Los ánimos no se regulan con números: las mejores cifras económicas, como la que acaba de pronosticar la Comisión Europea para los Veintisiete, no detienen la multiplicación de protestas que los europeos están dispuestos a llevar a las calles para poner en primera plana sus descontentos, reflejo de un Estado de bienestar en declive.
A pesar de que Bruselas ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento, nadie puede asegurar que el escenario mejorado para los próximos meses finalmente se produzca. Las autoridades comunitarias prevén un crecimiento del PIB del 0,8% para la UE y del 0,9% para la zona euro en 2023.
La buena previsión para Francia (0,6%), Alemania (0,2%) o España (1,4%) parece no frenar la repetición de marchas, huelgas y movilizaciones en casi toda la Unión Europea (UE) o el Reino Unido.
El premier británico Rishi Sunak parece enfrentar uno de los escenarios más negativos. A pesar de intentar mejoras salariales, que no logran seguir el ritmo de la inflación, el número de días perdidos por huelgas en 2022 fue el más alto desde 1989.
La percepción de los trabajadores, pero que tambien se justifica en datos, es que los salarios cada día alcanzan para menos. Sobre todo cuando el desempleo se mantuvo estable en 3,7%, apenas por encima de un mínimo no visto desde 1974. La gente sigue ganando menos ya que los aumentos no logran seguir el ritmo de la inflación del 10,5 por ciento. A los del sector privado se les aumentó el sueldo un 7,3% frente al 4,2% del sector público.
Sin embargo, lo más significativo es el visible deterioro del modelo de sistema de salud público nacional (NHS), un orgullo para los británicos y un ejemplo para el mundo. El mes de febrero comenzó con una huelga de dos días de casi 300.000 enfermeras y personal sanitario en demanda de un aumento salarial.
Pese a la promesa de elevar los haberes previsionales, cruzando el Canal de la Mancha, los franceses pelean en las calles por paralizar en la Asamblea Nacional el proyecto de reforma de las jubilaciones.
En Francia, los sindicatos, trabajadores, jubilados y jóvenes movilizados, sospechan que esta iniciativa signifique un debilitamiento del Estado del bienestar. Maxime Combes, economista y miembro de Attac Francia, en un artículo para el diario Le Monde, aseguró que “el deterioro de las finanzas públicas, desde hace al menos dos décadas, se explica mucho más por el aumento de las ayudas públicas al sector privado que por el supuesto ‘deslizamiento’ del gasto social”.
Según Combes, mientras las ayudas públicas a las empresas aumentaron un 7,2% anual promedio entre 2006 y 2018, hasta alcanzar los 140.000 millones de euros, un crecimiento cinco veces superior al PIB, para el sistema de jubilaciones y asistencias sociales el aumento fue apenas 2,5 veces superior, la mitad.
Portugal es otro ejemplo de debate en las calles. Un país que en los últimos años ha sido señalado por su buen desempeño social y económico. El malhumor, en este caso, se centra en el modelo educativo.
Disgustados por el presente, miles de educadores y personas salieron este sábado en Lisboa y distintas ciudades del pais a reclamar ante la precariedad, la desmotivación y los bajos salarios.
Las escuelas llevan dos meses de protestas para recuperar lo que perdieron en los últimos tiempos, pero además frente a los recortes históricos exigidos por la ‘troika europea’ - el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo – , además de buscar enterrar la precariedad laboral de los contratados.
España ingresó en un año electoral también con una agenda de protestas sociales. Una multitudinaria manifestación se ha pronunciado, el pasado domingo en la madrileña Plaza de Cibeles, contra del “desmantelamiento” de la sanidad pública y ha pedido mayores recursos para la atención primaria y el refuerzo de la plantilla de los centros de salud.
La protesta, convocada por 74 colectivos sociales y vecinales, contó con 250.000 manifestantes, según la Delegación del Gobierno, cifra que los organizadores elevaron a un millón, lo que significa haber superado la que tuvo lugar en el mes de noviembre.
Si bien es una discusión que debería describir la situación de Madrid, la puja politica la eyectó a niveles nacionales. La ministra de Industria y candidata del Partido Socialista (PSOE) a la alcadía de la capital española, Reyes Maroto, sostuvo que la sanidad pública de la Comunidad, en manos del Partido Popular (PP), “está en riesgo”
Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, criticó el modelo de los “populares” como de “cúrese quien pueda, con las privatizaciones y recortes”. Respondiendo los dardos del jefe de La Moncloa, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, responsabilizó al gobierno central de la situación de la Sanidad.
Pero el descontento se suma en las urnas. Los resultados de las elecciones en la capital alemana fueron considerados históricos, un adjetivo que no es exagerado. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) se alzó con la victoria con el 28,2% de los votos en la ciudad-Land de Berlín.
De esta manera, el partido de Angela Merkel avanzó 10,2 puntos respecto de los comicios del 26 de septiembre de 2021, que habían sido cancelados por una serie de irregularidades. Desde 1999, la CDU no era la primera en la capital alemana, cuyo ayuntamiento está liderado por el Partido Socialdemócrata (SPD) desde 2001, el sello político del Canciller, Olaf Scholz.
El llamado de atención, frente a un enfado que aumenta, es significativo: con el 18,4% de los votos (-3 puntos), el SPD registró la peor puntuación de su historia en una ciudad donde siempre superó el 20 por ciento.
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