Hospitales de provincias chinas como Hebei (norte), Shanxi (centro), Hunan (centro) o Heilongjiang (noreste) cancelaron sus vacaciones de año nuevo o trabajan horas extra para lidiar con la ola de contagios de COVID que sufre el país asiático, recogieron en las últimas horas medios locales.
Este fin de semana, el Ministerio de Gestión de Emergencias de China explicó que los tres días de asueto por el año nuevo (los días 31 de diciembre, 1 de enero y 2 de enero) suponen “el primer feriado largo” desde que se “optimizasen las medidas de prevención de control”, en referencia al desarme de la estricta política de ‘cero COVID’ comenzado a principios de diciembre.
A raíz de la relajación de las restricciones, la cartera de Emergencias menciona la “gran carga de trabajo” de instituciones médicas y fabricantes de medicinas y productos sanitarios y recomienda “reforzar la inspección de seguridad” de estos organismos.
Durante estas vacaciones, numerosos hospitales en varios puntos del país han anunciado en sus cuentas oficiales en las redes sociales chinas que cancelarían las vacaciones de los trabajadores del hospital.
Entre las razones citadas, las instituciones médicas mencionan la “responsabilidad de proteger las necesidades de los pacientes”, los requisitos de “departamentos superiores” o “la situación actual” en los hospitales.
Algunos centros de salud declararon que trabajarán horas extra para “garantizar el tratamiento de los enfermos”.
Clínicas de algunos distritos de Shanghái (este) han ajustado sus protocolos de diagnóstico y tratamiento para “transferir” a los pacientes de COVID sin cuadros graves a hospitales no considerados de primer nivel, que deberán gestionar en los próximos días el pico de contagios en la ciudad, informa el diario local Global Times.
La rápida propagación del virus por el país ha sembrado dudas sobre la fiabilidad de los datos oficiales, que han registrado apenas un puñado de fallecimientos recientes por la enfermedad pese a que localidades y provincias han calculado que una proporción significativa de sus poblaciones se ha contagiado y a que abundan los testimonios de una gran presión hospitalaria en varias ciudades.
Las autoridades sanitarias chinas informaron este lunes de un fallecido por COVID en la víspera.
El jefe del equipo de expertos de la Comisión de Sanidad de China, Liang Wannian, pidió recientemente esperar a que “pase este ciclo epidémico” para “juzgar con precisión la verdadera tasa de mortalidad” y el epidemiólogo oficial Wu Zunyou aseguró que se “está trabajando para calcular y publicar el exceso de muertes”.
Sin embargo, las dudas sobre la situación real en China han provocado que naciones como España, Estados Unidos, Italia, India, Taiwán o Japón anunciasen que aplicarán restricciones como exigir pruebas PCR a los viajeros procedentes del país asiático, medidas criticadas por la Cancillería china, que pidió protocolos “científicos”.
La Organización Mundial de la Salud se mostró recientemente “muy preocupada” por la evolución de la COVID en China y reclamó “más información”, a lo que Beijing respondió que ha compartido sus datos “de forma abierta, puntual y transparente” desde el inicio de la pandemia.
La compañía británica de análisis del sector sanitario Airfinity estimó en los últimos días que China está sufriendo actualmente unas 9.000 muertes diarias por COVID.
A partir del 8 de enero, la COVID dejará de ser una enfermedad de categoría A en China, el nivel de máximo peligro y para cuya contención se exigen las medidas más severas, para convertirse en una de categoría B, que contempla un control más laxo, marcando así en la práctica el fin de la política de ‘cero COVID’ que llevaba vigente casi tres años y que en las últimas semanas las autoridades desmantelaron después de que se produjesen protestas.
(Con información de EFE)
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