El régimen de Irán prometió continuar con los castigos “con determinación” contra los manifestantes que protestan en las calles pidiendo el fin de la República Islámica. Los dichos de Ebrahim Raisi de este viernes se dieron apenas un día después de la primera ejecución de un ciudadano que participó de estos “disturbios”, como los definen las autoridades.
“Perseguiremos con determinación la identificación, el juicio y el castigo de los perpetradores del asesinato de las fuerzas de seguridad”, afirmó el mandatario en una ceremonia en honor de los efectivos de seguridad muertos en las protestas.
También, aprovechó esta oportunidad para nuevamente apuntar contra los “enemigos que buscan dañar los valores de la Revolución islámica” con una “nueva guerra combinada”. “Los enemigos afirman que defienden la vida de los iraníes pero en la práctica asesinan a inocentes”, continuó.
Este jueves tuvo lugar la primera ejecución de un manifestante. Se trata de Mohsen Shekari, quien fue ahorcado por haber herido a un basiji -un miliciano silámico- con un cuchillo y bloquear una calle en Teherán.
El hecho fue repudiado por la Unión Europea, que condenó “en los términos más enérgicos posibles” la ejecución e instó a Teherán a que se abstengan de continuar con esta política de la pena capital. A estos dichos se sumaron, también, Estados Unidos, Alemania, Canadá, Italia y el Reino Unido.
Por su parte, los manifestantes convocaron a más movilizaciones para este viernes, para protestar por la ejecución del jóven.
“Llamamos por la muerte de Mohsen Shekari, mártir por la libertad de nuestro país, y en contra de la ejecución de los compañeros encarcelados”, afirmó el colectivo Jóvenes de los Barrios de Teherán en redes sociales.
“No pararemos hasta el derrocamiento del sistema que mata niños”, añadieron los activistas.
Sin embargo, el régimen iraní hizo caso omiso a estas condenas y calificó de “proporcionada” y “mesurada” su respuesta policial y judicial, y acusó a los países occidentales de hipocresía y de apoyar las protestas.
Desde el inicio de las revueltas, el pasado septiembre tras la muerte de Mahsa Amini en manos de la Policía de la Moral por llevar mal colocado el velo reglamentario, ya se han registrado más de 400 muertos y, al menos, 15.000 detenidos, afirmó la ONG Iran Human Rights. Entre ellos, hay otros 10 presos que han sido condenados a muerte y, posiblemente, sean ejecutados en los próximos días.
Las autoridades del régimen, no obstante, solamente han dado cuenta de 300 muertos, entre los que incluyen 50 miembros de las fuerzas de seguridad.
En medio de los pedidos por el fin de la República Islámica y la libertad para las mujeres que embanderan esta lucha, las autoridades anunciaron esta semana la disolución de la Policía de la Moral -una victoria para los manifestantes- aunque han decidido mantener la obligatoriedad del velo. En su lugar, solo cambiarán los métodos para imponerlo.
La represión del régimen, cada vez más violenta
Junto a su intransigente política de ejecución ante los manifestantes, las autoridades han ordenado continuar con la represión, que cada día se torna más violenta.
En los últimos días, un grupo de médicos y enfermeras consultados por el diario británico The Guardian denunciaron que las fuerzas de seguridad han estado apuntando de manera diferencial a mujeres y hombres.
Así, las primeras suelen presentar heridas en el rostro, los pechos y los genitales, mientras que los segundos suelen requerir asistencia médica por heridas en sus piernas, nalgas y espalda.
El asesor principal sobre operaciones militares de Amnistía Internacional, Brian Castner, comentó que las pruebas difundidas por los médicos exponen “el uso de perdigones, que está diseñado para la caza y no tiene cabida en ningún uso legítimo de la fuerza por la Policía”.
“He tratado a una chica de no más de 20 años con dos perdigonazos en sus genitales, uno de ellos entre la uretra y el canal vaginal”, lamentó, por su parte, un médico de la provincia central de Isfahan. “Estaba manifestándose con un grupo de gente cuando una decena de agentes de seguridad los rodearon y abrieron fuego de cintura para abajo”, continuó.
Un médico de la ciudad de Karaj, cercana a Teherán, entiende este diferencial como “un complejo de inferioridad’'. Hacer daño a la gente joven les parece una forma de librarse de sus propios complejos”.
(Con información de EFE y Europa Press)
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