Las guerras se pelean en forma simultánea en diferentes campos de batalla. La lucha en los medios y las redes sociales está más caliente que nunca. El Kremlin encontró unos aliados insospechados en la pelea de la desinformación a nivel global para apoyar su invasión a Ucrania y tiene el respaldo de poderosos grupos de la extrema derecha trumpista en Estados Unidos, así como nacionalistas de todas las especies a nivel global. También actores de Hollywood, una princesa italiana y el nieto del general De Gaulle.
Los mensajes que divulgan estos grupos y personajes van desde el ampliamente desmentido de que Estados Unidos mantiene laboratorios de armas biológicas en Ucrania hasta los que presentan al presidente ruso, Vladimir Putin, como un aliado en el apoyo a los valores tradicionales, la religión y la familia en la lucha contra las ideas “woke” (progresistas). Y para difundirlas se valen de las redes sociales alternativas como Parler, Rumble, Gab y Odysee. Dos informes publicados el mes pasado por los centros de estudios de la Alliance for Securing Democracy y el Atlantic Council muestran esta convivencia de intereses entre la extrema derecha trumpista, grupos nacionalistas de diferente pelaje, seudo progresistas latinoamericanos y nostálgicos comunistas.
Otras campañas centradas en el alto costo económico de la guerra para Estados Unidos son llevadas a cabo directamente por el Freedom Caucus de la Cámara de Representantes en Washington. Es la bancada de extrema derecha surgida de los seguidores de Donald Trump y que integran representantes como Marjorie Taylor Greene, Scott Perry y Paul Gosar. Son los que ya presentaron varios proyectos para detener la ayuda militar que la administración demócrata de Joe Biden le está proporcionando al gobierno de Kiev para que se defienda de la agresión rusa.
Estas fuerzas retrógradas también están representadas en los medios de comunicación. Las encabezan el presentador de Fox News, Tucker Carlson, y el ex asesor de Trump ahora convertido en un influyente podcaster, Steve Bannon. El primero tiene un programa diario en prime-time en el que defiende la posición del Kremlin desde el inicio de la guerra. Hace apenas unos días, en el primer aniversario de la invasión de Moscú, Carlson afirmó falsamente que el objetivo de Biden se había convertido en “derrocar a Putin y poner tanques estadounidenses en la Plaza Roja”. Y agregó en forma irónica: “porque, claro, podríamos gestionar Rusia una vez derrocado el dictador”. Bannon, en su podcast War Room realiza entrevistas como la que hizo a Erik Prince, el acaudalado fundador estadounidense de Blackwater, la empresa a la que estaban relacionados el ex vicepresidente, Dick Cheney, y el ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que se quedó con la mayoría de los contratos del Pentágono en Irak. Prince y Bannon mostraron públicamente su simpatía por la agresión rusa, dijeron que finalmente iba a “despertar a unos cuantos” (en referencia a que dicen que “Biden es un dormido”) y elogiaron la actitud de Putin contra las minorías sexuales.
De acuerdo a Jessica Brandt, directora de políticas públicas del Brookings Institution, en una entrevista con The Guardian de Londres, se trata de una coincidencia de factores que lleva a la unión entre los dos sectores que parecían incompatibles. “Así que a menudo se produce una especie de armonía: tanto los mensajeros del Kremlin como las figuras clave de los medios de comunicación, cada uno por sus propias razones, tienen interés en criticar a la administración Biden por su gestión de la crisis de Ucrania, en amplificar la desconfianza en los medios de comunicación autorizado o en jugar con el escepticismo sobre los orígenes de Covid”, explicó Brandt.
Por ejemplo, la teoría conspiracionista de que el Pentágono estaba desarrollando armas biológicas en laboratorios clandestinos levantados en zonas de guerra ucranianas fue ampliamente difundida en programas del podcast de Bannon o en otros programas vistos por militantes de la extrema derecha trumpistas así como los libertarios a nivel global del “Charlie Kirk Show”.
De acuerdo al análisis de la Alliance for Securing Democracy (ASD) existe un manejo organizado de los mensajes que difunden todos los grupos conspiracionistas y rusófilos. “Todo indicaría que son dictados desde las usinas de desinformación del Kremlin”, dicen. En los primeros seis meses de la guerra las cuentas de Twitter vinculadas a Rusia mencionaron el término “nazi” en referencia a Ucrania en más de 5.800 tuits. Esa tendencia disminuyó notablemente en los siguientes seis meses y los mensajes “pro rusos” comenzaron a centrarse en “el alto costo” para Washington de su apoyo a Ucrania. “Los tuits de los sectores cercanos al Kremlin que mencionaban tanto `gas para Europa´ como `corte del suministro´ aumentaron un 267%, mientras que los tuits que mencionaban el `aumento del costo de la vida´ aumentaron un 66%” en comparación con los primeros seis meses de la guerra”, explican. Estos mensajes, a su vez, encontraron otros medios alternativos para su difusión. Las cuentas y canales afiliados al medio de comunicación estatal ruso Russia Today (RT), que fue prohibido por completo en YouTube, se viralizaron a través de medios sociales alternativos y plataformas de intercambio de vídeo como Rumble y Odysee que tienen políticas de moderación de contenido menos restrictivas y que permiten a RT operar sin etiquetas ni restricciones.
