El líder opositor ruso encarcelado Alexei Navalny afirmó el miércoles que Yevgeny Prigozhin, fundador de la empresa militar privada Wagner, que ha tenido una participación importante en la guerra de Ucrania, visitó la cárcel donde se encontraba para reclutar convictos.
Navalny, que se encuentra recluido en la colonia penal de máxima seguridad IK-6 de Melejovo, a unos 250 kilómetros al este de Moscú, donde ha sufrido frecuentes episodios de aislamiento, declaró que un “testigo presencial” no especificado le había descrito la visita de Prigozhin.
Dijo que Prigozhin había ofrecido a los presos el indulto si sobrevivían seis meses con Wagner, y que entre 80 y 90 de ellos aceptaron su oferta después de que se les diera cinco minutos para considerarla. No precisó cuándo tuvo lugar la supuesta visita.
Prigozhin, en declaraciones difundidas por su servicio de prensa, declinó confirmar la visita, pero dijo que no veía nada malo en ofrecer a los presos una “segunda oportunidad” en la vida.
“Nadie puede privar a una persona del derecho a defender a su patria, a su madre y a su familia por todos los medios a su alcance”, afirmó.
En septiembre se publicaron imágenes de Prigozhin, que cumplió nueve años de prisión en la época soviética por delitos como robo y fraude, ofreciendo un trato similar a los presos de una cárcel de la ciudad de Yoshkar-Ola, a unos 760 kilómetros al este de Moscú.
El Grupo Wagner, que Prigozhin ha dicho que fundó en 2014, se ha vuelto cada vez más prominente durante la guerra de Ucrania, incluso durante una brutal y larga batalla por la pequeña ciudad de Bajmut.
Las empresas militares privadas, como el Grupo Wagner, se han convertido en los últimos años en una herramienta vital con la que Rusia expande su influencia en el mundo al tiempo que defiende sus intereses. Actualmente, hay presencia de mercenarios rusos en al menos 30 países de cuatro continentes, lo que demuestra la expansión de este fenómeno que tuvo en el conflicto de Ucrania en 2014 su primer ensayo.
Aunque las empresas de mercenarios son técnicamente ilegales según la Constitución rusa, lo cierto es que se han convertido en un componente clave de la estrategia de “guerra híbrida” que viene llevando a cabo Moscú y ofrecen al jefe de estado ruso, Vladimir Putin, un medio con el que “ejecutar sus objetivos políticos y hacer avanzar los intereses de seguridad nacional rusos en todo el mundo”, de acuerdo a un informe el Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
En general, según los autores de ‘Las guerras de los mercenarios de Moscú’, estas firmas de seguridad están en manos de oligarcas próximos al Kremlin, como es el caso de Prigozhin, muy cercano a Putin y que es objeto de sanciones por parte de Estados Unidos.
Uno de sus principales cometidos es de apuntalar la política exterior rusa y ampliar su influencia a nivel mundial, puesto que gracias a los mercenarios Moscú puede apoyar a determinados países o socios.
Desde el punto de vista militar, dadas las capacidades de estos mercenarios (generalmente antiguos miembros de las fuerzas de seguridad), se puede reforzar a aliados, al tiempo que se establece presencia militar en escenarios donde no la había e incluso se llega a alterar el equilibrio de poder en determinados conflictos “mientras se mantiene un grado de negación plausible por parte del Kremlin”, destacan los autores.
Además, los mercenarios son más prescindibles y su uso es menos arriesgado que el despliegue de soldados rusos, especialmente en caso de que mueran en combate o durante misiones de entrenamiento. Los efectivos de las empresas de seguridad se han convertido también en una fuente para recabar información de Inteligencia, además de poder llevar a cabo acciones encubiertas y actividades clandestinas, según el CSIS.
(Con información de Reuters)
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