La guerra en Ucrania provocada por la invasión rusa entra en su segundo año sin ninguna señal clara a la vista que va a terminar pronto. Rusia perdió la mitad del territorio que había conquistado desde el 24 de febrero de 2022 y las dificultades que muestra en el frente para controlar una pequeña ciudad como Vuhledar o avanzar sobre las defensas de Bakhmut, no hacen prever nuevas y contundentes ofensivas. De todos modos, con tropas frescas y si China le provee de nuevas armas, los generales rusos dieron señales de que intentarían nuevamente un movimiento de pinzas desde el noreste, entrando por la frontera cerca de la ciudad de Sumy –por arriba de la ciudad de Kharkiv, la segunda más grande del país, una de las zonas que habían conquistado y perdieron-. Un movimiento que sería muy costoso en todos los términos para el Kremlin, que ya está teniendo un récord de mil bajas por día.
Por su parte, las fuerzas ucranianas están esperando a concentrar una fuerza de unos 100 tanques Leopard 1 y 2, que comienzan a llegar de varios países europeos y lanzar una ofensiva en el sur para reconquistar la central atómica de Zaporizhzhia y tomar control de la ciudad de Melitopol. Aquí el objetivo es cortar la línea de suministro rusa que viene desde la ocupada península de Crimea.
Todo indica que la guerra va a consumir todo este 2023 y podría sobrepasar su segundo aniversario. Aunque hay que tener en cuenta que las predicciones bélicas fallan tanto o más que las meteorológicas. Y esa es la principal coincidencia de los analistas que hicieron balances de lo ocurrido en este primer año y dieron señales de lo que podría acontecer en los próximos 12 meses. Así lo aclararon los que participaron esta semana del coloquio organizado por el Centro Belfer de la Harvard Kennedy School. Fiona Hill, la ex directora de Asuntos Europeos y Rusos en el Consejo de Seguridad Nacional, dijo que Estados Unidos y Occidente “todavía están atrapados en una narrativa histórica sobre Ucrania creada por Putin y que enceguece a buena parte de su pueblo”. El líder ruso enmarcó el conflicto como una amenaza existencial para su nación y pasó a llamarlo “La Tercera Gran Guerra Patria”, una referencia a las invasiones napoleónicas en 1800 y las invasiones alemanas nazis de 1940. “Habría que realizar una gran campaña de comunicación para hacer entender a los rusos que lo que les dice Putin es una enorme mentira. Si se gana esa batalla, se gana la guerra”, agregó Hill.
Alexandra Vacroux, directora ejecutiva del Centro Davis de Estudios Rusos y Euroasiáticos de Harvard, cree que también hay que seguir muy de cerca la situación económica para determinar el rumbo de la guerra. Ambos países han sufrido un importante declive económico. El 40% de la infraestructura física de Ucrania ha quedado destruida, mientras que el producto interior bruto (PIB) cayó un 33%. El Ministerio de Finanzas ruso informa de que los ingresos anuales cayeron un 35% en 2022, mientras que el gasto aumentó un 59%. “Hay que batallar mucho más en el plano económico, en las sanciones. Tenemos que trabajar y desconectar a Rusia de sus aliados chinos e iraníes”, dijo Vacroux.
El teniente general retirado del ejército estadounidense, Mark Hertling, cree que el mayor desafío para el ejército ucraniano será integrar rápidamente todos los diferentes sistemas de armas que están recibiendo de los aliados occidentales. “La primavera (entre marzo y junio) será una carrera entre la movilización rusa y la transformación del ejército ucraniano. Putin tomó una decisión activa para movilizar las fuerzas a las líneas del frente en un intento de recuperar terreno y ganar influencia adicional para atraer a Ucrania a cualquier negociación futura”, explicó. En las próximas semanas, Hertling espera que Rusia aumente los ataques con misiles y que sus fuerzas aéreas y navales sigan atacando las infraestructuras de energía ucranianas. “Las fuerzas rusas se están concentrando nuevamente en Bielorrusia y podrían utilizar su territorio como punto de entrada de una nueva ofensiva en el norte”, afirmó.
