Tras 70 años, Japón gira y se remilitariza ante las amenazas de China y Rusia

El primer ministro japonés estuvo este fin de semana en Washington para formalizar los acuerdos para adquirir hasta 500 misiles Tomahawk. Su gobierno modificó la Estrategia de Seguridad Nacional y abandonó su política pacifista impuesta tras la Segunda Guerra Mundial

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Lanzamiento de misiles durante un
Lanzamiento de misiles durante un ejercicio militar japonés con la hipótesis de un ataque chino a Taiwán realizado a mediados de 2022. (AP)

Por 70 años, Japón basó su fuerza y presencia global en la competitividad económica no en el poderío militar. La amenaza de China y Rusia están haciendo que esto se modifique drásticamente. En noviembre, el primer ministro Fumio Kishida, anunció un cambio sustancial: va a duplicar los gastos de defensa que a partir de ahora se llevarán un 2% del total de la economía japonesa. Y este fin de semana Kishida ratificó su alianza militar con Estados Unidos con una visita oficial al presidente Joe Biden en la Casa Blanca.

Hubo tres momentos críticos en los últimos meses que hicieron voltear de esa manera el timón de la seguridad a los líderes japoneses. El primero ocurrió el 24 de mayo de 2022 cuando se acercaron a las costas de las islas seis cazabombarderos durante un ejercicio militar conjunto sino-ruso. Los aviones produjeron escenas de pánico en los salones de Tokio donde en ese momento se estaba realizando una importante reunión del llamado Grupo Quad (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral) integrado por Australia, India, Japón y Estados Unidos. Hubo protestas diplomáticas en Beijing y Moscú, pero en noviembre lo volvieron a hacer. Otra vez, dos bombarderos chinos y otros dos aviones rusos sobrevolaron el Mar de Japón sin aviso previo y sin entregar sus posiciones a los radares locales. Y el tercer incidente ocurrió poco después de la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a Taiwan. China considera a la isla como territorio propio y no admite el reconocimiento de su gobierno por parte de otros países. Como represalia lanzó cinco misiles hacia la zona económica exclusiva de Japón.

En Tokio, se encendieron todas las alarmas y lo que hasta ese momento parecía imposible, como es una remilitarización del país, comenzó a tener un consenso inesperado. “El conflicto de China con Taiwán nos coloca en el centro del escenario sin que tengamos injerencia directa en los acontecimientos. Nos obligan a reforzar nuestra defensa”, explicó el ex ministro Nobou Kishi durante una conferencia la semana pasada.

El primer ministro japonés, Fumio
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, durante una conferencia esta semana en el Palacio Chigi de Roma. Kishida realizó una gira por Europa donde firmó varios convenios de Defensa antes de llegar a Washington. REUTERS/Remo Casilli.

Todo indica que Japón está en camino de abandonar en muy poco tiempo su tradicional política de seguridad pacifista de posguerra que limitaba el gasto en defensa a alrededor del 1% del producto interior bruto. Asumirá un lugar importante en el mantenimiento de la seguridad en la región del Indo-Pacífico. Esa es la base del plan de Estrategia de Seguridad Nacional presentado al Congreso japonés, que incluye un plan para duplicar el gasto en defensa en un plazo de cinco años. Ese gasto -que asciende a unos 320.000 millones de dólares- financiará el mayor refuerzo militar de Japón desde la Segunda Guerra Mundial e implica el tercer mayor presupuesto de defensa del mundo después de Estados Unidos y China. Esto incluye el desarrollo de un arsenal de armas hipersónicas de tecnología propia y la adquisición de materiales con capacidades de contraataque preventivo, como los misiles de crucero Tomahawk de Estados Unidos.

Japón ya había comenzado a realizar cambios en su estrategia de defensa durante los gobiernos del asesinado ex primer ministro Shinzo Abe (2012-2020). Hacia el final de su mandato, los gastos en defensa habían aumentado hasta casi un 10%. En ese período también se reinterpretó con una ley del Parlamento la “Constitución de la paz” del país impuesta por Estados Unidos tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial y permitió a los militares japoneses movilizarse en el extranjero por primera vez desde 1945. Abe también intentó modificar el artículo 9 de la Constitución, que renuncia a “la amenaza o el uso de la fuerza” por parte de Japón, pero tuvo que detenerse ante las enormes protestas populares que se registraron en todo el país.

