(Desde Riad, enviada especial) Cuando uno evoca el paisaje de Arabia Saudita, la primera imagen que aparece es casi la misma para todos. “Es el viejo cliché de un desierto vacío con un beduino andando a camello”.
El que le habla a Infobae es el doctor Steven Parissien, historiador cultural y profesor de historia de la arquitectura en la Universidad de Oxford que fue contratado por el gobierno saudí como director de Investigación Global para el proyecto Diriyah, uno de los más ambiciosos del arsenal de Vision 2030, la estrategia de Mohammad bin Salman para diversificar la economía Saudí. “Queremos mostrarle al mundo que ésta es en realidad una tierra antigua con una rica historia y prehistoria”, sintetiza el historiador.
Nacido en Londres y criado en Chesham en Buckinghamshire, con incontables libros académicos publicados y hasta dos museos a su cargo en el Reino Unido (la galería Compton Verney y el National Horseracing Museum en Newmarket, Suffolk), este británico saltó a la oportunidad de aventurarse a tierras lejanas: una ciudadela construida con barro y paja, donde se dice que la familia real planeó por primera vez su conquista de la Península Arábiga.
Diriyah se encuentra al noroeste de Riad, en el corazón de la Península Arábiga. Allí se alza el distrito de Turaif, la primera capital de los sauditas que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2010: fundada en el siglo XV, contiene testimonios del estilo arquitectónico najdi.
Recorrerla es volver al pasado. Los muros de adobe abren paso a laberínticas callecitas que evocan el pasado. Durante una visita para la prensa internacional, hombres vestidos con atuendos típicos levantaban sus sables, jinetes surcaban las terrazas, niños reían en teatralizaciones de época y cantos se alzaban para los visitantes. Una puesta en escena perfecta para los que pisaban por primera vez este sitio, que abrirá al público el 4 de diciembre. Un estallido de pirotecnia y un show de drones culminaron esta unión entre el ayer y el mañana.
Su importancia histórica se remonta al siglo XVIII y principios del siglo XIX por su papel político y religioso. La Ciudadela de Turaif era en esos tiempos el centro del poder temporal de la casa de Saud y de la expansión del reformismo salafiyya en el seno de la religión musulmana.
Los palacios y sinuosas callecitas en un pequeño mundo de adobe lo convierten en un lugar único que despertó las ganas de restaurarlo, para mostrar al público los más de 300 años de cultura e historia de Arabia Saudita. La idea es “brindar experiencias únicas inspiradoras del patrimonio, oportunidades educativas y culturales, vida residencial de clase mundial y excepcionales ofertas de estilo de vida que incluyen compras, entretenimiento y experiencias gastronómicas”, según cuentan los organizadores.
El proyecto Diriyah se anunció por primera vez en 2017 y el desarrollo actual se extiende sobre 14 kilómetros cuadrados. Dentro de este megaproyecto, hay varios subproyectos, como la construcción de una universidad y un museo. En la actualidad está enfocado en la cultura y el patrimonio saudíes y tendrá un total de 24 bienes culturales. La próxima fase contará con 1.600 activos residenciales que albergarán hasta 6.000 residentes.
El país está en una carrera contrarreloj para transformarse, porque las reservas de petróleo están disminuyendo y el mundo avancia hacia un futuro más sustentable. Jerry Inzerillo, director ejecutivo de la autoridad de Desarrollo de Diriyah Gate, dijo en el panel Cities of Tomorrow de la 22° Cumbre Mundial de la WTTC en Riad, que lo que “las mejores ciudades del mundo tienen común es que la celebración de que no tenemos la misma ideología pero la misma biología. Es la humanidad compartida”.
Para esto, el reino se abasteció de expertos extranjeros de todo tipo. Uno de ellos es Parissien. “Cuando me contactaron fue bastante halagador. Me pidieron que viniera a asesorarlos en lo que estamos haciendo en cuanto a la construcción de una nueva universidad, que es ilusionante, y asesorando en edificios históricos y museos. Creo que realmente están tratando de hacer algo nuevo para cambiar Arabia Saudita. Por primera vez están tratando de atraer visitantes y turistas”.
El interés de Parissien se hace palpable cuando se pierde hablando sobre los otomanos, la destrucción y el resurgimiento de los varios estados saudíes. “Es maravilloso traerlo de vuelta a la conciencia no solo para los extranjeros sino también para los saudíes. Muchos de ellos ni siquiera saben que está ahí”.
Su función es crear asociaciones académicas tanto internacionales como locales para ayudar a promocionar el patrimonio de Diriyah y Arabia Central, además de aprovechar el trabajo de académicos y profesionales en todo el mundo. “En este momento, hay una gran cantidad de personas que de repente se dan cuenta de que hay mucho que mirar y explorar en Arabia, que realmente no se ha investigado antes”, cuenta.
