Los grandes negocios y acuerdos que se cocinan en los salones VIP de los estadios de Qatar

Estados Unidos anunció la venta de 1.000 millones de dólares en armas a Qatar en el entretiempo del partido con Irán. Alemania cerró un acuerdo para recibir el gas licuado que tanto necesita. Los oligarcas rusos amarran sus yates en los puertos de Doha sin temor a las sanciones económicas

Guardar
El secretario de Estado, Antony Blinken, en la zona VIP del estadio Al Rayyan, junto a funcionarios qataríes en la previa al partido entre Estados Unidos y Gales. (REUTERS/Carl Recine)
El secretario de Estado, Antony Blinken, en la zona VIP del estadio Al Rayyan, junto a funcionarios qataríes en la previa al partido entre Estados Unidos y Gales. (REUTERS/Carl Recine)

La especialidad del restaurante La Mar de Doha son los mariscos. Sin embargo, en el amplio y elegante salón en tonos azules prevalece el aroma a los negocios y la política que se discuten en sus mesas. Ubicado en el kilómetro 4,6 de la Corniche, dentro del hotel Intercontinental, la creación del chef peruano Gastón Acurio, es uno de los puntos de encuentro de políticos, emprendedores y poderosos de todo el mundo. Un mediodía de esta semana se podían ver allí mesas con senadores estadounidenses invitados especialmente por el gobierno qatarí para ver el partido de su selección con la de Irán. Inmediatamente después, un grupo de funcionarios del ministerio de Energía francés conversando con sus colegas de varios emiratos. Unos sauditas discutiendo la construcción de una nueva torre de cristal para la silueta galáctica de Doha. Y unos oligarcas rusos de la industria del petróleo tratando de cerrar un nuevo contrato de inversión con negociadores del fondo soberano qatarí. Los cigarros y los bajativos, en todos los casos, pasaron a los salones VIP de algunos de los estadios. Allí es donde se cierran los negocios y los acuerdos políticos en esta diplomacia gastronómico/futbolera que se está desarrollando en Qatar.

En el entretiempo del partido en que Estados Unidos le ganó por un gol a cero a Irán, en el estadio Al Thumama, se anunció desde Washington que la Casa Blanca había aprobado la venta de armas a Qatar por 1.000 millones de dólares. En principio, se entregarán 10 sistemas de drones defensivos y 200 interceptores y equipos relacionados. El Departamento de Estados dijo que la venta “respaldaría la política exterior y los objetivos de seguridad nacional de Estados Unidos al ayudar a mejorar la seguridad de un país amigo que continúa siendo una fuerza importante para la estabilidad política y el progreso económico en Medio Oriente”. El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, había estado en Qatar la semana anterior y presenció el encuentro de la selección de su país con la de Gales, a pesar de que no tiene ningún aprecio especial por el fútbol. Pero si se trata de agradar a un aliado importante en Medio Oriente, bueno es gritar algún gol y olvidarse de las críticas a los qataríes por las violaciones de derechos humanos. A diferencia de Israel, Arabia Saudita o los Emiratos Árabes Unidos, Qatar se alineó con Estados Unidos a favor de Ucrania y en contra de Rusia.

El momento en que se hizo el anuncio de la venta de armamento no fue casualidad. Ocurrió durante el partido con Irán, en una señal clara hacia el régimen de los ayatollahs de que Estados Unidos va a proteger a sus aliados en el Golfo Pérsico que puedan sentirse amenazados por el poderío militar de los persas. También por lo que estaba sucediendo dentro de la delegación de ese país en Doha.

El detalle estuvo en que esta vez, los jugadores iraníes cantaron el himno nacional con rostro pétreo. En el primer partido contra Inglaterra se habían negado a hacerlo en señal de apoyo a las protestas que se registran en Irán por la muerte de la joven Mahsa Amini y los derechos de las mujeres. El capitán del equipo, Alireza Jahanbakhsh, había explicado que se trataba de “una decisión colectiva” para repudiar la represión del régimen.

Un grupo de hinchas de Irán despliegan pancartas que arman el nombre de Mahsa Amini, la chica asesinada por el régimen de los ayatollahs que desató una ola de protestas. (REUTERS/Molly Darlington)
Un grupo de hinchas de Irán despliegan pancartas que arman el nombre de Mahsa Amini, la chica asesinada por el régimen de los ayatollahs que desató una ola de protestas. (REUTERS/Molly Darlington)

De acuerdo a un informe de la cadena de noticias CNN, los futbolistas fueron citados a una reunión con miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán en donde les dijeron que sus familias sufrirían “violencia y tortura” si ellos no contaban el himno nacional o si se sumaban a alguna otra protesta política contra el régimen de Teherán. “Hay una gran cantidad de agentes de seguridad de Irán en Qatar recopilando información y vigilando a los jugadores”, indicó una fuente del interior de la delegación. También dijo que el régimen envío “a cientos de actores que se hicieron pasar por aficionados para crear una falsa sensación de apoyo y favor entre los seguidores” y que si llegaban a pasar de ronda, el régimen de Alí Jamenei y el presidente Ebrahim Raisi “planea aumentar significativamente el número de actores a miles”. El equipo fue eliminado en la fase de grupos. Ahora se teme por los jugadores. Un joven fue asesinado por guardias revolucionarios cuando celebró la derrota y eso creó un clima violento.

