Respeto, afecto, diferencias y consejos: cómo fue la relación entre el papa Francisco y Benedicto XVI

Jorge Bergoglio y Joseph Ratzinger, dos expresiones de la Iglesia, vivieron una hecho casi inédito en la historia del Vaticano: que dos pontífices convivan tras la renuncia de uno de ellos

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Benedicto y Francisco, los papas
Benedicto y Francisco, los papas que convivieron durante casi diez años

El 13 de marzo de 2013 Jorge Bergoglio fue elegido Papa tras la renuncia en febrero de ese año de Joseph Ratzinger (Benedicto XVI). Desde entonces, y hasta la muerte del teólogo alemán el pasado 31 de diciembre, mucho se especuló sobre la relación entre Francisco y el Papa emérito. Un hecho inédito para la historia reciente de la Iglesia, ya que no se había vivido una situación similar hacía más de 600 años.

Ambos llegaron a la Santa Sede con dos posiciones contrapuestas: Benedicto XVI defendía una ferviente ortodoxia, frente a una versión más reformista de Francisco.

El primer encuentro entre ambos tuvo lugar el 23 de marzo de 2013, diez días después de la elección del actual Pontífice. Se dieron un cálido abrazo en el helipuerto de Castel Gandolfo, la residencia donde el Papa emérito había pasado esos días posteriores a presentar la renuncia. Antes de reunirse en la biblioteca privada, se dirigieron a la capilla para compartir una oración. En un claro gesto de respeto y reconocimiento, Francisco le cedió el lugar de honor a su predecesor.

Desde el comienzo la convivencia fue discreta y amistosa. Pero con el paso del tiempo empezaron a surgir algunos contrapuntos entre esas voces que representaban dos distintos tipos de Iglesias.

“Yo no hablaría de tensiones, ya que Benedicto nunca mostró claramente su desacuerdo y siempre ha mantenido buenas relaciones con Francisco. Pero supongo que era obvio que Benedicto se sentía al menos apenado por algunas de las decisiones que anulaban las suyas, como la que abolía la liberalización de la Misa tradicional”, analizó el vaticanista Andrea Gagliarducci, en diálogo con Infobae.

El especialista y escritor italiano describió a Ratzinger como “el consejero en la sombra del papa Francisco”. “De hecho, sobre todo al principio, Francisco mostró muchas veces una cierta cercanía al monasterio”.

Y, pese a ciertos desacuerdos que existieron entre los dos Papas, consideró que nunca se llegó a una situación de inestabilidad o extrema tensión entre ambas expresiones religiosas: “Al final, la relación fue cordial, diría yo. Benedicto XVI nunca puso en peligro al Papa. El Papa lo apreciaba mucho”.

En esa línea, Federico Lombardi, portavoz de Benedicto XVI, valoró la “solidaridad espiritual” entre los dos Papas y aclaró que en ningún momento hubo temores sobre la situación que se creó porque “el papado es servicio y no poder”.

“La última vez que hubo dos o tres Papas no se hablaban entre ellos, se peleaban para ver quién era el verdadero. Yo quiero mucho a Benedicto. Siempre lo quise. Es un hombre de Dios, humilde, que reza. Un ejemplo de grandeza. Y fui muy feliz cuando fue elegido Pontífice”. Así se pronunció Francisco ante la prensa, a su regreso de la Jornada Mundial de la Juventud de Brasil en julio del 2013. Desde su asunción, era la primera vez que se refería abiertamente sobre su relación con su predecesor.

Benedicto XVI y Francisco representaron
Benedicto XVI y Francisco representaron dos posiciones contrapuestas de la Iglesia (REUTERS/Kai Pfaffenbach)

En su libro “El Monasterio”, el periodista italiano Massimo Franco sostiene que al principio se vivió “una especie de copapado”. Según cuenta, Francisco le pedía a Benedicto XVI mantener ciertas apariciones y pronunciamientos “porque cubría una vertiente de su pontificado que faltaba”: “La de los conservadores o en realidad tradicionalistas”.

“Pero cuando el pontificado de Francisco atravesó dificultades, el monasterio ya no fue un polo de cooperación, sino que primero se convirtió en una especie de obstáculo y después en una forma de contrapoder”, agrega.

El secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, dijo recientemente en una entrevista con el diario Corriere della Sera, que el hecho de que coexistieran dos sucesores de Pedro al mismo tiempo “configuró una situación institucional inédita para la Iglesia”. “Tal vez alguien pensó en aprovecharse de ello, y tal vez incluso trató de sembrar la confusión. Pero no tuvo éxito en su intento”, opinó.

Pese a las versiones respecto a posibles rispideces y desencuentros, fueron muchos las reuniones, tanto públicas como privadas, entre el papa Francisco y el emérito Benedicto XVI. Encuentros siempre marcados por la cordialidad, el afecto y el respeto mutuo. De hecho, el Sumo Pontífice estuvo en contacto y visitó a su predecesor hasta en sus últimos días. En estos diez años nunca faltaron sus visitas por su cumpleaños y en cada Navidad.

La última reunión se dio la mañana del pasado 28 de diciembre, en el Monasterio “Mater Ecclesiae”, donde residía el Papa emérito desde su renuncia. Francisco fue a visitarlo después de la Audiencia General, ya que en las últimas horas se había agravado el estado de salud de Benedicto.

