Kirill Martynov, periodista ruso: “Cuesta entender por qué seguimos en este trabajo si no podemos detener la guerra”

El Editor en Jefe de “Novaya Gazeta Europe” pasó por Buenos Aires en el marco de una gira organizada por las embajadas de la Unión Europea. Dialogó en exclusiva con Infobae sobre la situación del periodismo independiente en Rusia, el legado de Anna Politkóvskaya y la importancia de documentar los crímenes de guerra rusos en Ucrania

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Kirill Martynov es subeditor del diario independiente más antiguo y más leído de Rusia, “Novaya Gazeta” (Maximiliano Luna)
Kirill Martynov es subeditor del diario independiente más antiguo y más leído de Rusia, “Novaya Gazeta” (Maximiliano Luna)

Saluda cordialmente y su primer comentario es de colega a colegas, cuando dice, de manera amistosa, que le gusta mucho hablar con periodistas. Kirill Martynov pasó por Buenos Aires en el marco de una gira latinoamericana organizada por las embajadas de la Unión Europea de la región. Vive actualmente en Riga, Letonia, tiene una notable formación académica y es subeditor del diario independiente más antiguo y más leído de Rusia, “Novaya Gazeta”, fundado en 1993, dos años después del colapso de la Unión Soviética. En el sitio trabaja mano a mano con Dmitri Muratov, el Editor en Jefe de la publicación, quien en 2021 recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor en la lucha por hacer respetar la libertad de expresión en Rusia.

El sitio en el que trabaja Martynov es una publicación reconocida internacionalmente por su capacidad de investigación y por su mirada crítica sobre las políticas del Kremlin. Sus periodistas cubrieron en terreno las dos guerras en Chechenia, en el sur de Rusia y denunciaron sistemáticamente los abusos y los crímenes contra la sociedad civil por parte de los militares rusos. Desafortunadamente, “Novaya Gazeta” es tan famosa por su riguroso trabajo profesional como por haber perdido a siete de sus periodistas en episodios oscuros y poco y mal investigados por la Justicia rusa. Todos fueron asesinados por sus denuncias periodísticas, entre ellos la premiada Anna Politkóvskaya.

El año pasado, un mes después de que Rusia iniciara la guerra en Ucrania, y en el inicio de acciones que se proponían silenciar las voces disidentes, el gobierno ruso multó y suspendió sitio web de “Novaya Gazeta” y luego les prohibieron publicar en cualquier soporte, de manera que, al igual que la enorme mayoría de los medios independientes, se vieron obligados a cerrar sus oficinas en Rusia. “El verdadero lugar en el que los rusos luchan contra la discriminación es la propia Federación Rusa”, dirá Martynov, en relación a que solo en su país los ciudadanos tienen prohibido expresarse en contra de la guerra.

Lo que sigue es una entrevista exclusiva con Infobae.

—Recién en la conferencia de prensa usted señalaba la importancia de este viaje como para poder explicar cuál es la situación actual, a partir de la guerra en Ucrania. ¿Piensa que en los países de América Latina la gente está más cerca de Putin o de creer en la versión de la guerra que da el gobierno ruso?

—La verdad es que no soy un experto sobre América Latina, pero creo que en la región la gente podría tal vez tener algunas fantasías sobre Rusia. Lo ven como una especie de país romántico con una cultura bonita, con lo que significó además el intento de ser una sociedad más justa en el siglo XX.

De manera que mucha gente todavía busca entender cómo puede ser posible que el presidente Putin se haya convertido en una especie de pura maldad. Y esta es una reacción normal. Dicen: “no puede ser verdad que un líder ruso haya empezado a ser casi como Hitler. Probablemente la situación es más compleja, posiblemente Rusia fue provocada; sin duda, los países occidentales tienen algo que ver con esto que está sucediendo”. La gente trata de adaptar el efecto de la agresión de Putin contra Ucrania a su imagen del mundo. Es por eso que la visión desde América Latina puede que no sea muy correcta, no esté tan clara.

