Cuando muera, enterradme
en una tumba alta,
en medio de la estepa
de mi adorada Ucrania.
Taras Shevchenko
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(Konstantinopil, enviados especiales) Cuando empezó la invasión rusa, Pavlo Vyshebaba se alistó en el ejército y su familia se fue del país. Varios meses después, su hija de seis años aprendió a escribir. Lo llamó y le dijo que iba a redactar una carta, la primera de toda su vida, y que quería que fuera para él. Pavlo se emocionó y su hija le dijo que tenía un problema: no sabía sobre qué tenía que hablarle. Él pensó unos segundos y le respondió: “Simplemente no me escribas de la guerra”.
Ese mismo día, pensando en su hija, Pavlo escribió este poema:
Simplemente no me escribas de la guerra,
dime si hay un jardín en las cercanías,
si puedes oír saltamontes, cigarras y grillos,
y si los caracoles se arrastran por la enredadera.
¿Cómo llaman a los gatos en esas tierras lejanas?
Sobre todo, corazón, me gustaría que no hubiera tristeza en tus líneas
¡llénalas de las canciones de pájaros y ranas!
¿Los cerezos y los albaricoques florecen allá todavía?
Y si te regalan un ramo de flores fragantes,
no les cuentes cómo te escapaste de los misiles,
cuéntales lo bien que vivíamos aquí.
A todas las personas que conozcas en el exilio
invítalas a Ucrania a visitarnos,
les mostraremos lo agradecidos que estamos
—después de la guerra—, por la paz de nuestros hijos.
El 24 de febrero de 2022, en la madrugada invernal de Ucrania, una serie de misiles de origen rusos cayeron en la ciudad de Kiev. A partir de entonces se desató una serie infinita de sucesos que tendrían una sola palabra en común: la guerra.
Todo comenzó de prisa. Muchos tomaron sus autos e intentaron dejar la capital, millones dejaron el país, miles perdieron sus vidas, millones sus trabajos, cientos de miles sus casas. Todo cambió para siempre en Ucrania.
Antes de ese día, Pavlo Vushebaba era un poeta, músico y activista ambiental vegano que hacía canciones y poemas y trataba de llevar una vida relativamente budista. No había publicado nunca un libro pero estaba hace años trabajando en un poemario. Hoy, en esta Ucrania atravesada por la tragedia, Pavlo es un best seller: en diciembre publicó el libro “Simplemente no me hablés de la guerra”, vendió 15 mil ejemplares en dos meses y espera una segunda edición de 20 mil ejemplares más.
Actualmente está afectado a la Brigada 68. Es comandante del escuadrón de comunicaciones de campo y se ocupa de administrar la comunicación en el frente de batalla, en la denominada zona cero, donde ya no hay obstáculos entre las tropas enemigas, solo algunos cientos de metros. Allí, pasa sus días entre conejos y faisanes, oculto en las trincheras del frente de Vuhledar, una de las ciudades testigo de los enfrentamientos más sangrientos.
-Tu libro de poemas se llama “Simplemente no me hables de la guerra”, pero lo publicaste estando en medio de la guerra, donde todo te habla de la guerra. ¿Por qué el título?
-Creo que ese poema, que da título al libro, describe lo que muchos de nosotros deseamos para nuestros hijos: que no vean lo que estamos viendo en la guerra. Es el deseo de proteger a toda Ucrania y a Europa. Y decirles que después de la victoria, los esperamos acá con los brazos abiertos, que vamos a festejar juntos el día que seamos vencedores.
-¿Puedes explicarme con tus palabras cómo es estar en la zona cero?
-En el frente hay días muy distintos, hay meses muy distintos, todo depende de la intensidad de las acciones. A veces hay mucha adrenalina, y es interesante, no puedo negar que por momentos me llega a gustar. Pero hay días que hay pérdidas y son días muy trágicos. Ahí maldices a toda esta guerra y quieres que se termine lo más rápido posible, sacar a todos los rusos de nuestra tierra lo más rápido posible.
