Cómo las “fábricas de artículos científicos” chinas amenazan el progreso de la investigación

El sistema que utilizan provoca que mejoren de manera fraudulenta los números de su producción y conlleva serios riesgos

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Un empleado inspecciona un chip en la empresa de chips semiconductores en Suqian, provincia de Jiangsu, China 28 de febrero de 2023. (China Daily via REUTERS)
Un empleado inspecciona un chip en la empresa de chips semiconductores en Suqian, provincia de Jiangsu, China 28 de febrero de 2023. (China Daily via REUTERS)

Los investigadores chinos se convirtieron en las últimas dos décadas entre los más prolíficos autores de artículos científicos del mundo. En 2021, según el estadounidense Instituto de Información Científica, China alcanzó el 23% de la producción mundial de artículos, ubicándose apenas detrás de Estados Unidos. Al mismo tiempo, el año pasado el país asiático superó por primera vez a EEUU en el número de artículos más citados.

Pero esos datos podrían estar distorsionados. Inflados por “fábricas de artículos científicos” que los investigadores chinos utilizan para mejorar de manera fraudulenta los números de su producción, según una extensa investigación del diario Financial Times.

“Los expertos afirman que la impresionante producción china oculta ineficiencias sistémicas y un trasfondo de investigación fraudulenta y de baja calidad. Los académicos se quejan de la aplastante presión que se ejerce sobre ellos para que publiquen con el fin de obtener preciados puestos en las universidades de investigación”, escribe el influyente diario británico.

Según el Financial Times, las editoriales científicas de todo el mundo están cada vez más alarmadas por la magnitud del fraude.

Una investigación realizada el año pasado por el Comité Conjunto de Ética en las Publicaciones (Cope) concluyó: “La presentación de presuntos trabajos de investigación falsos va en aumento y amenaza con desbordar los procesos editoriales de un número significativo de revistas”.

Un investigador observa la imagen confocal en una pantalla que muestra el núcleo de células madre en el laboratorio de Envejecimiento y Regeneración del Instituto de Células Madre y Regeneración de la Academia China de Ciencias (CAS) en Beijing (REUTERS/Tingshu Wang)
Un investigador observa la imagen confocal en una pantalla que muestra el núcleo de células madre en el laboratorio de Envejecimiento y Regeneración del Instituto de Células Madre y Regeneración de la Academia China de Ciencias (CAS) en Beijing (REUTERS/Tingshu Wang)

Cope describe las “fábricas de artículos científicos” como “organizaciones con ánimo de lucro, no oficiales y potencialmente ilegales que producen y venden manuscritos fraudulentos que parecen investigaciones auténticas”.

Las estimaciones sobre el alcance de la producción científica falsa varían enormemente, desde el 2% hasta el 20% o más de los artículos publicados. Hay acuerdo general en que China es uno de los peores infractores del mundo, aunque Cope señala que las papeleras “no se limitan en absoluto a China”.

El problema es que ningún editor, ni siquiera el más vigilante, tiene capacidad para eliminar todos los fraudes. Las retractaciones son raras y pueden tardar años. Mientras tanto, los científicos pueden basarse en los resultados de un artículo falso. En el ámbito biomédico esto es tanto más preocupante cuanto que el objetivo de muchas investigaciones es el desarrollo de tratamientos para enfermedades graves.

Una práctica extendida

En China, la práctica está tan extendida que en sitios chinos de comercio electrónico como Taobao proliferan los intermediarios en línea que venden investigaciones por encargo. Recientemente, un intermediario que se anunciaba en Taobao cobró a sus clientes 800 dólares por enviar un artículo a una publicación médica nacional de nivel medio, escribió el FT.

Beijing ha introducido sanciones contra el uso de “fábricas de artículos”, incluida la prohibición de que los investigadores infractores soliciten financiación pública. Pero la escasa aplicación de la ley hace que esta práctica siga siendo habitual.

Un empleado trabaja en un laboratorio de investigación y desarrollo en Shanghái, China, el 21 de julio de 2022. (REUTERS/Aly Song)
Un empleado trabaja en un laboratorio de investigación y desarrollo en Shanghái, China, el 21 de julio de 2022. (REUTERS/Aly Song)

La proliferación de investigaciones dudosas que ha acompañado a la emergencia de China como potencia científica y tecnológica también han llamado la atención de una serie de académicos independientes que vigilan la producción del país.

