Promete ser un paro comparable con los más duros de la historia reciente de Francia. Para manifestarse en contra de la reforma de las pensiones no habrá que irse lejos de casa. La intersindical organiza en todo el país más de 260 manifestaciones contra el proyecto del gobierno, que busca el aplazamiento de la edad legal de jubilación a los 64 años, entre otras modificaciones al sistema previsional.
“Parar Francia” es el lema de la sexta jornada de movilización del 7 de marzo. Los convocantes advierten que será la jornada crucial para detener la reforma de las pensiones que impulsa el presidente, Emmanuel Macron. Para las organizaciones gremiales el desafío es repetir las grandes huelgas de 1995 que protestaron contra una cambio en el sistema de retiro del entonces el primer ministro Alain Juppé, que sigue siendo una referencia en la historia de las luchas sociales.
El proyecto del gobierno pasó ya por la Asamblea Nacional y en este momento es tratado en el Senado, cuerpo que tiene hasta el 12 de marzo para resolver las 3.000 enmiendas actuales. Por eso, los prefectos esperan una fuerte movilización. Esto es lo que han hecho saber al Palacio del Elíseo los servicios de inteligencia territorial. “Va a haber mucha gente“, advirtió el prefecto de un departamento, quien, al igual que sus compañeros, lo hizo en reserva de su identificación.
El temor es un duro bloqueo a sectores esenciales del pais. Las fuerzas de seguridad intentarán que se cumla con servicios mínimos de emergencia en hospitales, cuarteles de bomberos y aeropuertos, pero sí será casi inevitable la obstrucción frente a las refinerías.
Los sindicatos que llaman a las protestas (CGT, FO, CFDT, FSU, Unsa, CFTC, Solidaires, etc.) presentaron el plan para las movilizaciones. El movimiento busca ser poderoso y será observado de cerca por el gobierno.
Las encuestas muestran que la mayoría de los franceses apoyan la idea de “Parar Francia” en contra de esta iniciativa, según el reciente sondeo de opinión de Elabe para la cadena de noticias BFMTV publicado el lunes. El relevamiento refleja que el 56% de los franceses “apoya la instauración de una huelga renovable a partir del 7 de marzo y en los días siguientes” y el 59% “adhiere a la acción de los sindicatos para “detener Francia’” este martes.
La tasa de aprobación a una huelga renovable es particularmente alta entre los trabajadores (70%), los empleados (74%) y entre los votantes del líder de la izquierda. Pero la propuesta de Macron recibe el rechazo hasta de los profesionales: en ese sector la mayoría de los encuestados apoya la continuidad del paro, incluso un 64% de ejecutivos y profesiones intelectuales lo respaldan.
Será un día clave para el segundo quinquenio de Macron. El ministro de Transportes, Clément Beaune, dijo en la pantalla de France 3 que se desarrollará uno “de los días más difíciles que hemos conocido”.
Pero desafortunadas fueron los dichos del portavoz del gobierno. En un intento por suavizar el rechazo social, Olivier Véran insistió en repetir que en el calendario del ejecutivo hay otras prioridades. “Tenemos otras urgencias por administrar además de la reforma de pensiones”, sostuvo.
La respuesta llegó rápida desde la oposición. “Tiene razón: por lo tanto, debemos retirar esta reforma rápidamente”, respondió Boris Vallaud, el presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional en su cuenta de Twitter.
Estas palabras fueron contrarias a la línea argumental oficial. Desde hace semanas, la primera ministra Elisabeth Borne habla constantemente de una reforma “imprescindible”. Hay que hacer esta reforma ”porque “si no la hacemos, dejamos en peligro el sistema de pensiones de reparto”, repitió Emmanuel Macron el pasado mes de diciembre.
El Gobierno espera ansiosamente que el Senado vote el artículo 7 que retrasa la edad legal de 62 a 64 años. La fecha límite es el 12 de marzo, para lo que deben acelerarse los debates. En el Palacio del Elíseo saben que la batalla de la opinión pública sobre la reforma esta perdida, pero también que una mayoría de ella asume que la reforma será votado y aplicada. El gobierno quiere una pronta aprobación y vuelta de página.
Más allá de todas las especulaciones, los franceses están avisados de que el martes el transporte estará gravemente interrumpido en todas las regiones. La Dirección General de Aviación Civil pidió el jueves a las aerolíneas que reduzcan su horario de vuelos en un 20% en el aeropuerto París-Charles-de-Gaulle y 30% en los aeródromos París-Orly, Beauvais, Bordeaux, Lille, Lyon, Nantes, Marsella, Montpellier, Niza y Toulouse.
Algunos camioneros comenzaron una huelga el domingo por la noche, con bloqueos que amenazaron podrían ocurrir en la víspera de la huelga. Otra fuerte advertencia ha hecho la CGT de trabajadores hidrocarburíferos que ha convocado un paro “renovable” en las refinerías de petróleo, con el objetivo de “bloquear toda la economía”, en cuanto a la producción, distribución e importación de combustible.
En el sector de energía las medidas comenzaron hace unos días. El paro provocó caídas de carga en las centrales, lo suficiente como para poner en tensión el sistema y disparar el primer umbral de alerta de la red, aunque sin producir cortes de energía.
La enseñanza tambien avisa de un alto acatamiento. Los recolectores de basura van por la misma línea. “Es nuestra contribución, nuestra participación en el llamado de la intersindical para el bloqueo de la economía”, adelantó François Livartowski, secretario federal de la CGT servicios públicos.
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