Cuando llegue marzo, Pavlo saldrá de la zona de combate para dar una gira por todo el país. Es que su poema dedicado a su hija se hizo tan viral que ganó una enorme popularidad, convirtiéndose en una versión actual de Taras Shevchenko, el gran poeta nacional, uno de los promotores del espíritu ucraniano.
Fue el mismo ejército quien le encomendó la tarea de hacer esta gira, apuntada principalmente a subir la moral de la tropa y de la población civil. “Los jefes militares decidieron que es necesario en este momento levantar el ánimo de nuestros compañeros. Hay mucho cansancio de la guerra y después de un largo tiempo es importante recordar por qué estamos acá, y fortalecer nuestra mision. Así que haré esta gira en honor a mi compañeros que murieron”, dice. Girará por varias ciudades del país recitando poesía, haciendo música, y encontrándose con algunos de los casi 130 mil seguidores que tiene en Instagram.
-¿Cómo era el Pavlo Vyshebaba que llegó el primer día a la guerra y cómo es Pavlo Vyshebaba hoy?
-Yo imaginaba la guerra como algo totalmente diferente. Y cuando nos subimos al colectivo del ejército pensé que todos íbamos a ir al frente, que todos íbamos a disparar al enemigo. Pensé que tenía que elegir qué ser: artillero, infante, etcétera. Sin embargo, cambié varias veces de rol en este tiempo. Ahora trabajo en comunicación, antes fui ayudante de artillero.
-¿Y a nivel espíritu, cambiaste?
-Sí. Cuando llegué había un fuerte deseo de derribar al enemigo, y pensaba muy poco en las pérdidas. Lamentablemente te acostumbras a todo. Yo ahora tomo distinto a la muerte, pienso distinto. Sobre la muerte. Sobre la vida. Ya no tengo más amigos de la vida de antes, no hablo más con ellos, ahora solo tengo hermanos de armas. No sé si cambié para mejor o para peor, pero cambié.
-La alimentación, según entiendo, la mantenés. ¿Cómo es ser vegano en una guerra?
-Sigo una dieta vegana todos los días, sí, pero ahora me empecé a permitir el queso porque perdí 7 kilos el último mes. De todas formas comienza a ser más fácil porque empezó a llegar ayuda voluntaria, gente que me manda cosas desde asociaciones veganas. Por ejemplo, me llegó desde Francia un paquete de comida vegana que puedo guardar por mucho tiempo.
-¿Cuándo escribes?
-¿Ves que tengo ojeras? Anoche no dormí porque trabajamos hasta las tres de la madrugada y después me vino la inspiración y estaba terminando un poema que quiero llevar al tour. Espero terminar el poema hoy mismo, luego de que termine esta entrevista.
-¿Solo poesía siempre?
-Ahora empecé a escribir una novela. Es sobre una persona que era muy exitosa antes de la guerra pero no encontraba su propósito, y cuenta la transformación que trae la guerra, el cambio de valores. Es sobre una persona que parecía muy exitosa en la sociedad, pero después es feliz porque encuentra su propio valor.
Pavlo nació en la ciudad de Kramatorsk, en la región del Donbas, a tan solo dos horas de donde está prestando servicio. Cuando tenía 10 años, escribió su primer poema. No quiere recitarlo porque lo escribió en ruso. Durante la mayor parte de su vida ese fue su idioma, pero en el 2014, tras la primera invación que tomó su ciudad, decidió que nunca más hablaría ruso. “Desde ese momento empecé a sentir que podía ser una especie de influencer del idioma ucraniano”, cuenta.
Mientras sucede la entrevista sobrevuela un helicóptero. No se sobresalta: lo mira y dice: “Es de los nuestros… Eso espero”, y sonríe. No se entiende si tiene dudas reales o no, pero no se mueve del banco de plaza del pequeño poblado de Konstantinopil, el punto de encuentro que nos dio para la entrevista.
