Vladimir Putin presenta la guerra de Ucrania como un momento decisivo en el que Rusia se enfrentó por fin a Occidente, pero algunos miembros de la élite rusa temen que haya comprometido a su país a una larga e infructuosa sangría de vidas y recursos.
Cuando el presidente ruso ordenó la entrada de tropas en Ucrania el 24 de febrero, esperaba una rápida victoria, ganarse un lugar en la historia junto a los zares y dar una lección a Estados Unidos sobre el resurgimiento de Rusia desde el colapso de la Unión Soviética.
Pero se equivocó. La guerra ha dejado cientos de miles de víctimas entre muertos y heridos, Rusia y sus ciudadanos son vilipendiados en Occidente como agresores, y su ejército se enfrenta ahora a una Ucrania resistente respaldada por una creciente alianza militar de la OTAN liderada por Estados Unidos.
Una fuente rusa familiarizada con la toma de decisiones del país dijo que las esperanzas de Putin de pulir su reputación se han esfumado.
“Por delante, será aún más difícil y más costoso tanto para Ucrania como para Rusia”, dijo la fuente, que habló bajo condición de anonimato. “Las pérdidas económicas a esta escala no valen unos pocos territorios conquistados”.
La fuente dijo que cree que muchos miembros de la élite comparten su opinión, aunque decirlo públicamente supondría a una rápida represalia.
Putin afirma que Moscú está inmersa en una batalla existencial contra un Occidente arrogante que quiere repartirse Rusia y sus vastos recursos, una visión que Ucrania y Occidente rechazan.
A pesar de todas las conmociones geopolíticas que ha provocado, Putin sigue sin tener un rival serio en el poder, según cinco fuentes rusas de alto nivel cercanas a la toma de decisiones. Y con toda la disidencia pública suprimida, el septuagenario presidente ruso no tiene por qué temer las elecciones presidenciales que se avecinan en marzo de 2024.
Sin embargo, las consecuencias estratégicas y económicas de la guerra pueden resentirse durante algún tiempo.
“No creo en una gran ofensiva, ni en la posibilidad de una victoria rusa contra todo el mundo civilizado”, dijo una segunda fuente de alto nivel cercana al Kremlin, que también declinó ser nombrada.
La fuente dijo que Rusia está en desventaja tanto en tecnología militar como en motivación, pero que la guerra aún continuará “durante mucho tiempo”.
SIN ALTERNATIVA
Incluso uno de los pocos escépticos cuyas críticas han sido toleradas hasta ahora, un excomandante de las tropas prorrusas en el este de Ucrania, partidario de la guerra, no ve un desenlace claro.
“Estamos en una situación absolutamente paradójica”, afirmó Igor Girkin, condenado por un tribunal internacional por ayudar a derribar un avión de pasajeros malasio sobre el este de Ucrania.
“Tenemos un liderazgo completamente incapaz formado directamente por un presidente que es inmutable y para el que no hay alternativa. Pero un cambio de presidente llevaría a una rápida catástrofe”.
Para Girkin, eso significaría la derrota militar, la guerra civil y el sometimiento de Rusia.
Sus frustraciones se centran en el secretismo, la escasa comunicación y la ineficaz estructura de mando que han conducido a una serie de humillantes derrotas militares a manos del vecino ucraniano, mucho más pequeño.
Pero más allá del campo de batalla, Rusia debe pagar por una guerra inesperadamente amplia y prolongada mientras sufre las sanciones occidentales más severas.
Obligado a dar el impopular paso de movilizar a 300.000 jóvenes económicamente activos el pasado otoño, Putin provocó en el proceso que cientos de miles más huyeran de Rusia.
Moscú ha perdido una parte importante del mercado europeo del gas que la Unión Soviética y Putin se pasaron décadas ganando. La producción rusa de petróleo aumentó en 2022, pero Moscú ha anunciado un recorte de la producción para marzo, muy probablemente en respuesta a un tope occidental al precio de sus productos refinados.
Numerosas empresas e inversores occidentales han huido, lo que ha llevado a Rusia a cortejar a China, otrora rival, como inversor y comprador de su petróleo.
Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, su economía, de 2,1 billones de dólares -una doceava parte de la de Estados Unidos-, crecerá un 0,3% este año, muy por debajo de las tasas de crecimiento de China e India.
El superávit de la balanza por cuenta corriente se ha reducido y el déficit presupuestario está aumentando, a pesar de las cuantiosas detracciones del fondo para imprevistos.
“Esta guerra es la actividad más importante que ha emprendido Putin y, desde luego, para Rusia es la apuesta más importante desde la caída de la Unión Soviética”, afirmó Samuel Charap, especialista en Rusia de la RAND Corporation que ha trabajado en el Departamento de Estado de EEUU.
Pero si los líderes empresariales rusos -entre los que se encuentran muchos de los antiguos colegas de Putin en el KGB- se oponen al curso de los acontecimientos, lo hacen en privado.
A LA LARGA
Mucho dependerá del campo de batalla, donde la línea del frente se extiende 850 kilómetros. Ninguna de las partes tiene superioridad aérea. Ambos han sufrido pérdidas masivas.
Occidente suministra armas más avanzadas -y de mayor alcance- tras haber suministrado decenas de miles de millones de dólares en armas, proyectiles, misiles y servicios de inteligencia. Pero su tolerancia a ese gasto puede no ser infinita.
Putin puede estar jugando en última instancia a la larga, dijo el director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés), William Burns, exembajador en Moscú que ha llevado mensajes del presidente Joe Biden a Rusia.
“Los próximos seis meses, me parece a mí, y es nuestra valoración en la CIA, van a ser críticos”, dijo Burns en la Escuela de Servicio Exterior de Georgetown el 2 de febrero.
Afirmó que la realidad del campo de batalla pinchará “la arrogancia de Putin”, al demostrarle que su ejército no puede avanzar, sino sólo perder territorio ya conquistado.
Algunos miembros de la élite rusa discrepan y afirman que será Occidente, y no Rusia, quien pierda. “El presidente cree que puede ganar en Ucrania”, dijo una fuente rusa. “Él, por supuesto, no puede perder la guerra. La victoria será nuestra”.
Ni el Kremlin ni Occidente han especificado qué supondría la victoria o la derrota en Ucrania, aunque Moscú sigue lejos de controlar siquiera las cuatro provincias ucranianas que ha proclamado unilateralmente parte de Rusia. Ucrania dice que reclamará cada centímetro de su territorio.
Y eso da pocas razones para creer que la guerra acabará pronto.
“Putin seguirá en el poder hasta el final, a menos que muera o se produzca un golpe de Estado, y ninguna de las dos cosas parece probable ahora mismo”, dijo un alto diplomático occidental.
“Putin no puede ganar la guerra, pero sabe que no puede perder”.
(Con información de Reuters)
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