Explica que la universidad que están armando, que se focalizará en el humanismo y las artes -algo llamativo en Arabia Saudita, muy focalizada en las carreras técnicas que más tienen que ver con el petróleo y los negocios- y será “de estilo occidental. Firmemente arraigada en Arabia Saudita pero basada en asociaciones académicas con muchas universidades de todo el mundo”.
Pero su verdadero objetivo, confiesa, es cambiar la percepción de Arabia Saudita como “una especie de país vacío sin historia”. “Nada más lejos de la realidad y en realidad tiene una historia muy rica”.
Habla de los fósiles de dinosaurios y de los primeros homínidos que habitaron esta tierra cuando aún era “verde y frondosa”, antes del período de desertificación. Pero su verdadera expertise es la arquitectura, y Diriyah, en ese sentido, es un diamante en bruto para explorar.
“Es una ciudad de tierra, basada en la arquitectura urbana de Arabia Central. Para la construcción se utiliza barro local mezclado con paja que se deja madurar. El material es maravilloso y versátil. No solo ha sido el material de construcción básico de la región, sino que ha sido redescubierto en todo el mundo como un material de construcción realmente sostenible: no hay mucha energía involucrada en el proceso y retiene el calor mucho mejor que el hormigón y el vidrio”, analiza. “Primero se usó porque estaba a mano, pero este material actúa como protección de los elementos”.
Desde el exterior, las construcciones de adobe parecen muy sencillas, algo hecho conscientemente para resistir la dura intemperie. Los únicos detalles decorativos externos son las puertas de colores brillantes, “un símbolo personal que expresa la personalidad de la familia en su interior”. También se notan unos agujeros, a menudo triangulares, cuya función es ayudar a ventilar el edificio- “-también para momentos de ataques hay rendijas para los rifles”-. En el interior, en cambio, están profusamente decoradas.
Este material, agrega Parissien, “se puede reparar fácilmente y es muy duradero. Tarif, el núcleo histórico de Diriyah, fue destruido por los otomanos y, de hecho, la gente volvió directamente y lo construyó de nuevo. Sobrevivió debido a su calor seco. Es un buen clima para la preservación arquitectónica”.
Pero Diriyah también carga a cuestas un pasado complicado, al ser considerada la cuna del wahabismo, la secta religiosa que es a la vez una parte intrínseca del estado y su mayor amenaza. Es el movimiento dentro del Islam que busca su “purificación” y el regreso al Islam de Mahoma y las tres generaciones sucesivas de seguidores. Sus seguidores insisten en todos los aspectos de la vida en la estricta adherencia a la Sharia, lo que no va en concordancia con la imagen que MBS pretende proyectar con sus nuevos planes.
-Usted ha hablado previamente de la percepción que tiene el mundo de Arabia Saudita. ¿Cómo lidiaron dentro del proyecto con el legado wahabita de Diriyah?
-Es tratar de repensar un poco. Los wahabitas eran como los calvinistas de la fe protestante, eran reformadores, querían volver a lo básico de los puristas... Pero lo que se está haciendo hoy no es tanto enfatizar a los reformadores islámicos sino a la familia saudita que estuvo allí antes que los wahabitas. Obviamente, el Islam es central para el estado saudí. Creo que la idea es redefinir el estado saudita, no sólo en términos de religión, sino en términos de su éxito. El gobierno saudita está minimizando el papel de los reformistas wahabitas. Los están poniendo en su contexto, que no es lo que sucedió décadas antes.
-Jerry Inzerillo dijo en una entrevista que Diriyah podría ser para los sauditas lo que la Acrópolis es para los griegos y el Coliseo para los italianos. ¿Está de acuerdo?
-Sí y no. Es muy diferente porque los italianos conocen y aman el Coliseo. Lo mismo con los griegos. Los saudíes no saben realmente sobre Turaif, por lo que en realidad está restableciendo un distrito histórico icónico.
-Hay 6 ó 7 de estos megaproyectos que se están desarrollando ahora en Arabia Saudita. ¿Por qué este es diferente?
-Sin una riqueza histórica, esto sería como cualquier otro proyecto. Estamos renovando el interés en Diriyah como la antigua capital de Arabia Saudita y, en cierto modo, devolviéndole al país un sentido de historia y pertenencia, que no es el caso de Riad, que se reconstruye constantemente y queda muy poco tejido histórico. Diriyah es muy importante ya que representa a la antigua Saudi.
Cuando abramos la parte histórica al público, y creo que la gente se sorprenderá mucho. Nadie esperaba que esto estuviese aquí. Más al oeste la construcción llevará algunos años más, pero aquí recreamos el área al otro lado del valle desde Turaif, que será el distrito de restaurantes y entretenimiento como lo fue en el primer estado saudí, restaurando cuidadosamente este patrimonio. Todavía queda mucho trabajo arquitectónico por hacer, pero todo parece ir en una dirección muy alentadora.
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