Ocho años después de los escalofriantes atentados yihadistas que diezmaron su redacción, la revista satírica francesa Charlie Hebdo publicó una serie de caricaturas sobre el líder supremo iraní que provocó una brutal amenaza del régimen persa.
La revista, cuyos integrantes reciben protección policial, convocó en diciembre pasado a un concurso de caricaturas para manifestar su apoyo al movimiento de protestas en Irán. El objetivo era publicar “la caricatura más divertida y malvada de Ali Khamenei, Guía Supremo de la República Islámica de Irán”.
La revista satírica anunció describió al líder supremo de la República Islámica de Irán como “un símbolo del pensamiento retrógrado, la estrechez de mente y la intolerancia del poder religioso”. Pidió a caricaturistas que “apoyen a los iraníes que están luchando por la libertad ridiculizando a su líder religioso de otra época y enviándolo al olvido histórico”. “La ambición política del ayatollah Khomeini de crear una República Islámica ha llegado a su fin, demostrando la absurdez de intentar gestionar una sociedad moderna con preceptos religiosos”, afirmó.
Por ello, Charlie Hebdo apuntó que “la libertad a la que aspiran todos los seres humanos es incompatible con lo arcaico del pensamiento religioso y el sometimiento a toda autoridad supuestamente espiritual, de la que Khamenei es el ejemplo más deplorable”.
Desde la muerte tras ser detenida el 16 de septiembre de la joven kurdoiraní Mahsa Amini, las protestas no cesan en ese país, sometido a un férreo control del régimen.
Charlie Hebdo recibió unos 300 dibujos, muchos de ellos de exiliados iraníes, y seleccionó “los más logrados, los más originales y los más eficaces”, explica Riss, director de la revista, en el editorial del actual número de la revista.
Hace ocho años, el 7 de enero de 2015, dos yihadistas que se reivindicaban del grupo Al Qaeda en la Península Arábiga penetraron en la sede de la revista y dispararon contra los que estaban presentes.
Murieron ocho dibujantes y colaboradores del semanario: Charb, Cabu, Bernard Maris, Wolinski, Tignous, Mustapha Ourrad, Honoré y Elsa Cayat.
“¿Qué hubieran pensado hoy viendo lo que está pasando en Irán?”, se pregunta Riss, en alusión a sus colegas asesinados. Esas caricaturas “son un poco la prolongación de aquello que los dibujantes asesinados de ‘Charlie’ denunciaron siempre”, estima.
Las caricaturas
Entre los dibujos hay varios con alusiones sexuales al ayatollah Khamenei y a otros religiosos iraníes, así como denuncias de la pena de muerte vigente en Irán.
Teherán anunció rápidamente el cierre de un instituto de investigación francés en la capital a causa de esas caricaturas juzgadas “insultantes”. “El ministerio pone fin a las actividades del Instituto Francés de Investigación en Irán (IFRI) como una primera etapa”, afirmó en un comunicado la cancillería.
En su comunicado, el ministerio iraní acusa a las autoridades francesas de “continua inacción ante las expresiones de anti-islamismo y la propagación del odio racista en las publicaciones francesas”.
“Sacar dibujos sobre los mulás no está prohibido por el derecho internacional”, explicó a AFP Christophe Deloire, secretario general de Reporteros sin Fronteras (RSF).
Charlie Hebdo ha hecho de la provocación su razón de ser desde su fundación en 1970.
En febrero de 2006 la revista reprodujo, junto a otros medios europeos, 12 caricaturas del profeta Mahoma que habían sido publicadas por el diario danés Jyllands-Posten, en nombre de la libertad de prensa.
Esos dibujos terminaron en una oleada de protestas en el mundo musulmán. Las amenazas contra Charlie Hebdo arreciaron.
Tras el sangriento atentado contra el semanario hubo ataques yihadistas durante años en toda Europa, en particular una matanza en la sala de conciertos Bataclán y en los bares y cafés de París, en noviembre de 2015.
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