El año “super electoral” europeo arrancó con un decidido giro hacia la derecha

Finlandia, Suecia y Dinamarca han confirmando un viraje, en algunos casos inéditos, hacia agrupaciones conservadoras. El socialismo está en problemas en Europa

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La derrota de la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, en las pasadas elecciones generales en su pais, visibiliza el debilitamiento de las agrupaciones progresistas en Europa. La contracara, el avance de los sectores conservadores y de ultraderecha
La derrota de la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, en las pasadas elecciones generales en su pais, visibiliza el debilitamiento de las agrupaciones progresistas en Europa. La contracara, el avance de los sectores conservadores y de ultraderecha

Tras la derrota del domingo en las elecciones, la primera ministra finlandesa saliente, Sanna Marin, anunció su dimisión como líder del Partido Socialdemócrata. La joven de 37 años, que ha electrizado al mundo por su estilo de liderazgo, ha explicado que su andadura “ha llegado a su fin”. De estas manera, quizás una de las figuras prominentes de la politica europea, reconocida y respetada, termina por visibilizar un desmoronamiento del sector progresista continental. Como contracara se confirma un decidido avance de los partidos conservadores.

En Finlandia, como en Suecia y Dinamarca, la victoria de la derecha y extrema derecha pone fin a tiempos donde dominada la socialdemocracia. Para los Socialistas y Demócratas (S&D), el grupo del Parlamento Europeo que reúne a eurodiputados progresistas de toda la Unión Europea (UE) comienza así a repetir amargas derrotas por todo continente.

El calendario electoral comenzó el domingo 5 de marzo con legislativas en Estonia. El Partido Socialdemócrata de Estonia (SDE) finalizó quinto en las elecciones parlamentarias del país con el 9,2% de los votos. Más allá del resultado, con estos comicios arrancó un año considerado “super electoral”.

Unos 8 países de la Unión Europea (UE) llaman a 122 millones de ciudadanos, la cuarta parte de sus habitantes, para diseñar el futuro político de estas naciones. Un gran barómetro que medirá la renovación de los grupos políticos en el legislativo europeo. La duda es, además de la propagación de un sentimiento antieuropeista, si esta dinámica de triunfos de sectores políticos más radicalizados será un fenómeno similar al registrado en los fichajes 2022 en Hungría, Italia, Suecia y Dinamarca.

Repasando los ocurrido el año anterior como escenario para comprender que pueda pasar este 2024, el triunfo de Giorgia Meloni sobre el Partido Democrático (PD) de Enrico Letta, generó un revuelo en Italia, por el avance de una partido considerado “neofascista”. Los progresistas tuvieron un mal desempeño en generales, perdiendo asientos en ambas cámaras del parlamento. Europa mira con mucha atención el gobierno surgido por el partido de Giorgia Meloni, Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, todos ellos de la derecha italiana.

Suecia ha sido otro caso llamativo. Un pais que ha sido referente para el socialismo, viró hacia el sector liberal y conservador, alzando como primer ministro Ulf Kristersson, líder del Partido Moderado liberal-conservador. La salida de la socialdemocracia Magdalena Andersson, a pesar de haber ganado las elecciones, fue significativa ya que entendió que si bien tenía ventaja de votos, el sector de la derecha reunía más escaños por lo cual merecía quedarse con el gobierno.

Un caso llamativo fue el de Suecia. La ex primera ministra Magdalena Andersson, ganó las pasadas elecciones. Sin embargo, dimitió luego de aceptar que la derecha sumaba más escaños para formar gobierno
Un caso llamativo fue el de Suecia. La ex primera ministra Magdalena Andersson, ganó las pasadas elecciones. Sin embargo, dimitió luego de aceptar que la derecha sumaba más escaños para formar gobierno

En Dinamarca, la primera ministra socialista, Mette Frederiksen, esquivó una moción de censura convocando a elecciones. Tras semanas de pujar con la izquierda del pais, finalmente logró una coalición con el Partido Liberal y los Moderados, dejando sorprendentemente de lado a los antiguos aliados progresistas.

Mientras estas derrotas se repiten, se esbozan explicaciones. Por un lado, el conflicto de Ucrania ha fracturado a las izquierdas o progresismos europeos. Las divisiones se han profundizado a partir de posiciones incómodas frente a la guerra. Cierto antiamericanismo, antimilitarismo o desprecio por la OTAN, posiciones tradicionales de la izquierda, quedan obsoletas frente al impacto de las derivas económicas.

Los electores están interesados en ver como se resuelve una agenda de necesidades puntuales: caída del poder adquisitivo, inflación desbocada, escasez energética y debilitamiento de su estándar de vida. Esto propicia un viraje hacia partidos tradiciones, e incluso extremistas, que orientan sus campañas a recomponer el deteriorado malhumor social.

El mapa europeo deja de quedar pintado con el característico rojo socialista. De los 27 estados miembros, los socialdemócratas están representados con 5 jefes de Estado: Olaf Scholz en Alemania, Pedro Sánchez en España, Mette Frederiksen en Dinamarca, António Costa en Portugal y Robert Abela en Malta.

Una gran carta cerrará este 2023. España, que en el segundo semestre del año ocupará la presidencia de la UE, pondrá en juego la continuidad del socialista, Pedro Sánchez, al frente de la Moncloa. El Partido Popular (PP), preferido actualmente por los españoles en los sondeos, es posible que necesite a los extremistas de Vox para formar la próxima legislatura. Ya ha habido un ensayo autonómico en Castilla y León.

Finalmente, otro podría ser el cambio en Polonia. El país, clave en la ayuda a Ucrania, iría contrario a esta tendencia. El partido de gobierno del primer ministro Mateusz Morawiecki está en problemas. La alianza de conservadores y euroescépticos en Varsovia podría perder frente a la agrupación Plataforma Cívica (EPP). Los polacos, decididos a continuar con las ayudas a los ucranianos, tambien sufren las consecuencias del deterioro económico, situación que los decidiría a ponerle freno a la actual administración.

Para la Unión Europea esta sería un buena noticia. Polonia y Hungría han sido reiterados saboteadores de los planes de los 27.

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