El Financial Times citó el caso de David Bimler, un psicólogo de la Universidad Massey de Nueva Zelanda que identificó 150 artículos biomédicos de la Universidad de Jilin que utilizaban los mismos conjuntos de datos y llegó a la conclusión de que la institución tenía una “fábrica de artículos interna.”

Elisabeth Bik, una microbióloga californiana que pone de relieve casos de mala ciencia, formó parte de un equipo que examinó 20.000 artículos biomédicos de autores de todo el mundo y descubrió que 800 tenían casos de “imágenes duplicadas de forma inapropiada”.

“Los artículos de China tenían una probabilidad superior a la media de contener imágenes problemáticas”, dijo al FT.

Uno de los motivos por los que los investigadores chinos recurrirían con mayor frecuencia a las “fábricas de artículos” es la enorme presión que enfrentan para publicar. Es que cuánto más trabajos publican, más posibilidades tienen de acceder a recursos públicos y lograr mejores puestos. El Instituto de Información Científica calcula que en China hay más de 2 millones de investigadores que compiten por los fondos de los gobiernos central y locales.

“Para sobrevivir en el mundo académico chino, tenemos que cumplir muchos indicadores clave de rendimiento. Por eso, cuando publicamos, nos centramos más en la cantidad que en la calidad”, dijo al FT un profesor de física de una destacada universidad de Beijing. “Cuando los posibles empleadores miran nuestros currículos, es mucho más fácil que juzguen la cantidad de nuestros resultados por encima de la calidad de la investigación”.

Desconfianza y riesgos para la cooperación científica

El escrutinio de las falsas investigaciones chinas ha exacerbado la desconfianza entre las instituciones académicas occidentales y chinas. A esto se suma el deterioro de las relaciones geopolíticas y las acusaciones de que los investigadores chinos aprovechan su estancia en laboratorios extranjeros para espionaje científico y tecnológico y robo de propiedad intelectual.

El entonces Ministro de Hacienda, George Osborne (izq.), y el Presidente de la República Popular China, Xi Jinping, visitan el Instituto Nacional del Grafeno de la Universidad de Manchester de la mano de los Premios Nobel Sir Kostya Novaselov y Sir Andre Geim el 23 de octubre de 2015 en Manchester, Inglaterra.  (Richard Stonehouse - WPA Pool/Getty Images)
El entonces Ministro de Hacienda, George Osborne (izq.), y el Presidente de la República Popular China, Xi Jinping, visitan el Instituto Nacional del Grafeno de la Universidad de Manchester de la mano de los Premios Nobel Sir Kostya Novaselov y Sir Andre Geim el 23 de octubre de 2015 en Manchester, Inglaterra. (Richard Stonehouse - WPA Pool/Getty Images)

Por eso, a medida que los países que “han contribuido en gran medida al crecimiento de la ciencia colaborativa” desaceleran su compromiso, las perspectivas de la producción investigadora china “son mucho más inciertas” que en el pasado reciente, dijo James Wilsdon, profesor de política de investigación en el University College de Londres.

Aún así, los científicos dicen tanto la investigación occidental y china saldrán perdiendo debido a la pérdida de confianza mutua.

Para muchos laboratorios de todo el mundo, los investigadores chinos son una fuente crucial de mano de obra para participar en experimentos a gran escala. Los investigadores occidentales se benefician del acceso a estudiantes de doctorado chinos baratos y bien formados que pueden ayudar a reforzar sus hallazgos realizando experimentos.

“Los científicos estadounidenses o británicos suelen tener ideas rompedoras y hacer investigaciones realmente innovadoras”, resumió al FT el profesor de física de Beijing. “Los chinos aprenden rápido. Ayudan a encontrar pruebas y a hacer más sólido el marco”.

Es por eso que los defensores de la ciencia en Estados Unidos trabajan para que la colaboración con China no se desmorone por completo. “Nuestra cultura científica es un faro para los científicos chinos”, dijo Sudip Parikh, director ejecutivo de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia. “Ayudan a enriquecer nuestra economía y nuestros laboratorios. Estas relaciones intelectuales importan y es importante que no perdamos de vista los beneficios de la colaboración internacional”.

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