Europa quiere impedir que se establezca una carrera de desequilibrios comerciales con su mayor aliado. Detener el “¡Constrúyelo en Estados Unidos!” de la legislación verde lanzada por Joe Biden. Con su funcionamiento, la Ley de Reducción de la Inflación, o IRA, por sus siglas en inglés, el gobierno europeo teme que la administración norteamericana logre que esa ‘mega paquete’ de inversión de 370.000 millones de dólares en la promoción de la industria “verde” termine daminificando al continente.
La primera visita conjunta de los máximos hombres de finanzas de Europa a Washington tenía ese objetivo. El ministro de Economía alemán, Robert Habeck, y su homólogo francés, Bruno Le Maire, se trajeron el compromiso de una transparencia real en las ayudas del Estado norteamericano a su industria verde.
Para la administración Biden esta ley está diseñada para rivalizar con el régimen de Xi Jinping. Sin embargo, sus efectos indeseados perjudican a Europa, algo que planteó el presidente francés Emmanuel Macron en diciembre, cuando viajó en visita oficial a Estados Unidos.
Decidido, el bloque comunitario desea limitar los daños colaterales. En los hechos, el otorgamiento de préstamos para el almacenamiento, el automóvil eléctrico o el aerogenerador está ligado a que se produzcan total o parcialmente en suelo norteamericano. Esto provocaría que las compañías que quieren exportar automóviles o aerogeneradores completamente ensamblados a los Estados Unidos queden en situación de desventaja, no sólo una barrera para las empresas chinas, sino para las europeas.
Luego de su reunión con la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y la Secretaria de Comercio, Gina Raimondo, ambas funcionarias de los Estados Unidos, los dos ministros europeos reconocieron tibios avances. “Hemos acordado una transparencia total” sobre los subsidios y créditos fiscales que otorga la ley estadounidense sobre la reducción de la inflación, precisó Robert Habeck.
La puesta en vigencia de la ley IRA ha provocado la reacción inmediata de Bruselas, Berlín, París, además de otras capitales del grupo de los Veintisiete, para lanzar con la Comisión Europea un paquete de ayudas europeas. Incluso, cuando algunos ministros del bloque, como es el caso de Robert Habeck, consideran bueno el plan de estímulos de Joe Biden, a pesar de las consecuencias indirectas.
Apostar al desarrollo de una industria verde en los Estados Unidos, debe suceder sin perjudicar a los aliados europeos, más en tiempos de guerra. Así lo dejaron en claro Le Maire y con Habeck, tras los encuentros donde plantearon las inequidades. Janet Yellen y la comisaria de Competencia de la UE, Margrethe Vestager resaltaron a través de un comunicado “la necesidad de estimular el desarrollo y el despliegue de tecnología en ambos lados del Atlántico para acelerar la transición hacia la energía verde y lograr nuestros objetivos climáticos colectivos”
Pese a traerse algunas promesas de regreso, el discurso del Estado de la Unión del presidente Joe Biden vuelve a incomodar a los europeos. El jefe de la Casa Blanca se encargó de decir que “no se disculpará por confiar en los productos estadounidenses”. Biden, por el contrario, anunció el próximo programa “America First” que promete que la construcción de infraestructura estadounidenses se haría con financiamiento para hacerlos con materiales de construcción de origen nacional.
Cobre, aluminio, cable de fibra óptica, madera o placas de yeso ‘made in USA’. “Bajo mi supervisión, las carreteras, puentes y carreteras estadounidenses se construyen con productos estadounidenses”, dijo Biden durante su discurso en el Congreso estadounidense.
Los europeos quieren, no obstante, confiar en los avances. La promesa de “total transparencia” permitirá a la Comisión Europea hacer funcionar un control de “matching cláusulas”. La iniciativa busca equilibrar las ayudas públicas, una opción que podría concederse a un pais miembro de verse vulnerable frente a la ley de Estados Unidos. Además de este acuerdo de transparencia total, la partes estarían en “comunicación constante a nivel ministerial, particularmente en lo que respecta a las inversiones estratégicas” en el campo de las industrias verdes
El punto en común es limitar la dependencia sobre algunos productos sensibles chinos. Por eso, los europeos y estadounidenses plantearon las bases para crear un club común con nuevos países proveedores - en particular semiconductores - que compartan los estándares de los dos bloques.
“Si acordamos medidas iguales o comparables, crearemos un mercado común para minerales críticos. Si este club funciona, los productos elaborados con estos minerales críticos se producirán en las mismas condiciones. Esto podría conducir a un mercado común. Esa es la idea”, comentó el aleman, Habeck. Como resultado, se trabajaría coordinado para evitar una competencia innecesaria por los minerales ligados a la dependencia con China.
Mientras estas negociaciones se concretan en medidas, la Comisión de la UE y los estados miembros también están elaborando una reforma de sus propias reglas de subsidio, en especial dirigidas para impulsar la conversión a una economía ambientalmente neutra
Los Veintisiete, si prospera una mirada homogénea en Bruselas, podría encontrar normativas que apoyen a las empresas no solo con subsidios como en los Estados Unidos, sino también con beneficios fiscales, exenciones impositivas, pero además levantar barreras burocráticas para los procesos de aprobaciones a veces muy estrictos en el bloque.
Un gran obstáculo, en especial luego de los paquetes de ayuda excepciones tras la pandemia del Covid y las cargas económicas como consecuencia de la invasión a Ucrania, es el volumen de financiación que tendría disponible la Unión Europea. La comanda de las dos crisis ha dejado exhaustas a las arcas de Banco Central Europeo, que además debe lidiar con una inflación aún no controlada. A todo esto, el alto endeudamiento de algunos Estados miembros.