Otro significativo acuerdo se anunció entre partidos: Alemania firmó un acuerdo de 15 años para comprar 2 millones de toneladas de gas licuado de Qatar, enviando señales contradictorias sobre la prioridad que Alemania otorga a los derechos humanos en el Golfo y su compromiso con un suministro de energía neutral en carbono. La semana anterior, la selección alemana había protestado por la censura que la FIFA impuso a los jugadores que quisieron llevar brazaletes en favor de los derechos de la comunidad LGBTQ qatarí y los explotados trabajadores extranjeros que levantaron los estadios. Cuando se tomaron la foto en conjunto en la previa del partido con Japón, se taparon la boca mostrando su disgusto por lo que estaba sucediendo. Según algunos medios de prensa de Berlín, los jugadores recibieron la sugerencia de evitar demostraciones de ese tipo para no entorpecer las negociaciones por “el gas que tanto necesita el país”.

Alemania fue muy afectada por el corte de suministro de gas proveniente de Rusia a raíz de las sanciones por la invasión a Ucrania y desde entonces busca desesperadamente alternativas. El acuerdo con Qatar Energy comienza a regir recién en 2026, pero es posible que se abra mucho antes la llave del gas licuado con compras a través de la empresa estadounidense ConocoPhillips, que lo entregará a la terminal de GNL de Brunsbüttel. Para destrabar el acuerdo fue necesario que la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, se retractara de sus críticas a los atropellos a los derechos humanos en Qatar. Tuvo que recurrir a la trillada fórmula de “me sacaron de contexto” y “fui mal interpretada”. El ministro qatarí de Energía, Saad Sherida Al Kaabi, no se la dejó pasar en la ceremonia de la firma del acuerdo. “Occidente no puede dictarnos lo que tenemos que pensar”, dijo.

Reunión entre Vladimir Putin y el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani durante la cumbre de Astana, Kazajistán, en octubre. (Sputnik/Vyacheslav Prokofyev/Pool via REUTERS)
Reunión entre Vladimir Putin y el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani durante la cumbre de Astana, Kazajistán, en octubre. (Sputnik/Vyacheslav Prokofyev/Pool via REUTERS)

Emmanuel Macron, el presidente francés, también lanzó una pelota al área para que cabeceen los qataríes. Durante su visita oficial a Washington y entre las ceremonias junto al presidente Joe Biden, tuvo tiempo para lanzar un “no podemos politizar los deportes”. Otra contradicción después de que en Francia se escucharon muy duras críticas a los qataríes, incluso desde el propio gobierno. Es que el ocupante del Palace Élysée está buscando un acuerdo similar al de los alemanes para recibir gas licuado y también tiene pendiente una importante venta de armas a Qatar y otros emiratos del Golfo.

De todos modos, Qatar pareciera estar haciendo un movimiento diplomático para aceptar algunas de las críticas externas y continuar con su operación de “lavado de cara”. El secretario general del llamado Comité Supremo de la Organización y el Legado de Qatar 2022, es decir, el organismo que organiza el Mundial, Hassan Al Thawadi, lanzó una verdadera bomba esta semana. Reconoció que murieron “entre 400 y 500 trabajadores migrantes” en la construcción de los estadios y otras obras relacionadas con la preparación del torneo. Lo confesó ante el periodista británico Piers Morgan en una entrevista para Talk tv. Es la primera vez que Qatar acepta que haya habido una cantidad considerable de víctimas por los malos tratos de las empresas contratistas, la falta de descanso de los trabajadores inmigrantes y las altísimas temperaturas bajo las que eran obligados a trabajar.

De acuerdo a la FIFA, más de 30.000 personas trabajaron 425 millones de horas en 25 localizaciones para crear una infraestructura inexistente hasta hace unos pocos años y tener todo listo para la competición. La mayoría de los trabajadores llegaron del sureste asiático contratados por agencias intermediarias que se quedaron con la mayor parte de sus salarios. Y hasta que se modificó la legislación local en 2019, estuvieron obligados a trabajar en los meses infernales de junio a septiembre con temperaturas de hasta 50 grados centígrados.

Trabajadores durante la construcción del estadio de Lusail. Ahora, Qatar admitió que durante las obras de los estadios y la infraestructura murieron entre 400 y 500 obreros extranjeros.  (REUTERS/Kai Pfaffenbach)
Trabajadores durante la construcción del estadio de Lusail. Ahora, Qatar admitió que durante las obras de los estadios y la infraestructura murieron entre 400 y 500 obreros extranjeros. (REUTERS/Kai Pfaffenbach)

Los que aparecen blindados a todo tipo de críticas son los oligarcas rusos que están aquí haciendo negocios sin correr ningún riesgo por las sanciones impuestas por Occidente como consecuencia de la invasión a Ucrania. Amarraron sus enormes yates en los puertos de Doha sin temor a confiscaciones. Esta misma semana en el vecino Dubai, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos logró confiscar un espléndido barco valuado en 156 millones de dólares. El Madame Gu pertenece al magnate del acero y diputado, Andrei Skoch. Estaba amarrado en la famosa marina Mina Rashid, donde tiene su dique el imponente transatlántico Queen Elizabeth 2. Pero esto no sucede en Qatar. Aquí las inversiones extranjeras prevalecen y los rusos están dentro de los socios privilegiados. Entre 2016-2020, el comercio entre Rusia y Qatar aumentó un 172%. Las exportaciones rusas a Qatar crecieron un 161%. El famoso fondo de inversiones qatarí de 335.000 millones de dólares apostó fuertemente al mercado ruso. Compró el banco VTB, que está bajo las sanciones occidentales, y el aeropuerto Pulkovo de San Petersburgo. También invirtió más de 11.000 millones de dólares en la petrolera Rosneft.

En los pasillos de las zonas privilegiadas de los estadios se pueden ver estos rusos y a todos estos multimillonarios con las camisetas de sus países, siempre acompañados por anfitriones qataríes. Ven el partido sin despegarse de la pantalla de sus celulares con la última información bursátil. El fútbol es la excusa para seguir practicando el deporte en el que todos ellos realmente se destacan.

Seguir leyendo:

Guardar