Matteo Messina Denaro, el “jefe de jefes” de Cosa Nostra, la mafia de Sicilia (sur de Italia), y el criminal más buscado del país, prófugo durante 30 años, fue arrestado este lunes en Palermo mientras esperaba, como un anciano más, para someterse a una prueba de COVID antes de entrar en una clínica privada para recibir el tratamiento oncológico al que se sometía desde hace un año.
El capo aparecía como Andrea Bonafede, nacido en 1963, en el historial de la clínica de “La Maddalena” de Palermo, donde se trataba desde hace un año y donde nadie parecía haberse dado cuenta de que ese hombre enfermo era el último padrino de Cosa Nostra, protegido durante tres décadas por una red impenetrable que le permitía seguir dirigiendo en la sombra las actividades criminales.
Según algunos medios, Messina Denaro intentó alejarse de la zona de la clínica cuando observó a los carabineros acercarse, pero finalmente, sin oponer resistencia, fue arrestado junto con otra persona que se encontraba con él.
“Soy Matteo Messina Denaro”, afirmó, sin problemas, a los miembros del cuerpo especial de los carabineros cuando le pidieron que se identificase.
Se conocerán mayores detalles en una rueda de prensa convocada por los fiscales de Palermo y los carabineros que han conducido las investigaciones, mientras que también se espera la llegada a la capital siciliana de la primera ministra, Giorgia Meloni, en un día considerado “histórico” para el país.
“Nunca hubiéramos imaginado que un señor enfermo y en tal mal estado esperando a ser ingresado en la clínica pudiera ser el ‘capo” al que se lleva treinta años buscando”, asegura la directora de la clínica, Stefania Filosto, al diario Corriere della Sera.
La clínica emitió un comunicado en el que afirma que sobre “la detención de Matteo Messina Denaro, llevada a cabo hoy en los alrededores del hospital La Maddalena, cabe señalar que se estaba sometiendo a un tratamiento contra el cáncer, con un nombre falso”.
“Se han dado instrucciones inmediatas a la administración, dirección sanitaria, médicos de planta y personal parasanitario para que faciliten a la policía, a la que damos las gracias, toda la documentación clínica del paciente, así como respuestas rápidas a la información solicitada”, continúa.
Y se especifica que “ningún empleado o colaborador está autorizado a conceder entrevistas y facilitar a la prensa información amparada por el secreto de sumario”.
Las primeras imágenes de Messina Denaro, que tiene 60 años, muestran a un hombre mucho mayor de su edad con un abrigo forrado de lana, un gorro y unas gafas oscuras. Una imagen que coincide con los retratos robot que la policía había ido difundiendo durante los años, pues sólo se tenía una vieja foto de hace 30 años.
Messina Denaro aparece escoltado por los carabineros que le introducen en una furgoneta negra hacia un destino que no se ha dado a conocer, pero seguramente a una cárcel de máxima seguridad fuera de Sicilia.
Fuera de la clínica, algunos de los carabineros que participaron en la operación se abrazaban por el logro de la captura, la gran asignatura pendiente de la lucha contra la mafia, mientras algunos ciudadanos aplaudían al paso de la furgoneta con el considerado “último padrino”.
Nacido en Castelvetrano, en la provincia siciliana de Trápani, Messina Denaro estaba considerado el heredero de Totó Riina y Bernardo Provenzano y debe cumplir varias cadenas perpetuas por varios asesinatos así como por los atentados de 1993 en Florencia, Roma y Milán en los que murieron diez personas.
También se considera que participó en los atentados que provocaron la muerte de los dos magistrados antimafia en 1992, Paolo Borsellino y Giovani Falcone, la esposa de éste, Francesca Morvillo, y ocho agentes de la escolta.
“Con la gente que he matado, podría llenar todo un cementerio”, se jactó en una ocasión, al hacer referencia a las personas que ha asesinado personalmente, inclusive con sus manos, por estrangulamiento.
Experto en armas de fuego, sabía disparar desde los 14 años y cometió su primer homicidio a los 18 años.
Líder de la nueva generación que relevó a los viejos padrinos, el “príncipe de Trapani”, como lo solían llamar, tenía una verdadera pasión por los coches de lujo, las mujeres y los relojes de oro.
Amante de los juegos electrónicos, sus adeptos lo veneraban como a un dios pese a su estilo despiadado demostrado en los años 90, cuando ordenó la matanza de los jueces antimafia Falcone y Borsellino y ordenó una serie de atentados.
(Con información de EFE y AFP)
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