Tras las agresiones sino-rusas, las cosas parecen haber cambiado en la opinión pública. Ahora, las encuestas muestran que la mayoría de los japoneses apoyan el refuerzo militar. Un sondeo realizada agosto pasado por Jiji Press mostró que el 75% de los japoneses de entre 18 y 29 años apoyaba el aumento del gasto en defensa, y más del 60% de ese grupo de edad estaba a favor de las “capacidades de contraataque” japonesas. El premier Fumio Kishida también cambió su posición. Durante su carrera política y mientras ocupó la cancillería era conocido por integrar el núcleo de “las palomas” entre los liberales que se oponían al restablecimiento de un aparato militar importante en el país. Ahora lidera la posición del rearme.

Buques de guerra chinos participan
Buques de guerra chinos participan en maniobras navales conjuntas con Rusia en el Mar de China Oriental el 22 de diciembre pasado. (Servicio de Prensa del Ministerio de Defensa Ruso vía AP)

Hasta 2013, cuando Xi Jinping asumió el poder en China, la Estrategia de Seguridad Nacional de Japón calificaba a China de “socio estratégico”. A partir de entonces, todo cambió. Xi anunció que China iba a recuperar la vecina Taiwán para integrar plenamente a la isla a su territorio y comenzaron las agresiones. Al mismo tiempo, China lanzó su política de la construcción de islas artificiales para dominar los mares que la separan de sus vecinos, entre ellos Japón. Ahora, con la redacción de la nueva legislación japonesa, China representa “un desafío estratégico sin precedentes y el mayor para garantizar la paz y la seguridad de Japón.” “El expansionismo incremental pero implacable de China bajo Xi ha hecho insostenible la postura pacifista de Japón”, escribió el profesor Brahma Chellaney en un artículo publicado en el Japan Times.

La invasión rusa de Ucrania intensificó el temor de que China pueda utilizar su poderío militar para reconquistar Taiwán e imponer su presencia al resto de los vecinos. Es por eso que Japón cree ahora que su seguridad depende en gran medida de la de los taiwaneses. Una visión que se extiende a otras dos potencias pacifistas del Indo-Pacífico, India y Australia, que también están reviendo sus estrategias de defensa ante el expansionismo chino. Una tendencia que, además, se extiende por el mundo. Alemania, otro país pacifista, también tiene planes de aumentar sus gastos en defensa hasta el 2% del PIB. Suecia y Finlandia tendrán que destinar mucho más dinero para sus militares al entrar en la OTAN como consecuencia de la amenaza rusa y la invasión a Ucrania. Gran Bretaña ya está por encima del gasto de defensa del 2% del PIB y tiene planes de duplicar este presupuesto para 2030. Estados Unidos acaba de aumentar un 8% su ya extraordinaria infraestructura militar.

El principal foco de conflicto directo entre Beijing y Tokio está en el Mar de la China Oriental donde China reivindica la soberanía sobre las islas Senkaku que están administradas por Japón. En los últimos meses, los chinos intensificaron sus incursiones marítimas y aéreas sobre las islas a pesar de que los funcionarios japoneses se abstienen de visitarlas para no provocar mayores incidentes. Ningún ministro jamás pisó ese suelo que tiene importancia estratégica aunque no económica. “Pero esto tendría que comenzar a cambiar. Si Japón quiere `perturbar y derrotar´ las amenazas, como dice la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, los líderes japoneses deben actuar de forma proactiva para vencer a China en su propio juego”, escribió el profesor Brahma Chellaney, de origen indio y experto en el tema de la Robert Bosch Academy de Berlín.

La presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen,
La presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, durante la presentación de las nuevas medidas de seguridad tomadas por la isla ante las amenazas de China. Japón entiende ahora que su defensa está íntimamente relacionada a la de Taiwán. REUTERS/Ann Wang

Con la visita del primer ministro Kishida a Washington, se formalizará la alianza militar para enfrentar la amenaza china. Estados Unidos proporcionará a Japón entre 400 y 500 misiles Tomahawk que pueden alcanzar emplazamientos de misiles en China o Corea del Norte, el otro gran enemigo que se la pasa haciendo pruebas de sus cohetes por encima de las islas. Japón también quiere proteger sus activos de defensa basados en el espacio, que incluyen bombas guiadas por satélite y una versión japonesa del Sistema de Posicionamiento Global estadounidense, del creciente arsenal antisatélite de China. La Casa Blanca ya anunció que ampliará el antiguo tratado de seguridad de Estados Unidos con Japón para cubrir los ataques en el espacio.

Todo esto aumenta la incertidumbre en esta Era en la que nos acercamos peligrosamente a las posiciones que el mundo tenía en los años 30 y 40 del siglo pasado, con naciones y ejércitos fuertes que terminaron confrontando en la peor tragedia militar global que hemos vivido hasta ahora.

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