Singapur anunció este jueves que los trabajadores inmigrantes, dedicados normalmente a las labores de construcción en la próspera ciudad-Estado asiática, podrán “reintegrarse” en la “comunidad”, tras ser sometidos a raíz de la pandemia a drásticas medidas de aislamiento para prevenir brotes.
Según anunciaron este jueves las autoridades singapurenses, los más de 300.000 inmigrantes, normalmente del sur de Asia, que construyen los rascacielos y carreteras de la isla, dejarán de estar sujetos a partir del 1 de marzo a las restricciones de las que solo ellos eran objeto para frenar las infecciones de COVID-19.
Entre ellas, debían solicitar permiso a través de una aplicación digital para acudir a ciertas zonas especialmente transitadas en sus días libres, lo que ya fue una relajación de las medidas que durante casi dos años los forzaban a permanecer encerrados en los barracones en los que residen salvo para ir a trabajar.
Unas normas que, de incumplirse, podían acarrear hasta dos años de cárcel.
Víctimas de la exclusión social
Este colectivo ha sido víctima de una práctica exclusión social desde que a comienzos de la pandemia se convirtiera en la diana de los contagios en Singapur, representando por momentos el 90% de las infecciones, en gran parte debido al hacinamiento de los dormitorios en los que viven, con entre ocho y doce personas por cuarto.
En consecuencia, fueron obligados a permanecer encerrados en los dormitorios, salvo para ir a trabajar, hasta el fin de 2021, mientras el resto de los 5,7 millones de habitantes -”la comunidad”, según el argot oficial- pudieron moverse libremente desde el principio de la pandemia, excepto en ocasionales confinamientos.
Desde diciembre de 2021 y hasta ahora, el Gobierno de Singapur, uno de los países con mayor PIB per cápita del planeta y uno de los índices de desigualdad más profundos del mundo desarrollado, comenzó a flexibilizar las medidas, permitiéndoles salir progresivamente y por cuotas, durante un tiempo limitado y en días específicos.
Unas medidas que han sido calificadas de “racistas” y abusivas por grupos de derechos humanos y de protección de inmigrantes.
El ministerio de Salud isleño también afirmó hoy que, a partir del 1 de marzo, estos trabajadores podrán recuperarse del COVID-19 en sus cuartos, si los síntomas son leves, y no en centros específicos, cuando el resto de residentes de la isla ya lo hacía desde hace más de un año.
Se estima que un 50 por ciento del total de los trabajadores inmigrantes de Singapur, con un sistema político que combina el aperturismo económico y el cercenamiento de derechos ciudadanos desde su independencia de Malasia en 1965, acabaron por contagiarse de COVID-19.
(Con información de EFE)
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