El Senado francés, dominado por la derecha, aprobó la noche del miércoles tras una intensa batalla con la izquierda el artículo clave de un proyecto de reforma de las pensiones que retrasa la edad de jubilación de 62 a 64 años. La votación se saldó con 201 votos a favor y 115 en contra.
Según el plan del gobierno, la edad legal de jubilación se elevará progresivamente de 62 a 64 años a razón de tres meses por año a partir del 1 de septiembre de 2023 hasta 2030.
Además, para obtener una pensión completa, sin descuento, el período de cotización exigido pasará de 42 a 43 años de aquí a 2027, a razón de un trimestre por año.
Francia ha vivido grandes movilizaciones de protesta en contra de la reforma de las pensiones impulsada por el presidente liberal Emmanuel Macron.
Para entrar en vigor, la iniciativa aún debe ser consensuada por las dos cámaras del Parlamento, para lo cual tienen plazo hasta el 26 de marzo.
En caso de no alcanzarlo, el gobierno puede aplicar su plan mediante ordenanza, algo que nunca ha ocurrido.
Los sindicatos franceses lograron ayer la mayor movilización en las manifestaciones desde que empezaron en enero las protestas contra la reforma de las pensiones, pero las huelgas no lograron la paralización del país con la que esperaban obligar al Gobierno de Emmanuel Macron a dar marcha atrás.
Un total de 3,5 millones de personas se manifestaron en las más de 200 concentraciones convocadas por todo el país, según el sindicato CGT, mientras que el Ministerio del Interior calculó 1,28 millones.
Todas las encuestas de los últimos meses muestran un rechazo muy mayoritario a la reforma (un 68%, según un sondeo de Ifop publicado el domingo) y un apoyo a los sindicatos en sus planes para continuar las huelgas más allá del martes (un 56%, según otro sondeo de Elabe hecho público el lunes).
Sin embargo, el Gobierno se mantuvo firme, con el argumento de que si no hay reforma el sistema tendrá un déficit anual de 12.500 millones de euros en 2030.
“Ha sido un día histórico, por la amplitud de las huelgas y de la movilización”, afirmaron los principales sindicatos en un comunicado conjunto en el que insistieron en que “el Gobierno debe retirar su proyecto”.
Los sindicatos convocaron una nueva manifestación multitudinaria para el próximo sábado, y advirtieron de que la falta de respuesta del Ejecutivo “conduce inevitablemente a una situación que podría llegar a ser explosiva”.
El 31 de enero, último día de protestas, hubo 1,27 millones de manifestantes en todo el país (según la policía) y 2,8 millones (según la CGT), por lo que hoy podría ser la mayor movilización en 40 años.
Las marchas se desarrollaron en general con normalidad, aunque como suele ser habitual algunos grupos muy minoritarios de radicales provocaron daños materiales y protagonizaron enfrentamientos con la policía, en particular en París, donde había 43 detenidos al comienzo de la noche.
El prefecto de Policía de París, Laurent Nuñez, atribuyó los enfrentamientos y destrozos a “individuos extremadamente radicalizados”, según dijo en declaraciones al canal BFM
Los porcentajes de huelguistas se quedaron por debajo de algunas de las cinco jornadas precedentes de protestas, la primera el 19 de enero.
En la Administración estatal siguió la huelga cerca de una cuarta parte de la plantilla, frente al 28% el 19 de enero; y en el gigante energético estatal EDF fueron un 41,5% frente al 44,5% ese mismo 19 de enero.
En la enseñanza, el Ministerio de Educación indicó que había parado un 32,71% de los docentes de primaria y secundaria.
Más allá de estos porcentajes, lo cierto es que circularon muy pocos ferrocarriles (un 20% de media de los trenes de alta velocidad) y que los paros de controladores aéreos obligaron a anular un 20% de los vuelos en el Charles de Gaulle y un 30% en el otro aeropuerto de París, el de Orly, así como en los de Beauvais, Burdeos, Lille, Lyon, Nantes, Marsella, Montpellier, Niza y Toulouse.
Además, en varios centros logísticos e importantes nudos de comunicaciones hubo camioneros que obstaculizaron el tráfico y crearon atascos en las vías de acceso a Lille, Perpiñán, Rennes, Saint Brieuc o Cannes.
Aunque las refinerías siguen en funcionamiento, ya que no pueden pararse de golpe, la producción se redujo en algunas. Pero los bloqueos en los depósitos impidieron que salieran camiones con carburante. Aún así, las gasolineras no van a tener problemas de aprovisionamiento, al menos a corto y medio plazo.
Tres de las cuatro unidades de regasificación (dos en Fos sur Mer, cerca de Marsella, y la otra en Montoir de Bretagne, cerca del puerto de Saint Nazaire) permanecieron paradas, con lo que no entró el gas licuado que Francia importa por barco.
(Con información de AFP y EFE)
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