El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, está profundamente alarmado por la decisión de los talibanes de prohibirle a las mujeres el acceso a educación universitaria, indicó su portavoz este martes.
“El secretario general reitera que negar la educación no solo viola los derechos a la igualdad de mujeres y niñas, sino que también tendrá un impacto devastador en el futuro del país”, expresó Stephane Dujarric en un comunicado, a la vez que instó a las autoridades de Afganistán a “asegurar acceso igualitario a la educación en todos los niveles”.
“Es otro movimiento muy, muy inquietante y es difícil imaginar cómo un país puede desarrollarse y abordar todos los problemas que tiene sin la participación activa de la mujer y sin educación para las mujeres”, agregó.
Según Dujarric, esto es “claramente otra promesa rota por parte de los talibanes”, que habían garantizado repetidamente a la comunidad internacional su intención de respetar los derechos de las mujeres.
“Hemos visto desde su toma del poder, en los últimos meses, una reducción del espacio para las mujeres, no sólo en educación, sino también en acceso a lugares públicos y su exclusión del debate público”, recordó el portavoz.
Este martes, Afganistán prohibió el acceso de las mujeres a la educación universitaria por una duración indeterminada.
“Se recomienda que implementen la orden de suspender la educación de las mujeres hasta nuevo aviso”, indica una carta firmada por el ministro de Enseñanza Superior, Neda Mohammad Nadeem, enviada a todas las universidades públicas y privadas.
La prohibición de acceder a la educación superior llega menos de tres meses después de que miles de mujeres se presentaran a los exámenes de acceso a la universidad en todo el país.
“No solo yo, todas mis amigas se han quedado mudas. No tenemos palabras para explicar lo que sentimos (...) Nos han quitado la esperanza. Han enterrado nuestros sueños”, expresó a la agencia AFP Madina, una estudiante de periodismo de 18 años que pidió omitir su apellido.
“Justo cuando esperábamos avanzar, nos sacan de la sociedad”, lamentó Rhea, estudiante de medicina en Kabul, de 26 años, que pidió que su nombre se cambiara.
Desde el año pasado, las universidades se han visto obligadas a aplicar nuevas normas, incluida la segregación por sexo en las aulas. Las estudiantes, además, ya solo podían tener como profesores a mujeres u hombres mayores.
Por ende, a la mayoría de las adolescentes de todo el país se les ha prohibido el acceso a la educación secundaria, lo que ha limitado seriamente sus posibilidades de acceder a la universidad.
A su vuelta al poder en agosto de 2021, el grupo fundamentalista prometió mostrarse más flexible, pero este año ha evidenciado que prevalece la interpretación ultrarrigorista del islam de su primera etapa (1996-2001).
“Los talibanes no pueden esperar ser un miembro legítimo de la comunidad internacional si no respetan plenamente los derechos de todos en Afganistán. Esta decisión tendrá consecuencias para los talibanes”, declaró el secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken.
Durante su visita a Washington, el ministro de Exteriores de Pakistán, Bilawal Bhutto Zardari, se declaró “decepcionado por la decisión”.
Sin embargo, matizó: “Todavía creo que el camino más fácil hacia nuestro objetivo, a pesar de los muchos contratiempos cuando se trata de la educación de las mujeres y otras cosas, es a través de Kabul y del gobierno interino”.
Las medidas liberticidas se han multiplicado en estos meses, en particular las que afectan a las mujeres, que están siendo progresivamente apartadas de la vida pública.
En un giro inesperado, el 23 de marzo las autoridades cerraron las escuelas secundarias horas después de su reapertura, anunciada desde hacía meses.
El jefe supremo de los talibanes, Hibatullah Akhundzada, intervino en la decisión, según un alto responsable.
Varios responsables gubernamentales declararon que no había suficientes profesores o dinero, pero que las escuelas reabrirían cuando el programa de enseñanza islámica haya sido elaborado.
Las funcionarias también han sido excluidas de la mayor parte de empleos públicos o pagadas con salarios reducidos por quedarse en casa.
Las mujeres no tienen derecho a viajar sin estar acompañadas de un familiar masculino y deben cubrirse con un burka o un hiyab cuando salen de casa.
En noviembre, los talibanes también les prohibieron el acceso a parques, jardines, salas de deporte y baños públicos.
Las manifestaciones de mujeres contra esas medidas, que generalmente solo reúnen a unas pocas decenas de personas, se han vuelto muy arriesgadas.
Numerosas manifestantes han sido arrestadas y los periodistas cada vez sufren más impedimentos para cubrir esas protestas.
Pese a ser excluidas de los centros educativos, en Kabul muchas jóvenes acudieron a principios de diciembre a examinarse al final de sus estudios secundarios, condición necesaria para acceder a la universidad, según pudieron comprobar periodistas de la AFP.
“Las nuevas restricciones extendidas a la educación de las mujeres en Afganistán son trágicas”, denunció el ex ministro de Finanzas del antiguo gobierno afgano, Omar Zakhilwal.
“Esta prohibición no tiene ningún fundamento religioso, cultural o logístico. Se trata no solamente de una grave violación de los derechos de las mujeres a la educación, ¡sino también de una profunda anomalía para nuestro país!”, escribió en Twitter.
La comunidad internacional supeditó el reconocimiento del régimen talibán, y la ayuda humanitaria y financiera, absolutamente necesarias para Afganistán, al respeto de los derechos humanos por parte de los talibanes, en particular los de las mujeres.
(Con información de AFP)
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