Durante muchos años los cristianos en Irak sufrieron bajo la mano de distintos “gobernantes” y debieron dejar de lado sus iglesias debido a la inseguridad y la violencia que los rodeaba.
Todo eso cambió a principios de esta semana luego de que se celebrara, por primera vez en más de 20 años, la Divina Liturgia en Deir Mar Mikhael (Monasterio de San Miguel), ubicado a 6 km al noroeste de Mosul, cerca del río Tigris en el norte de Irak.
Al Jazeera comentó que la misa dominical estuvo a cargo del arzobispo Najib Mikhael Moussa, jefe de la diócesis caldea de Mosul y Aqra, quien le confesó al medio de su felicidad por poder hacer esto después de tanto tiempo.
“Esperamos poder continuar nuestras oraciones en todas las iglesias y monasterios destruidos que fueron destruidos y sus creyentes desplazados”, dijo.
Y agregó: “Mar Mikhael [es conocido como] el compañero de los ángeles debido a su alteza en la virtud y elevada moral. Cuando ISIL controló Mosul, muchas iglesias y monasterios fueron destruidos y muchos todavía están dañados, a pesar de que han pasado seis años desde la liberación de la ciudad”.
El medio habló con Hamid Tuzi, de 31 años, un fiel que asistió a la misa, y comentó, “Después de 2003, como cristianos, solíamos quedarnos en casa durante largos períodos y deliberadamente no ir a iglesias y monasterios debido a las malas condiciones de seguridad y las amenazas a los cristianos”.
“Los cristianos fueron atacados con frecuencia, muchas personas fueron amenazadas y emigraron, y muchos sacerdotes fueron asesinados”.
Cabe recordar que los residentes de Mosul han vivido en la inseguridad desde la invasión de Irak encabezada por Estados Unidos en 2003. En junio de 2014, la ciudad fue tomada por el grupo armado ISIL (ISIS), que la mantuvo hasta julio de 2017. Pero incluso después de que su ciudad fuera liberada, la gente de Mosul sufrió ataques dispersos que se sumaron a la sensación de inseguridad.
La histórica visita del Papa
El papa Francisco concluyó su visita de tres días a Irak en marzo de 2021, con una misa multitudinaria celebrada en Erbil, capital del Kurdistán, en la que invitó a los 10.000 fieles presentes no caer en la venganza, a pesar de las heridas de la guerra y la violencia.
“Aquí en Irak, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y de la violencia, heridas visibles e invisibles. La tentación es responder a estos y a otros hechos dolorosos con una fuerza humana, con una sabiduría humana”, dijo Francisco en su homilía.
“Irak permanecerá siempre conmigo, en mi corazón. Les pido a todos ustedes, queridos hermanos y hermanas, que trabajen juntos en unidad por un futuro de paz y prosperidad que no discrimine ni deje atrás a nadie”, dijo en su mensaje final, que fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de los asistentes. Y aseguró sus oraciones por este “amado país” y, en particular, por “los miembros de las distintas comunidades religiosas”.
Durante su visita a Mosul dijo, “Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Hoy, a pesar de todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”.
“La voz del odio y de la violencia nunca podrá ser acallada en la sangre derramada por quienes profanan el nombre de Dios recorriendo caminos de destrucción”, ha señalado el Papa.
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