El ministro japonés de Economía y Comercio, Yasutoshi Nishimura, indicó este jueves que el deseo de su país es que el G7 adopte un enfoque coordinado para impedir la “coerción económica” de China respecto de sus socios comerciales.
“Esperamos que las respuestas efectivas a la coerción económica sean un punto importante en la cumbre del G7 de este año”, dijo Yasutoshi, según informó el medio nipón Sankei.
En este sentido, el titular de la cartera económica alertó que el poder en términos económicos de los países autoritarios es un “arma grande”, por lo que apeló a la necesidad de fortalecer la seguridad económica y la disuasión en cooperación con otros países.
Hizo hincapié en que “fortalecer la cooperación en el control de exportaciones es extremadamente importante” para que las tecnologías no representen una amenaza para la seguridad.
“El fortalecimiento cualitativo y cuantitativo del poder militar, incluida la expansión del gasto militar y la acumulación de fuerzas nucleares, está aumentando la amenaza para los países vecinos”, agregó Yasutoshi.
El pasado mes de diciembre, el primer ministro japonés Fumio Kishida, anunció que su país duplicará su gasto militar durante los próximos cinco años, se dotará de los medios de defensa necesarios para atacar bases militares enemigas y aumentará sus capacidades para la guerra cibernética.
Entre las justificaciones ofrecidas para explicar estas medidas se hizo referencia a la amenaza que suponen China y Corea del Norte.
“Desafortunadamente, en las cercanías de nuestro país, hay países que llevan a cabo actividades como el aumento de la capacidad nuclear, una rápida acumulación de poder militar y un intento unilateral de cambiar el statu quo por la fuerza”, dijo Kishida.
Japón se ve en un “entorno de seguridad cada vez más hostil” debido a las maniobras de Beijing, a los constantes lanzamientos de misiles de Corea del Norte y a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, país con el que Japón mantiene disputas territoriales y con el que las relaciones se han deteriorado.
En este escenario Tokio planea dotarse de “capacidades de contraataque”, para golpear instalaciones militares enemigas consideradas como una amenaza para la seguridad nacional.
Según medios locales, esto permitiría a Japón ejecutar una ofensiva preventiva contra bases de lanzamiento de misiles o centros de control enemigos en caso de detectarse preparativos para un ataque contra territorio nipón.
Esta iniciativa ha generado un amplio debate en Japón debido a su potencial para vulnerar la Constitución pacifista nipona, que renuncia a la guerra como forma de resolver conflictos internacionales.
Para dotarse de esas nuevas capacidades Japón planea adquirir armamento “standoff” o de ataque a distancia, entre el que destacan como novedades la adquisición de misiles de crucero de largo alcance Tomahawk de fabricación estadounidense y el desarrollo doméstico de misiles hipersónicos, misiles antibuque y drones de ataque, entre otros.
(Con información de Europa Press y AFP)
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