Una distancia de poco más de 700 kilómetros separan Kiev de Moscú. Precisamente, 756. Los nuevos y sorprendentes drones ucranianos tienen un rango de mil kilómetros. Y no son disparados desde la capital del país, sino desde mucho más cerca de la frontera enemiga. Ahora, casi toda la Rusia europea está al alcance del poder de fuego de las tropas conducidas por Valery Zaluzhny, el comandante en jefe al que Volodimir Zelensky le confió la estrategia contra los invasores.
En las primeras horas del martes, un tercer aeródromo ruso fue blanco de una explosión. Esta vez en Kursk. Otra vez, un avión no tripulado fue el encargado del operativo. Sucedió un día después de que Ucrania demostrara que ya podía penetrar holgadamente en territorio ruso al atacar dos bases aéreas estratégicas. Uno de los objetivos fue Engels, en Saratov, sede de la flota rusa de bombarderos estratégicos que arremeten contra la infraestructura civil ucraniana y tienen capacidad nuclear; el otro punto alcanzado fue en Ryazan, a 196 kilómetros al sur de Moscú.
El Kremlin culpó a Kiev por los inesperados bombardeos. Ucrania, como es costumbre en este tipo de sorprendentes réplicas, guarda un particular silencio celebratorio.
Pero esta acusación por parte de Rusia es también una admisión de un nuevo error en la guerra que inició unilateralmente Vladimir Putin el pasado 24 de febrero. ¿Cómo puede uno de los ejércitos más poderosos del mundo no prever que el enemigo al que somete a diario desde el cielo no intentará responder e inhibir ese poder de fuego devastador? Los canales de Telegram asociados al mercenario Grupo Wagner trinan. Su enemistad con la cúpula militar rusa es cada vez mayor. Esta fuerza irregular pertenece a Yevgueni Prigozhin, un influyente oligarca conocido como “el chef de Putin”. ¿El cocinero habla sólo por él cuando pone a sus trolls a operar en el ciberespacio? Temen lo peor: “Estos elementos -en referencia a los drones ucranianos- son muy capaces de visitar la Plaza Roja”.
Sin embargo, es sumamente improbable que Zelensky fuera a aprobar una misión aérea que tenga como blanco el corazón de Moscú. Un ataque de ese calibre podría desencadenar una respuesta desproporcionada de Putin y cambiar absolutamente el curso actual del conflicto. Aún así, el alerta flota en el aire y la sensación de seguridad y tranquilidad de los millones de ciudadanos rusos desde San Petersburgo en el norte, Kazán en el este y Dagestán en el sur ya está comprometida.
Seguramente Kiev no dirija sus nuevos drones contra “la Plaza Roja”, como temen los soldados a sueldo de Prigozhin. Un ataque semejante sólo tendría impacto simbólico. Lo más probable es que toda base militar o infraestructura energética que se encuentre en un rango de mil kilómetros pase a ser un nuevo potencial blanco de Zaluzhny. El invierno será duro para el pueblo ucraniano, pero quizás no sea tampoco grato para muchos rusos.
Las voces críticas dentro de Rusia se multiplican y muchos se preguntan: ¿dónde están las defensas antiaéreas? ¿cómo no se activa un sistema de alarma cuando vuela una mosca cerca de una base aérea? Los cuestionamientos continuarán en los próximos días.
El propio Putin reclamó explicaciones de forma urgente. Se reunió este martes con altos oficiales para discutir acerca de la “seguridad interior”. La información fue confirmada por el Kremlin que informó que el jefe del régimen se había encerrado con su Consejo de Seguridad. Más temprano, el vocero Dmitri Peskov se refirió a los ataques ucranianos y dijo que se estaban tomando las medidas “necesarias” para proteger el país de los drones de Zelensky. Calificó a los bombardeos de ”actos terroristas”. El argot oficial ruso desde el inicio de las hostilidades demuestra mayor creatividad que su pericia militar.
Pero otro reproche resuena en Moscú. Es sobre la capacidad que tiene Kiev de desarrollar nuevos drones con una autonomía de mil kilómetros y capacidad de transportar una ojiva de 75 kilogramos en pleno asedio ruso. Las fábricas militares subterráneas nunca detuvieron su producción. El éxito de la fabricación fue anunciado este lunes oficialmente, mientras las llamas ardían en los aeródromos de Putin.
“Hoy hemos superado varias etapas de ensayos con éxito. Para cumplir las instrucciones del Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, estamos pasando a la fase de pruebas bajo el efecto de la guerra electrónica. Después de probar con éxito el drone bajo la influencia de la guerra electrónica, esperamos poder probarlo en uso de combate. Prometimos hacerlo a finales de este año, estamos tratando de cumplir esta promesa”, dijo ayer Nataliia Sad, portavoz de Ukroboronprom, la empresa estatal encargada del control del complejo industrial-militar heredado de la Unión Soviética. Ironías de los escombros del Muro de Berlín.
Una vez más, Kiev sorprendió de nuevo. Así como los HIMARs de los Estados Unidos fueron claves para la contraofensiva ucraniana en su propia tierra, ahora serán los nuevos drones los que podrían resultar decisivos en una etapa de la guerra donde el invierno pretendía ser el principal protagonista.