El régimen de Irán confirmó la condena a muerte de un hombre implicado en las protestas desencadenadas en el país por la muerte bajo custodia de una joven, anunció el lunes Mizan Online, la agencia del poder judicial.
“La condena a muerte de Mohammad Boroghani fue confirmada el 6 de diciembre por el Tribunal Supremo”, declaró Mizan Online.
Boroghani fue procesado por ser “moharebeh” (“enemigo de Dios” en persa), un cargo punible con la muerte, y su juicio había comenzado el 29 de octubre.
Según Mizan Online, había “herido con un cuchillo a un guardia de seguridad con intención de matarlo”, “sembrado el terror entre los ciudadanos” e “incendiado la sede de la gobernación en la ciudad de Pakdasht”, al sureste de Teherán.
La condena a muerte de un segundo acusado, Mohammad Ghobadlou, fue confirmada el 24 de diciembre.
Estos dos acusados ya no tienen recurso y pueden ser ejecutados en cualquier momento.
El tribunal anunció que había condenado a muerte a 11 personas por su participación en las protestas, aunque las organizaciones de derechos humanos creen que la cifra es mayor.
Por otra parte, las autoridades iraníes detuvieron el sábado por la noche a varios jugadores de fútbol que participaban a una fiesta mixta en el este de Teherán, la capital, anunció un medio local este domingo.
“Futbolistas, así como exjugadores de uno de los principales clubes de fútbol de Teherán, fueron detenidos anoche [sábado] en una fiesta mixta en la ciudad de Damavand”, indicó la agencia Tasnim sin ofrecer más detalles sobre la identidad de los jugadores o su club.
“Algunos de estos jugadores no estaban en un estado normal tras haber consumido alcohol”, añadió la misma fuente, cercana al régimen.
El consumo y la venta de alcohol están prohibidos en el país, según la ley.
Desde el inicio del movimiento de protesta, varios futbolistas iraníes han sido detenidos por las autoridades por haber apoyado las manifestaciones.
El caso emblemático y símbolo de la represión es el del futbolista Amir Nasr-Azadani, condenado a muerte por apoyar las protestas en favor de los derechos de las mujeres en su país.
El ex jugador del Rah-Ahan, el Tractor y el Gol-e Rayhan, de 26 años, ha sido acusado por el régimen iraní de un delito llamado ‘moharebeh’, es decir, ‘enemistad con Dios’, según informó IranWire; éste conlleva la ejecución en la horca, una pena que ya sufrieron el joven Mohsen Shekari y el luchador Majid Reza Rahnavard, ahorcado en público en la ciudad santa de Mashad por las mismas acusaciones que Amir Nasr-Azadani, todo tras un juicio sin garantías.
Además, la familia del futbolista “ha sido amenazada repetidamente por las fuerzas de seguridad de la República Islámica” si desvelaban que su familiar estaba detenido, algo que finalmente ha trascendido.
Solo uno de los internacionales iraníes que acudieron al Mundial de Qatar ha reaccionado ante las ejecuciones y las amenazas de ejecución, el portero Alireza Beiranvand, que pidió en Instagram que las penas fuesen revocadas.
Las protestas estallaron tras la muerte, el 16 de septiembre, de Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años que falleció tras ser detenida por la policía de moralidad por infringir el estricto código de vestimenta de la República Islámica, que obliga a las mujeres a llevar velo.
Sanciones y condena internacional
La condena internacional por las dos ejecuciones no se hizo esperar. La última ejecución se ha producido en circunstancias “particularmente crueles”, denunció el secretario general de la ONU Antonio Guterres, citado por su portavoz.
Estados Unidos estimó que la aplicación de penas de muerte demuestra que el régimen de la República Islámica teme a su pueblo.
“Estas sentencias duras, y ahora la primera ejecución pública (por las manifestaciones) están destinadas a intimidar al pueblo de Irán, están destinadas a suprimir la disidencia y sencillamente demuestran lo mucho que los dirigentes iraníes tienen miedo de su propio pueblo”, declaró a la prensa el portavoz del departamento de Estado, Ned Price.
La justicia iraní anunció haber condenado a 11 personas a la pena de muerte por su papel en las manifestaciones. Algunos activistas creen que la cifra es dos veces mayor.
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