Nuevos enfrentamientos estallaron este martes en Francia en las protestas contra la reforma de las pensiones del presidente liberal Emmanuel Macron, cuyo gobierno rechazó el pedido de una “mediación” para buscar una salida al cada vez más violento conflicto social.
Cientos de miles de personas salieron de nuevo a las calles para reclamar la retirada de esta ley en protestas que registraron choques entre manifestantes radicales y fuerzas de seguridad en ciudades como Rennes, Nantes y París.
En la capital, las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra cientos de personas, vestidas de negro y con la cara cubierta, que saqueron un comercio y prendieron fuego a basura, constataron reporteros de AFP.
La tensión se recrudece desde que el mandatario liberal decidiera el 16 de marzo adoptar por decreto el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años y el alza a 43 años de cotización para cobrar una pensión completa para 2027.
El jueves, ya hubo 457 detenidos y 441 policías y gendarmes heridos, según las autoridades, en un contexto de críticas a la actuación policial por parte de oenegés de derechos humanos e incluso del Consejo de Europa.
Las imágenes de batalla campal volvieron a la primera plana el sábado durante las protestas contra un embalse agrícola destinado a la agroindustria en Sainte-Soline (centro-oeste), que dejaron dos manifestantes en coma.
En ambos casos, “hay un uso desproporcionado de la fuerza que ya habíamos denunciado durante [la protesta social en 2018 y 2019 de] los chalecos amarillos”, dijo a la AFP Jean-Claude Samouiller, de la oenegé Amnistía Internacional.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, movilizó este martes 13.000 agentes en un “dispositivo de seguridad inédito” y alertó de la presencia en París de “más de 10.000 radicales, algunos desde el extranjero”.
A la espera de datos oficiales, el sindicato CGT ya anunció unos 450.000 manifestantes en París. La policía espera entre 650.000 y 900.000 en toda Francia, menos que la precedente jornada de protestas del 23 de marzo.
“¡Basta ya de negativas!”
Las autoridades se esfuerzan en los últimos días en criminalizar las protestas y socavar el apoyo a estas en la opinión pública, que considera responsable a Macron por no querer escuchar el rechazo a su plan.
En paralelo, el gobierno y los sindicatos aseguran buscar una manera de calmar los ánimos, pero firmes en sus posiciones: las centrales sindicales quieren la retirada o la suspensión de la reforma, y el gobierno dice no.
El vocero gubernamental, Olivier Véran, rechazó este martes la última propuesta sindical de buscar una “mediación” para hallar una vía de salida y afirmó que pueden “hablarse directamente”.
“¡Basta ya de negativas!”, respondió el líder del sindicato moderado CFDT, Laurent Berger, quien había planteado esa idea que recabó el apoyo en cambio de uno de los principales aliados de Macron: el partido centrista MoDem.
El presidente liberal se halla bajo presión. Su gobierno defiende que la reforma es crucial para evitar un déficit en la caja de las pensiones, pero esta carece de apoyo sindical y popular, y un sostén incierto en el Parlamento.
A la espera del dictamen en abril del Consejo Constitucional sobre su validez, Macron busca pasar página rápidamente con otras prioridades como la salud, la educación y garantizarse una mayoría estable en el Parlamento.
Mientras tanto, los sindicatos no tiran la toalla. “El movimiento no se agota”, advirtió desde Clermont-Ferrand (centro), el líder de la CGT, Philippe Martinez, quien destacó la participación de “muchos jóvenes” en las marchas.
“Aún soy muy joven, pero la reacción del gobierno (...) me ha dado ganas de luchar”, dijo a la AFP Simeon Ronzier, un estudiante de 20 años, en Lille (norte).
En 2006, la movilización juvenil y sindical logró que el entonces gobierno retirara un polémico contrato juvenil adoptado por decreto.
Además del bloqueo de liceos y universidades, las protestas adquieren además desde hace semanas múltiples formas: bajadas de producción eléctrica, 15% de gasolineras sin combustible, trenes y vuelos anulados, transporte público de París perturbado e incluso la Torre Eiffel cerrada este martes.
Los basureros de París decidieron poner fin el próximo miércoles a tres semanas de huelga, que dejaron miles de toneladas de basura acumuladas en las calles, pero con el objetivo con regresar a la lucha “con más fuerza”, según la CGT.
(Con información de AFP)
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