El régimen iraní ya está próximo al inicio de la construcción de su nueva central nuclear de Darjovein. La nueva planta, que representa un alarmante avance en su plan atómico, estará ubicada en la provincia de Juzestán, al suroeste del país, y lleva décadas de planificación -que remontan, incluso, al período previo a la revolución islámica de 1979-.
La obra costará cerca de USD 2.000 millones y tardará ocho años en completarse, por lo que se inaugurará en el 2030. Sus planes se habían anunciado hace ya 14 años. Estarán a cargo de la construcción únicamente empresas iraníes.
El máximo responsable de la agencia nuclear nacional, Mohamed Eslami, visitó el lugar junto a una delegación para examinar los preparativos finales previo inicio de las obras, informó la agencia semioficial iraní ISNA.
El reactor de la central, ubicada en la frontera con Irak, cerca del río Karun, tendrá una capacidad de 300 megavatios.
Este reciente anuncio se da en un delicado contexto en lo que respecta a la capacidad nuclear de Irán.
En las últimas semanas, Teherán anunció que comenzó a producir uranio enriquecido a una pureza del 60% en su instalación subterránea de Fordo, que se suma a Natans. Este avance en su programa lo ubica a apenas un breve paso técnico del enriquecimiento al 90%, empleado en armamento atómico.
Según informaron expertos, el país ya tiene suficiente uranio al 60% para ser convertido en material para, por lo menos, una bomba nuclear. Sin embargo, la agencia oficial de noticias IRNA se negó a dar detalles sobre las cantidades de producción y almacenamiento.
El informe trimestral del organismo de control atómico de las Naciones Unidas, dio cuenta de que, al 22 de octubre, Irán contaba con un estimado de 62,3 kilogramos de este material, cuyo porcentaje de pureza fusionable alcanza el 60 por ciento. Esta cifra representa un aumento de 6,7 kilogramos desde el último informe difundido en septiembre.
Ante este avance, el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price, mencionó su preocupación sobre la intensificación del programa nuclear iraní y la negativa del régimen de brindar explicaciones a las consultas del OIEA, que tampoco puede acceder al país a monitorear los sitios.
Otra de las preocupaciones recae sobre las negociaciones en curso por el restablecimiento del pacto nuclear, que aún no se ha logrado concretar. Irán lleva meses en conversaciones con Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia y China, entre otros, y negocia de manera indirecta con Estados Unidos, a fin de conseguir la restauración del acuerdo establecido en el 2015.
Este documento limitaba el programa nuclear persa a cambio del levantamiento de las sanciones que pesaban sobre el país. Sin embargo, tres años más tarde, en el 2018, el entonces presidente republicano Donald Trump se retiró unilateralmente del Plan de Acción Integral Conjunto con la firma de un memorándum.
De esta manera, se reinstauraron las sanciones sobre Irán y, consecuentemente, se dio el desacato del régimen a las condiciones establecidas en el 2015. Desde entonces, el país ha estado reforzando sus reservas de uranio.
Por su parte, en agosto la Unión Europea (UE) presentó un texto definitivo para el restablecimiento del plan, ante lo que Irán presentó una contrapropuesta pidiendo como condición que la agencia nuclear de la ONU cierre la investigación sobre el hallazgo de trazas de uranio no declaradas en zonas inusuales, sobre lo que se niega a dar explicaciones. El OIEA considera “escencial y urgente” que Teherán suministre sin demora una respuesta sobre el tema y facilite la toma de muestras.
(Con información de Europa Press)
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