—Por otro lado, en los países occidentales hay un creciente sentimiento anti ruso debido a la guerra de agresión. ¿Cómo le afecta esto a usted, como ciudadano ruso?

—No me afecta personalmente porque soy una persona con un perfil universitario; tengo varios colegas en universidades de Europa, académicos y periodistas que me ayudan mucho, son muy amables conmigo y con mis colegas. Mucha gente en todo el mundo adora la cultura rusa y quiere encontrar a los llamados “buenos rusos” para aclarar de algún modo lo que ha ocurrido. Es una situación interesante para nosotros porque tenemos la oportunidad de reconstruir esta relación con la sociedad occidental.

Pero será muy difícil y, obviamente, el problema son los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso. Aún así, creo que tenemos la oportunidad de relanzar nuestra relación con el mundo occidental. La propaganda rusa siempre insiste con que los rusos de la Unión Europea están sometidos a fuertes presiones y sufren cierta discriminación. Pero, en realidad, creo que el verdadero lugar en el que los rusos luchan contra la discriminación es la propia Federación Rusa. Yo vivo en Letonia. Es un pequeño país en el mar Báltico que, en la Unión Europea, cuenta con la minoría rusa más numerosa en relación a su población. Y veo a las personas por las calles de Riga, personas que hablan ruso como si fueran nativos, que no van a la guerra. Sus familias no están sufriendo por la guerra. Y es terrible cómo mis compatriotas se enfrentan a esto. Esta es la verdadera discriminación: enviar a la gente a morir en la línea del frente.

El Presidente ruso Vladimir Putin y el Ministro de Defensa Sergei Shoigu (Maxim Shipenkov via REUTERS/archivo)
El Presidente ruso Vladimir Putin y el Ministro de Defensa Sergei Shoigu (Maxim Shipenkov via REUTERS/archivo)

—Usted es periodista. Un periodista ruso. ¿Cuándo y por qué decidió ser periodista en un país como Rusia, que no se caracteriza precisamente por ser un país en el que la libertad de expresión sea un valor corriente?

—No estoy seguro de tener una buena respuesta, porque probablemente nunca lo decidí. Lo que es valioso para mí es hablar con libertad, y cada vez es más difícil alcanzar este objetivo. Yo era profesor universitario y fui despedido de la universidad en Moscú básicamente porque hablaba demasiado. Encontré mi oportunidad, incluso una especie de refugio, en “Novaya Gazeta”. Me ofrecieron escribir algunas columnas de opinión, dado mi perfil académico. A lo largo de los años caí en la cuenta de que tenía que aportar más a este periódico, ayudar más, y así es como me encuentro en este lugar ahora mismo.

—¿Anna Politovskaya, la periodista de “Novaya Gazeta” que denunció los crímenes en Chechenia y fue asesinada en 2006, sigue siendo una figura importante para usted y para su generación?

—Sí, ella es un símbolo de lo que estamos haciendo y una verdadera amiga para las generaciones mayores. Tengo amistad con su familia, con su hijo y su hija. Es un ejemplo. Es fácil tomar decisiones cuando tienes un ejemplo así. Dmitri Muratov me contó que a menudo, ante una situación difícil en la que se trata de sobrevivir, como ante una pesada censura, se preguntó si debía hacer someterse a algún compromiso. Y me dijo que en esos casos se preguntaba qué diría Anna. Y que se respondía que ella diría: “Cállate, aquí no hay compromisos”. Así que sí, es una experiencia importante.

Anna Politkovskaya fue asesinada el 7 de octubre de 2006, día del cumpleaños de Vladimir Putin. (Novaya Gazeta/Epsilon/Getty Images)
Anna Politkovskaya fue asesinada el 7 de octubre de 2006, día del cumpleaños de Vladimir Putin. (Novaya Gazeta/Epsilon/Getty Images)

—¿Siguen teniendo periodistas en actividad en Rusia? ¿Cómo los protegen?

