Las protestas en Irán, que estallaron tras la muerte de Mahsa Amini por llevar mal colocado el velo reglamentario, no cesan. Hace meses múltiples ciudades de todo el país están convulsionadas por manifestantes que salen a las calles a hacer valer sus derechos.
En un primer momento, la gente coreaba lemas como “asesinadas por un pañuelo, ¿cuánta más humillación?” y “mujer, vida, libertad” pero, rápidamente, estas exigencias se volvieron contra el régimen, pidiendo la “muerte al dictador” y el fin de la República Islámica.
Elnaz Sarbar Boczek es una activista iraní que lucha por los derechos de las mujeres. Pasó su infancia y juventud en el país -inclusive se graduó de ingeniera industrial en la Universidad Tecnológica de Sharif- pero a los 28 años decidió irse a Estados Unidos, por cuestiones de seguridad.
Ahora, trabaja por hacer llegar la voz de las mujeres iraníes al mundo y narra la actual lucha en su país que, a diferencia de revueltas anteriores, se trata de “una oportunidad que no hemos visto antes, tanto dentro como fuera de Irán”.
Desde un primer momento, la gente entendió que esta lucha iba mucho más allá de la muerte de Amini y que lo que realmente se necesita es un cambio de raíz. “Las mujeres iraníes saben que el hijab es una línea roja de este régimen basado históricamente en la separación de género y quieren que este régimen se vaya por completo. No más República Islámica”, explicó la activista en diálogo con Oriente Medio.
Esta situación derivó en un profundo apoyo de hombres y jóvenes, que han estado comprometidos con la causa y han salido a las calles a pesar de saber los riesgos que ello implicaba. Desde la violenta represión ordenada por las autoridades, hasta detenciones e, inclusive, penas de muerte, la generación Z y estudiantes universitarios y de secundaria han dado el presente en las calles y escuelas.
Es por ello que entre las claves del éxito de estas protestas está la determinación de la gente, especialmente una confianza en las mujeres, nunca antes vista. “Están hartas de la humillación que experimentan todos los días debido al hiyab obligatorio y están listas para luchar por su libertad y no volver a eso”, continuó Salvar Boczek.
La República Islámica fue establecida en 1979 y, desde entonces, poco ha cambiado. Las leyes misóginas y arcaicas que pesan sobre las mujeres han quedado completamente fuera de sintonía con el mundo moderno, que ya entendió que no son correctas.
Sin embargo, la fuerza que aún conservan las autoridades del régimen al interior del país y la convicción de un grupo de la sociedad lleva a la activista a pensar que “la República Islámica no es capaz de reformarse”. “El pueblo iraní lo ha intentado durante cuarenta años”, continuó narrando y explicó que, por eso, en este momento lo que se está reclamando es un cambio completo del régimen, que avale una modificación para que la Constitución no sea supervisada por un líder supremo.
Irán está sumido en la corrupción y la opresión del régimen. Las mujeres son humilladas, las minorías étnicas y religiosas son perseguidas, la mala gestión desencadenó en pobreza. Todo como resultado de 43 años de poder sin control otorgado al líder supremo.
Este cuestionamiento, que comenzó el pasado septiembre en Irán, se extendió a otras zonas cercanas que conviven con estructuras sociales y políticas similares. “Me gusta que en Oriente Medio -concretamente en Irán y Afganistán- estén luchando contra estados islamistas cuya agenda es mantenerse en el poder y exportar su ideología al resto del mundo”, destacó Salvar Boczek en medio de sus esfuerzos por impulsar los reclamos.
El régimen y una serie de líderes latinoamericanos aseguran desde el inicio que detrás de estas protestas está Occidente -siendo Estados Unidos el principal apuntado por Alí Jamenei-. En un intento de contrarrestar la fuerza de la unión que consiguió su pueblo, han señalado al Mossad, la CIA, Gran Bretaña e Israel como propulsores de estos “disturbios” que buscan desestabilizar a las autoridades.
Al respecto, Salvar Boczek explicó que este respaldo en latinoamérica sólo demuestra que “se benefician de que la República Islámica esté en el poder ya que están repitiendo la narrativa de que la República Islámica quiere alimentar al mundo”. “La gente es muy consciente” de la difícil situación que se vive hace décadas en el país y, por eso, “lo expresa a través de un canto: “Nuestro enemigo está aquí. Es mentira que sea Estados Unidos””.
Por último, la activista alertó a las mujeres de esta región sobre la postura adoptada por sus funcionarios ya que “si no ayudan a las mujeres iraníes y afganas a luchar contra estos regímenes, algún día tendrán que luchar contra su terror en América Latina”. “La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes”, concluyó citando a Martin Luther King.
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