Intensos fríos y un escenario recesivo están aumentando la crispación entre los británicos. El panorama hasta fin de año es tan complejo que el gobierno del primer Ministro conservador Rishi Sunak ha ordenado el entrenamiento de las fuerzas armadas para que puedan conducir las ambulancias que por una huelga quedarán estacionadas. Alrededor de 1 millón de trabajadores se alistan para reclamar mejoras salariales en distintos sectores del pais.
Que la economía reaccione y crezca un 0,5% en noviembre no es suficiente para alejar los malos augurios. Hace al menos cuatro décadas que el Reino Unido no atraviesa una crisis de esta envergadura. Hasta fin de año soportará un huelga o manifestación por día. Desde estas horas y hasta cerrar 2022, por ejemplo, el llamado sindical hará que trabajadores ferroviarios detengan los trenes impidiendo la movilización durante todas las celebraciones.
Por otro lado, el reconocido sistema público hospitalario, el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés), soportará la ausencia de los paramédicos el dia 21. Unos 100.000 enfermeras y enfermeros de unos 50 hospitales votaron a favor, rechazando las últimas negociaciones y ofrecimientos por parte de Downing Street 10. Habrá también que sumar a los médicos, preparados para paros laborales a principios de 2023, según la Asociación Médica Británica.
Suma además el agobio por las bajas temperaturas. La ola de frío que golpea a todo el continente lleva los precios de la factura eléctrica a niveles récord. Este disparo de costos se produce cuando los británicos se han visto obligados a aumentar el consumo de energía para defenderse del frío. Las malas noticias incluyen a la generación eólica penalizada por la falta de vientos.
La agenda de reclamos tiene a los trabajadores del servicio postal, funcionarios y trabajadores públicos. Los aeropuertos de Heathrow y Gatwick sentirán el quite de colaboración de maleteros y personal de seguridad. Los mismo ocurrirá con el servicio Eurostar, el tren que une Londres con París. Para hacer complicado el movimiento por las fiestas, el personal de las autopistas en el Gran Londres y el sur de Inglaterra se acopla a las demandas.
La rebelión social se justifica por el golpe al poder adquisitivo. Los aumentos propuestos no superan el 5%, cuando la inflación llegó a 11,1% anual en octubre. Los haberes promedio se han estancado durante una década, una consecuencia de la politica de austeridad iniciada en 2010 por el gobierno de Cameron.
El almanaque tiene un paro por día. Este martes se inicia la huelga de ferroviarios, 48 horas que podrían hacer colapsar la movilidad. Los trenes que salen de varios puntos estratégicos del pais, entre ellos Londres, serán cancelados, con al menos 14 operadores ferroviarios afectados. Desde el gobierno, la ministra del Interior, Suella Braverman, ha solicitado ya a los británicos que eviten viajar si no es inevitable.
Hasta el momento, Sunak, muestra firmeza, sosteniendo que dejar librado los aumentos a paritarias sin techo pueden generar una espiral inflacionaria. El gobierno juega al desgaste. Apuesta por la fatiga ciudadana, que vuelque la opinión pública en contra de los trabajadores huelguistas.
Otros sectores del gobierno conservador exigen que se endurezcan las leyes que establecen el cumplimiento de servicios mínimos, aunque el trámite legislativo es complejo. Una ley que garantice una “guardia mínima” en funcionamiento intentó Boris Johnson.
Mientras, el escenario de una entrada en recesión está cerca de materializar. La caída es el resultado de una contracción en la demanda de los hogares y una caída en la confianza empresarial en un contexto de alta inflación y una marcada suba en las tasas de interés. Los precios energéticos derivarán en una tormenta perfecta para la economia.
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