El 18 de agosto de 2014, durante el vuelo de regreso del viaje apostólico a Corea del Sur, el Papa habló de la relación entre ambos: “Nuestra relación es de hermanos. También dije que me siento como si tuviera al abuelo en casa por sabiduría: es un hombre con sabiduría, con matices, lo que me hace bien oír. Y también me anima mucho. Esta es la relación que tenemos con él”.

Francisco siempre dijo que su
Francisco siempre dijo que su relación con Benedicto era de "respeto" y "afecto", y afirmó que sentía como si tuviera al abuelo en casa por la "sabiduría" del Papa emérito (Prensa del Vaticano/Distribuida vía REUTERS)

“Es el hombre que guarda mis hombros y mi espalda con su oración. Nunca olvidaré aquel discurso que nos dirigió, a los cardenales, el 28 de febrero: ‘Uno de ustedes será sin duda mi sucesor. Prometo obediencia’. Y lo hizo. Luego oí -pero no sé si es verdad- subrayo: oí, tal vez sean rumores, pero concuerdan con su carácter, que algunas personas fueron allí a quejarse porque ‘este nuevo Papa...’, ¡y él las echó! Al mejor estilo bávaro: educado, pero los ahuyentó. Y si no es verdad, bien hallado está, porque este hombre es así: ¡es un hombre de palabra, un hombre justo, recto!”, comentó dos años después en el marco de un viaje a Armenia.

En su libro “El Monasterio”, Franco cuenta algunos desencuentros entre los dos Papas. Uno de ellos, según relata el autor, se dio en 2019, cuando después de la reunión del Sumo Pontífice con las conferencias episcopales para hacer frente al tema de los abusos, Benedicto XVI publicó en una revista alemana su visión sobre el tema. En la publicación vinculó estos escándalos a un supuesto colapso moral de las sociedades contemporáneas.

Otro hecho tuvo lugar en enero de 2020, cuando se anunció un nuevo libro firmado por Benedicto XVI -sin referencia a su condición de emérito- y el cardenal Robert Sarah, uno de los principales referentes de la facción conservadora y gran crítico del papa Francisco.

Sin embargo, el “punto de inflexión” en la relación entre Bergoglio y Ratzinger se habría dado cuando Francisco puso varios obstáculos para la celebración de la misa con el rito en latín. Georg Gänswein, arzobispo alemán y mano derecha de Benedicto XVI por muchos años, dijo en su libro “Nada más que la verdad: mi vida con Benedicto XVI” que esa decisión del Sumo Pontífice supuso para el emérito “un dolor en el corazón”.

Para Franco, “todos estos desastres derivan del hecho de que este papado emérito ha durado demasiado”: “Benedicto ha sido más tiempo emérito, nueve años, que papa reinante, ocho años, y esto ha debilitado las razones oficiales (de debilidad) por las que decía que había dimitido y ha hecho que estallasen las lógicas de poder”.

Durante una entrevista en 2014 a la agencia Reuters, Gänswein declaró que se sentía como un puente entre dos puentes, al servir al mismo tiempo a Ratzinger y a Bergoglio. Pero eso cambió de un día para el otro, cuando fue apartado de sus funciones y se le encomendó cuidar de Benedicto durante su retiro. En sus páginas, monseñor lamentó esa decisión del Papa.

El arzobispo Georg Gaenswein, quien
El arzobispo Georg Gaenswein, quien fue secretario del fallecido papa emérito Benedicto XVI, generó polémica en el Vaticano por su libro de memorias en el que apunta contra el actual pontífice, Francisco (AP Foto/Andrew Medichini)

Entre otras críticas a su gestión, confirmó la existencia de corrientes o “bandos” al interior de la Santa Sede. “En efecto, creo que el análisis más correcto deba indicar como problema, no tanto la coexistencia de dos Papas -uno reinante y otro emérito- sino el nacimiento y desarrollo de dos hinchadas ya que, con el paso del tiempo, Ratzinger se dio cuenta cada vez más de que efectivamente eran dos visiones de la Iglesia”, comentó. Y añadió: “Estas dos hinchadas han creado esa tensión que después reverberó sobre quienes no eran suficientemente conscientes de las dinámicas eclesiásticas”.

Para Franco, el “inicio de la segunda fase del papado de Francisco” comenzó ahora, con las palabras de Gänswein. Incluso “Il Messaggero”, el único diario que lee el papa Francisco, tituló recientemente que la “guerra de las corrientes ya ha empezado”, tras la muerte de Benedicto XVI.

En los primeros días de febrero, durante el regreso de su viaje a República Democrática del Congo y Sudán del Sur, Francisco fue consultado por estas publicaciones que se referían a su relación con Benedicto. Al respecto, consideró que la muerte de su predecesor fue instrumentalizada “por gente de partido y no de Iglesia”. Afirmó, además, que “esas historias que se cuentan de que Benedicto XVI estaba muy disgustado” con él “era un cuento chino”, en referencia - aunque no lo citó - a Ganswein y sus dichos sobre el supuesto “dolor” que sintió Ratzinger cuando Bergoglio introdujo límites a las misas en rito tridentino, anteriores al Concilio Vaticano II, y que se celebran en latín y de espaldas a los fieles.

“Él siempre estaba y me ha apoyado y si tenía alguna dificultad me la decía. Hablábamos, no había problemas”, comentó Francisco.

De cara al futuro, ya sin la presencia del Papa emérito, Gagliarducci auguró que “vendrán confrontaciones, y también diría que el papa Francisco tendrá más ganas de impulsar las cosas, sin importar las consecuencias”: “Benedicto XVI era el garante de una cierta Pax ecclesiae porque desalentaba los enfrentamientos”.

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