Nos encontramos en la puerta de un bar. Hacen siete grados bajo cero y proponemos entrar, pero Pavlo se niega: “Acá siempre ponen música rusa y les pedimos que la saquen pero se niegan, así que yo no entro más a ese lugar”, dice.
Konstantinopil es un lugar tranquilo en comparación con el frente de batalla, pero se escuchan explosiones permanentes y al terminar la charla nos enteramos de que un proyectil ruso impactó en un granero a menos de dos kilómetros de donde estamos.
-Cualquiera pensaría que es extraño pensar en poesía en medio de la guerra. ¿Es posible encontrar alguna situación poética en este contexto?
-¿Si hay algo poético en la guerra? Por supuesto que sí, porque la poesía es la concentración de emociones y sensaciones en un texto corto… ¿Y qué es guerra? Es la concentración de las emociones y sensaciones más extremas en un tiempo muy corto. Pienso que es muy adecuado escribir todo esto en forma de poesía… Es lo mejor que se puede hacer. Todos las grandes novelas sobre la guerra se escriben siempre 5 o 7 años después de la guerra… Todavía no va a nacer un texto largo, pero poesía sí, porque se trata de la emoción que sentimos, y hoy la podemos retener en un poema.
-¿Te encontraste con otros artistas en el frente?
-En Ucrania ahora hay muchos artistas, hay mucha gente de todas las profesiones posibles que están en la guerra. Cuando llegué acá, me sorprendió mucho que en nuestra habitación éramos un juez de alto rango, un tractorista, un especialista en IT (tecnología de la información), un contador, y yo… Gente que jamás en la vida podría haberse encontrado. Es una guerra de pueblo, están todos. De hecho, cuando recién llegamos a la guerra no sabíamos que nos iban a pagar por esto. Nadie se preocupaba por eso. Yo me sorprendí mucho cuando supe que tendríamos una paga.
-¿Por qué escribir sobre la guerra y no, como dice tu poema, sobre pájaros y ranas?
-Pienso que hoy estamos obligados a escribir sobre lo que pasa. La gente que puede escribir lo tiene que hacer. Me acuerdo que cuando empezó la invasión, el panteón de nuestros poetas se quedó en silencio. Todos los poetas top modernos dejaron de escribir. Y yo pensé que si fuera ellos, escribiría aún más. Entonces, como estoy acá, decidí también escribir sobre lo que siento y vivo.
-¿Cómo es la reacción de tus camaradas?
-He conocido un montón de militares que me hablan de mis versos, citan mis palabras. Quiere decir que estoy transmitiendo esa emoción que no es solo de mi historia: yo solo soy el que une las experiencias hablando de esto
-Si morís en esta guerra, ¿estás contento con las palabras que has escrito?
-Yo quiero escribir mucho más, pero estoy listo para morirme acá si se necesita. No pensaba así en mis primeros días, es algo que fui procesando a lo largo de los meses. Ahora lo tomo como normal, algo de mi contexto. Mi relación con la muerte fue de a poco… Sabía que podía morir pero no lo tomaba normal. Sin embargo, cuando ves todo esto y estás bajo la presión que estamos, algo cambia. Ahí empecé a escribir como apresurado, porque veía lo que estaba pasando y era consciente que me podía tocar a mí. Todo puede terminar en un segundo. Así que hoy escribo varios textos por semana, por las dudas se me acabe el tiempo. Antes escribía muy lento, quería editar mucho mi libro antes de publicarlo. Pero después empezó la guerra y pensé que no iba a lograr hacerlo, que podría morir antes. Cuando salió, me puse tan contento, suspiré y pensé: “llegué”.
-¿Leés poesía en el frente?
-En la zona cero no lo hice nunca, pero en la segunda línea sí. Bajo bombardeos lo hice dos veces. Y pensaba: si nos alcanza el proyectil, así tiene que ser, no hay nada que perder.
Video y fotos: Franco Fafasuli
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