Y el ex oficial de contraterrorismo nuclear de la CIA y ahora investigador principal en el Belfer Center, Rolf Mowatt-Larssen, apuntó a la amenaza nuclear. “La mayor preocupación es que Putin se encuentre acorralado y entienda que su ejército ya no es capaz de recuperar lo que él considera territorios rusos. Esa es una condición en la que creo que Vladimir Putin utilizará armas nucleares tácticas”, afirmó Mowatt-Larssen. “Y en eso es lo que tiene que pensar Estados Unidos. Tenemos que tener un plan para disuadir a Putin para que no utilice sus ojivas nucleares”.
En otros ámbitos, también hubo discusiones sobre los ángulos que no aparecen tan visibles cuando se analiza esta guerra y sus perspectivas. Ocurrió en una serie de pequeños ensayos que publicó el diario británico The Guardian. Allí, Emma Ashford, investigadora del Stimson Center de Washington y autora de “Oil, the State and War”, señaló que hay que tener en cuenta la situación interna de los países que están apoyando a Ucrania. “El descontento público en Estados Unidos y partes de Europa aumentará a medida que se prolongue la guerra, cuando el suministro de armamento avanzado y entrenamiento a Ucrania tarde en producir efectos en el campo de batalla”, comenta. “El creciente descontento se refleja en las encuestas entre la opinión pública estadounidense: El 40% de los republicanos creen que Estados Unidos está `haciendo demasiado´ en el conflicto. Es probable que la guerra se convierta en un balón de fútbol político en las primeras fases de la campaña de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024, especialmente para los aspirantes republicanos a la presidencia. En resumen, es probable que el tiempo no esté de parte de Ucrania, al menos en lo que se refiere al desajuste entre los horizontes temporales políticos y las ganancias militares”, escribió Ashford.
El conocido historiador Timothy Garton Ash de la Universidad de Oxford es más optimista. “Tras pasar unas semanas en Kyiv, tengo muy claro que esta primavera y este verano (entre marzo y agosto) pueden ser decisivos para la victoria ucraniana”, escribe. “Por el momento, Rusia sigue teniendo la iniciativa estratégica en el este, mientras que Ucrania se está quedando peligrosamente sin munición para su armamento postsoviético. Pero una contraofensiva ucraniana planeada para esta primavera, con nuevas brigadas equipadas y entrenadas en el oeste, podría cambiar las cosas”. Y analiza Garton Ash que “si las fuerzas ucranianas consiguen avanzar hacia el sur desde la región de Zaporizhzhia hasta el Mar de Azov, podrían dividir en dos a las fuerzas de ocupación rusas y amenazar potencialmente a la ocupada Crimea. Obviamente, esta opción entraña un mayor riesgo, pero también una mayor oportunidad de alcanzar la paz. Esta, y no una larga guerra en el este, es la mejor oportunidad para que Ucrania se ponga en posición de negociar desde la fuerza”.
El historiador también pone énfasis en los tiempos de las acciones. “Como he oído subrayar repetidamente a los líderes ucranianos, tanto en Kiev como en la Conferencia de Seguridad de Múnich el pasado fin de semana, la rapidez es esencial”, explica Garton Ash. “Si el apoyo militar y económico occidental llega demasiado despacio, el tiempo jugará a favor de Vladimir Putin. Esta es una de las pocas cosas que el gobierno británico ha hecho bien en los últimos tiempos. Pero necesita que este sentido de la urgencia, y un compromiso genuino con la victoria ucraniana, sean compartidos tanto por Estados Unidos como por otras grandes potencias europeas. Presionar para que se incremente el apoyo que permita una rápida reconquista ucraniana de amplias zonas de su territorio no es sólo un argumento moral o emocional. Es una comprensión estratégica de que las victorias ucranianas en el campo de batalla son la condición previa para alcanzar una paz duradera”.
Pareciera ser esa la mayor coincidencia entre los analistas: la paz se conseguirá en el campo de batalla. No habrá una mesa de negociaciones mientras se mantengan las posiciones actuales y las pretensiones de cada bando. Putin quiere quedarse con, al menos, la región del Donbás y la península de Crimea. Zelensky ya aclaró que no está dispuesto a ceder ni un centímetro del territorio de su país. Pero la resolución en el campo de batalla tendrá que ser rápida. El tiempo juega a favor de Putin. Pronto comenzará el desgaste interno entre los estadounidenses y europeos. Los aliados tendrán que decidir si entregan el armamento necesario para que Ucrania termine de expulsar a los invasores rusos de su territorio y cuándo lo van a hacer.
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