—Los protegemos ocultando nuestras relaciones con ellos. No firman sus artículos, no reciben dinero directamente de nuestra parte. Podemos proporcionarles si es necesario un abogado. Y podemos proporcionarles algún tipo de evacuación si se enfrentan a un proceso penal.

Actualmente tampoco podemos contratar a gente; sólo podemos recurrir a personas que decidan ofrecernos su servicio, no podemos pedirle a la gente que trabaje para nosotros, es demasiado peligroso.

—¿Y cómo proceden cuando alguien se presenta como periodista pidiendo trabajar para el periódico?

—Cuando sucede, tenemos que chequear de quién se trata, tenemos que conocerlos personalmente.

—En esta situación, ¿piensa que existe alguna posibilidad de que sobreviva el periodismo independiente en Rusia?

—Ya sobrevivimos, pero casi en el exilio. La idea es informar sobre Rusia desde el exterior, publicando desde algún lugar seguro y después llevar esa información al público. Por ahora está funcionando. No sé qué pasará después, pero creo que estos dos premios Nobel en dos años (N. de los R. el de “Novaya Gazeta” y el de Memorial) son de alguna forma un símbolo de lo que queda de la sociedad rusa. Porque han sobrevivido dos tipos de instituciones: los medios de comunicación independientes en el exilio y las organizaciones de defensa de los derechos humanos, tanto en el exilio como en Rusia.

Tal vez, si podemos imaginar que este es un nivel cero de las actividades públicas y en simultáneo con el punto más alto de la nueva dictadura rusa, podemos empezar desde este punto para reconstruir esta sociedad. Al menos lo intentaremos.

El Premio Nobel de la Paz ruso Dmitri Muratov posa con el diploma y la medalla del Premio Nobel de la Paz durante la ceremonia en Oslo en 2021 (Odd ANDERSEN / AFP)
El Premio Nobel de la Paz ruso Dmitri Muratov posa con el diploma y la medalla del Premio Nobel de la Paz durante la ceremonia en Oslo en 2021 (Odd ANDERSEN / AFP)

—¿Cree que Putin será juzgado como un criminal de guerra?

—Espero que sí, pero no estoy seguro. No hay precedentes. De los grandes países con armas nucleares, no se ha llevado hasta ahora a ningún dictador ante un tribunal internacional, pero si el régimen de Putin se enfrenta a una enorme crisis política dentro del país, aún puede ser posible. Así que vamos a ver, al menos intentamos trabajar para que ocurra. Hace diez años la idea que había detrás del periodismo independiente era parar la guerra, básicamente, frenar la anexión de Crimea, parar la guerra en el Este de Ucrania. Hicimos varias investigaciones que ayudaron, porque en ese momento las autoridades rusas trataban de ocultar lo que estaban haciendo allí, en el Este ucraniano… Hace un año, en el comienzo de esta etapa de la guerra, quisimos hacer lo mismo, llevamos nuestros mejores reporteros a Ucrania y después de eso, el público ruso y las autoridades dijeron “Ok, fue demasiado, probablemente vamos a encontrar algún alto el fuego”. Pero duró muy poco, fue una ilusión para muchos.

Pero después de eso cuesta encontrar un ideal de por qué seguimos haciendo este trabajo si no podemos detener la guerra. Y sé que la idea es que tenemos que describir todos los crímenes de guerra de cualquier ejército, pero básicamente del ejército de agresión en los territorios de Ucrania. Así que tenemos que describir e investigar los crímenes, y llevar estas historias al papel, para el caso de que se celebre un juicio.

—¿Piensa que una derrota militar podría desencadenar un cambio de régimen en Rusia?

—Podría, pero la opción más realista es que tengamos algún tipo de alto el fuego y un país aislado durante muchos años a partir de ahora y que Putin utilice la propaganda estatal rusa para declarar que fue una victoria para él. Lamentablemente, éste es el escenario más realista.

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