte de Estados Unidos de herramientas de política exterior como el apoyo a las llamadas revoluciones de colores, incluido el apoyo al golpe de Estado en Ucrania en 2014, condujo en última instancia a la actual crisis en Ucrania y exacerbó el deterioro de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos”.
El jefe de la legación de la UE, Roland Galharague, también soportó cómo Putin deslizaba la responsabilidad europea en los sabotajes del los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 en septiembre de 2022.
As{i que era esperable que Tracy y Galharague no aplaudieran, pero sorprendió que otros representantes más afines al ruso, como el sirio, no lo hicieran. Y más soirprendente aún que ninguno de los funcionarios rusos presentes en el Gran Palacio del Kremlin no salieran al rescate de su presidente...
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