Esto se tradujo en el Congreso estadounidense en una creciente ola de descontento de los sectores más conservadores del Partido Republicano, agrupados en el movimiento trumpista de MAGA (por el slogan de Trump: Make America Great Again - Hacer Grande a Estados Unidos otra vez) por el apoyo estadounidense a Kiev. El gobierno de Joe Biden ya entregó al gobierno ucraniano más de 100.000 millones de dólares en ayuda militar y financiera. Esas voces son especialmente fuertes en el Freedom Caucus, que ejerce una creciente influencia sobre el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quien repite que no apoyará un “cheque en blanco” para Ucrania y esta semana declinó la invitación del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, para visitar Kiev.
Al comienzo de la guerra, Donald Trump se refirió a Putin como “un genio” y dijo que había sido “muy astuto”. Durante su presidencia tuvo una excelente relación con el líder ruso a pesar de las evidencias de que los hackers del Kremlin influyeron en las elecciones para perjudicar a Hillary Clinton y hacer todo lo posible para que el multimillonario neoyorkino llegara a la Casa Blanca. Trump dejó de hablar de la guerra en las últimas semanas, pero su hijo, Donald Jr., utiliza las redes sociales para burlarse implacablemente del presidente ucraniano Volodimir Zelensky. “Uno de los errores más flagrantes de los propagandistas de extrema derecha estadounidense es ver a Vladimir Putin como una especie de defensor de la cristiandad, de los valores familiares y como un protector de la raza blanca”, explicó Ariel Cohen, investigador del Centro Eurasia, en su análisis del informe del Atlantic Council. “Repiten los argumentos del Kremlin y se entusiasman con la ley rusa que prohíbe difundir ‘propaganda gay’”.
En tanto, también siguen trabajando otros aliados inesperados del Kremlin a nivel global. Esta última semana se reunieron en una sala acristalada del Museo Estatal Pushkin de Moscú delegados de todo el mundo del denominado Movimiento Internacional de Rusófilos. Entre los presentes se encontraban el polémico actor estadounidense Steven Seagal, un nieto de Charles de Gaulle y una princesa y erudita italiana conocida por sus traducciones de los libros de J.R.R. Tolkien, el autor de “El Señor de los Anillos”.
“Estoy aquí para promover la paz y la amistad, y creo que este conflicto ha sido provocado y causado por intereses anglosajones... Creo que está poniendo al mundo en grave peligro, y estoy aquí para luchar contra esto”, declaró Pierre de Gaulle, nieto del general francés y ponente en la conferencia. El joven de Gaulle ya venía creando polémicas al respecto. El mes pasado dijo al periódico francés, Le Parisien, que Occidente había “dejado desgraciadamente que Zelensky, sus oligarcas y los grupos militares neonazis se encerraran en una espiral de guerra sin sentido…Rusia reclama sus tierras legítimas”. Yves de Gaulle, hermano mayor de Pierre, aclaró que lo que decía su hermano era “a nivel personal” y que “no representa de ninguna manera la posición de la familia” y “mucho menos representa el legado de nuestro abuelo”.
Junto a Pierre De Gaulle llegaron a Moscú otros 90 delegados, muchos de ellos teóricos de la conspiración, dispuestos a repetir como loros la línea de Moscú. Nikolay Malinov, ex miembro del Parlamento búlgaro, abrió el acto diciendo que había llegado el momento de que “las fuerzas de la luz derroten a las fuerzas de la oscuridad”. En el escenario, vestido de negro, estaba Steven Seagal, nombrado por Putin como “representante especial para los vínculos culturales entre Rusia y Estados Unidos”. “Soy 100% rusófilo y 1 millón % ruso”, declaró Seagal en una conferencia de prensa posterior. También se encontraba allí la princesa Vittoria Alliata di Villafranca, una mujer de unos 70 años y pelo rojo brillante, más conocida en Italia por ser la primera traductora al italiano de Tolkien. Según ella, en los últimos años luchó contra el Opus Dei y la mafia siciliana para recuperar su palacio familiar de Bagheria, donde, según ella, “los productores de cine están rodando un remake moderno de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “El Gatopardo”.
En un discurso, la princesa italiana dijo que la “rusofobia” se creó para reforzar “nuevas fórmulas de colonización” y la relacionó con el desembarco estadounidense en Sicilia durante la Segunda Guerra Mundial, que calificó de pretexto para la expansión de la influencia de Washington. Alliata di Villafranca dijo que acudía a la conferencia en representación de la Deutsch-Arabaische Gesellschaft (Asociación Árabe Alemana), de la que es presidenta, y afirmó que defendía un “mensaje de paz”. De paso, dijo, estaba visitando a la familia real rusa. “Soy prima de los Romanov”, explicó, refiriéndose a los descendientes de la última familia real del imperio ruso. “Los conozco muy bien, vine a la boda... Así que es una conexión zarista”.
El colorido congreso de Moscú y las redes alternativas estadounidenses muestran que la invasión rusa a Ucrania mantiene un apoyo tan global como heterodoxo. Una cofradía que tiene su epicentro en las variantes de la extrema derecha pero que llega hasta los que se autoperciben como progresistas en América Latina y los ilustres marginales de la política.
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