China ofrecerá una segunda dosis de refuerzo de COVID-19 a determinados grupos que habían recibido la primera vacuna de refuerzo hacía más de seis meses, según informaron las autoridades el miércoles, una medida urgida por expertos que advierten que la cifra de muertes podría alcanzar el millón si no se amplía la protección inmunitaria.
Los grupos destinatarios son las personas con alto riesgo de infección, los ancianos de más de 60 años, las personas con graves problemas de salud subyacentes y las personas con baja inmunidad, según una circular publicada por el mecanismo conjunto de prevención y control del Consejo de Estado contra el COVID-19.
Aunque la mayor parte de la población china está vacunada, millones de ancianos no han recibido una dosis de refuerzo de las vacunas nacionales. Los estudios demuestran que las vacunas chinas son eficaces para prevenir la hospitalización y la muerte, pero requieren al menos tres dosis para ser plenamente efectivas.
Según una investigación financiada parcialmente por el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, el país necesita desplegar rápidamente las vacunas de refuerzo y los medicamentos antivirales, así como mantener o reforzar algunos controles sociales, con el objetivo de mantener las nuevas muertes por COVID por debajo del millón.
De acuerdo con el documento de investigación, del que son autores tres profesores de la Universidad de Hong Kong, China puede reducir el número de muertes durante la fase de reapertura a 448-530 personas por millón. Dada la población china de 1.400 millones de personas, el modelo implica un escenario atenuado de entre 627.200 y 742.000 muertes.
Sin las intervenciones, y con la relajación de la política de COVID Cero, el número de muertos sería de 684 por millón, es decir, unas 957.600 personas, cifra similar a la estimada por el sector privado y reportada por el Financial Times, de un millón de muertes durante la ola invernal de infección.
El modelo sugerido por el estudio requiere una cobertura con cuatro dosis para el 85% de la población, y una amplia disponibilidad de medicamentos. También, restricciones sociales que reduzcan la tasa de transmisión.
“Aunque el aumento de la carga de morbilidad que supondría la reapertura en diciembre de 2022-enero de 2023 probablemente sobrecargaría muchos sistemas sanitarios locales de todo el país, el efecto combinado de la vacunación, el tratamiento antivírico y [las medidas sociales y de salud pública] podría reducir sustancialmente la morbilidad y mortalidad por Covid-19 en el tránsito de China de la dinámica cero a la normalidad”, señala el informe. “La planificación de esta reapertura coordinada en todo el país debe ser una prioridad urgente”, añade.
China afirma que alrededor del 30% de las personas de 60 años o más aún no han recibido las tres vacunas. Parte de esta reticencia se debe a las directivas originales del gobierno, que desaconsejaban la vacunación a los mayores de 59 años, pero también existen dudas de larga data sobre la seguridad de las vacunas chinas.
A su vez, la tarea de calibrar el grado de preparación de China se ve dificultada por la falta de estadísticas y proyecciones fiables.
Las únicas cifras que comunica actualmente la Comisión Nacional de Salud son los casos confirmados detectados en los centros públicos de análisis donde se muestran los síntomas.
El régimen chino dejó de anunciar los casos asintomáticos a principios de esta semana, alegando que era imposible hacer un recuento exacto. Tampoco se recogerán los resultados de las pruebas caseras.
La cifra oficial de muertos en China sigue siendo baja, con sólo 5.235 fallecidos, frente a los 1,1 millones de Estados Unidos. Sin embargo, los expertos en salud pública advierten de que estas estadísticas no pueden compararse directamente.
Las autoridades sanitarias chinas sólo contabilizan a los fallecidos directamente por COVID-19, excluyendo a aquellos cuyas afecciones subyacentes empeoraron por el virus. En muchos otros países, las directrices estipulan que cualquier muerte en la que el COVID-19 sea un factor o contribuya se contabiliza como muerte relacionada con el COVID.
En los últimos días, la prensa oficial ha comenzado a minimizar el riesgo de la variante ómicron a través de numerosos artículos y entrevistas a expertos, un giro de argumento que acompaña a la relajación de algunas de las medidas más estrictas de la política de ‘cero covid’, vigente desde hace casi tres años.
Las autoridades ya han afirmado que se dan las “condiciones” para que el país “ajuste” sus medidas en esta “nueva situación” en la que el virus provoca menos muertes, aunque también han anunciado un plan para acelerar la vacunación de los ancianos, uno de los grupos más vulnerables pero a la vez más reticentes a inocularse.
Asimismo, el Ejecutivo chino anunció la pasada semana que permitirá aislarse en sus casas a los infectados asintomáticos o con síntomas leves -hasta ahora era obligatorio el traslado a un centro de cuarentena- e indicó que ya no será necesario tener una prueba negativa de covid para entrar en la mayoría de lugares y establecimientos, con excepción de hospitales o escuelas.
Los cambios llegaron después de que el hartazgo ante las restricciones cristalizase en protestas en diversas partes del país tras la muerte de diez personas en un edificio aparentemente confinado en Urumqi (noroeste), con consignas como “no quiero PCR, quiero comer” o “devolvedme mi libertad”.
El Gobierno defiende que ha salvado millones de vidas mediante el ‘cero covid’, que consiste en el aislamiento de todos los contagiados y sus contactos cercanos, estrictos controles fronterizos, confinamientos parciales o totales en los lugares donde se detectan casos y pruebas PCR constantes a la población urbana.
(Con información de AP, AFP, Reuters, EFE)
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